Chubby Paws - NamMinYoon

Celo

Mini y Moni no paraban de perseguirse en la sala de la casa de la familia Kim, correteando en círculos alrededor de la mesa baja. Ambos híbridos amanecieron con bastante energía el día de hoy, al punto de poner de los nervios a Hyoeun.

Habían jugado a las escondidas, a pequeñas peleas, y ahora el gran danés no dejaba de perseguir a la felina blanca, que ahora tuvo el descaro se subirse al respaldo de los muebles para huir del perro. Sin embargo, Moni estaba lo suficientemente metido en el juego para preocuparse por las reglas de la casa y también se subió al sofá para perseguir a Mini regando a su paso los cojines colocados cuidadosamente por Hyoeun. Claro que la agilidad de la gata es suficiente para escabullirse del gigante perro y bajarse del mueble para huir a la cocina con el can pisándole la cola.

Lo que ambos no esperaban es que, cuando Moni se bajó del sofá, su larga cola estuviera al alcance de ese florero caro que tanto adoraba la señora Kim y se estrellara en el cuelo con estrépito. El sonido, obviamente, alertó a Hyoeun que se fue casi corriendo al salón, encontrándose a sus mascotas con las orejas gachas observando los restos del jarrón sumamente costoso que compró en uno de sus anteriores viajes a Europa y los adornos del sofá esparcidos por el suelo.

- ¡Ah! ¡Perro torpe! – Se sacó la pantufla y amenazó al perro con esta. - ¡Mira lo que hiciste! ¡Estás castigado!

Hyoeun señaló la puerta del patio trasero aún con la pantufla en la mano. El gran danés se acercó a su dueña con las orejas gachas y el rabo entre las piernas, lloriqueando arrepentido por lo que hizo. Sin embargo, eso no ablandó un poco el corazón de la mujer, quien abrió la puerta y nuevamente le hizo un ademán al can para que saliera de la casa, para luego cerrarla mientras vociferaba bastante molesta.

- ¡Jisoo! ¡Jisoo, ven a ver lo que hizo tu perro y lo recoges ya mismo! – Hyoeun fue a la cocina por la pala y escoba, extendiéndosela a su hijo que no dejaba de quejarse por haber sido interrumpido de la mitad de un juego.

Mini observaba todo desde la esquina más alejada de la sala muy cerca de los ventanales que daban al patio. Ahí observó a Moni todavía con su cara de arrepentido, lo más pegado posible a la puerta con deseos de entrar nuevamente a la casa. Fijó su mirada ahora a su dueña que no paraba de reprender a su hijo por el comportamiento de su perro, y este no dejaba de quejarse también. Todo era quejidos por todos lados. Realmente no le estaba prestando atención a eso.

Lo que ocupaba su mente era la oleada de calor que golpeaba su vientre y ese creciente deseo, casi obsesivo, de tener cachorros. Le había llegado el celo.

Jimin odiaba sus celos porque solo quería follar todo el día con su pareja, algo bastante complicado por el hecho de que tenían que permanecer casi todo el día convertidos en animales y, bueno, es como difícil hacerlo con un perro de casi 80 kg. A veces fantaseaba que estaba en una casa propia con Namjoon follándolo hasta al cansancio

Jimin odiaba sus celos porque solo quería follar todo el día con su pareja, algo bastante complicado por el hecho de que tenían que permanecer casi todo el día convertidos en animales y, bueno, es un poco difícil hacerlo con un perro de casi 80 kg. A veces fantaseaba que estaba en una casa propia con Namjoon follándolo hasta al cansancio y con cachorros, muchos cachorros. Deseaba mucho quedar preñado y tener niñitos corriendo y saltando por todos lados, amándolos, así como no pudieron hacer sus padres. Pero, por más que soñara, su realidad era otra. Y en estos momentos su juicio se iba nublando poco a poco, hasta ser una bolita de maullidos y necesitada de mimos.

Cuando el suelo estuvo libre de pedazos y partículas de cerámica, se acercó maullando a sus dueños, específicamente a Jisoo, restregándose entre sus piernas tratando de captar ese aroma masculino que le recordaba un poco a Nam.