CAPÍTULO 10. EL (RE)ENCUENTRO

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La claridad del día comenzaba a hacerse más notoria y a pesar de todas las dificultades que este procedimiento presentó, Aurora junto con Velasco consiguieron terminar de borrarle la memoria por completo a Maite. Una vez terminado el trabajo, juntaron todo el equipo, dejaron el departamento en condiciones llevándose consigo toda evidencia que pudiera dar prueba concreta de que estuvieron allí durante la noche.

Velasco terminó de cargar la furgoneta y por quinta vez Aurora intentaba contactarse con Clara que no le cogía el móvil.

- Tengo que devolver la furgoneta le avisó a su jefa.

- De acuerdo, gracias Velasco, nos comunicamos.

Maite despertó, se alistó para ir a trabajar, al subirse a su auto se encontró con la novedad de que alguien había chocado su coche, supuso que había sido uno de los vecinos del edificio, así que dejó una nota irónica de agradecimiento en el automóvil de su vecino y salió con su auto en dirección a la estación a tomar el tren para ir a trabajar.

Esperando el tren que lo llevaría a la oficina, decidió impulsivamente no ir a trabajar y tomar una formación hasta Roquetas de mar. Ella misma estaba sorprendida de la impulsividad de su acción porque no era una mujer que tomara riesgos o decidiera cosas sin pensar.

Estuvo caminando por la playa padeciendo un fuerte frio, claro, era pleno febrero. Coincidió en su viaje con una mujer que vestía una sudadera de color naranja que a Maite le llamó mucho la atención.

De camino de vuelta a su casa, coincidió en el vagón con aquella chica que había visto a lo lejos en la playa. La muchacha vestía con colores llamativos y era muy extrovertida. Coincidieron en bajarse en la misma estación. Maite manejaba su auto cuando vio a Camino, la chica de la sudadera naranja, caminar en medio de la llovizna y lee ofreció acercarla hasta su casa, oferta que Camino aceptó sin pensárselo dos veces.

Un par de días más tarde, Camino y Maite fueron hasta el lago que Camino conocía y que para esta altura del año estaba completamente congelado. Fue idea de Camino realizar ese viaje. Volvieron con el amanecer.

Maite llevó a una dormida Camino en el auto hasta su casa, cuando llegaron y Camino despertó, ella le preguntó a Maite si podía ir a seguir durmiendo a su casa y Maite dijo que si, entonces, Camino subió hasta su departamento a buscar un cepillo de dientes y un par de cosas más, mientras Maite la esperaba en el auto.

Mientras Maite esperaba un muchacho le realizó un interrogatorio un tanto confuso para la mujer y luego se marchó antes de que Camino volviera.

Al salir del edificio, Camino revisó su buzón y encontró un sobre de color marrón, de tamaño mediano, sin remitente que venía a su nombre. Lo tomó y volvió hasta el auto y junto con Maite se dirigieron hasta la casa de ella.

Camino abrió el misterioso sobre que había recibido y allí encontró lo que parecía ser una historia clínica junto con una nota y una cinta de grabación. Mientras Maite conducía Camino leía en voz alta la nota que decía:

A todos los pacientes de la Dra. Aurora Alarcón:

Mi nombre es Celia Silva, nos conocemos pero no me recordaran. Yo trabajaba para una clínica que les efectuó un tratamiento que Ustedes mismos contrataron para borrar partes de su memoria.

Desde entonces, llevo un espantoso compromiso de que nadie lo sepa. Para corregir el daño provocado por este silencio le envío a usted su expediente y las cintas de sus grabaciones.

- ¿Qué clase de mala broma es esta? preguntó consternada Maite

- No lo sé afirmó Camino que tampoco entendía de que se trataba todo esto.

Eterno resplandor de una mente sin MaitinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora