I

32 2 0
                                    

Era un nuevo día en Alderamin.
Desde muy temprano, dentro de un lujoso apartamento del centro de la ciudad, se podía oír ruido de ollas y sartenes. La cocina parecía funcionar a toda su capacidad y Noria, estudiante de segundo año de secundaria, intentaba llevarle el ritmo a Maammi, su etérea hermana, liviana y silenciosa, al contrario de la primera, quien daba un traspié tras otro chocando cada cierto tiempo con alguno de los implementos. Maammi solía cocinar a diario para las tres hermanas, incluida Floria, quien ya había abandonado el lugar debido a la gran cantidad de actividades que realizaba durante el día, y Noria solía apoyar en las actividades domésticas; siempre se esmeraba en ser útil en la casa y cualquier tarea le sentaba bien, aunque en la cocina sólo servía como apoyo moral debido a sus escasas capacidades culinarias.
Cuando por fin hubieron terminado y se disponían a tomar una taza de té verde para descansar, el timbre de la puerta principal sonó.
-¿Quién viene a estas horas…? -Susurró Maammi, tras dar un sorbo a su té.
-N-no lo sé… -respondió Noria, apresurándose hacia la puerta; sin embargo, tras abrirla, se encontró con una montaña de cartulinas y papeles, sobre los cuales apenas podían divisarse los ojos de la persona que esperaba en el umbral.
-¿Bew?
-¡Buenos días! -La saludó su amiga, entrando apresuradamente, y derrumbándose junto a sus archivos sobre la mesa del comedor.
-¿Q-qué es todo eso? -Le preguntó Noria, confundida. Nunca veía a Bew despierta tan temprano; por lo general pasaba a su casa que estaba en la ruta hacia el instituto para apurarla y evitar que a esas alturas del año ya hubiesen citado a sus padres debido a su impuntualidad.
-¡Mi idea para el proyecto anual del club de ciencias! -Exclamó Bew, emocionada.
-¿Dormiste al menos un poco? -Preguntó Noria preocupada, viendo las enormes ojeras que Bew lucía ese día.
-¡Eso no importa! ¡Mira lo que descubrí! Hay un tipo único de roca en la mina al sur de Alderamin… -comenzó a explicar Bew, quien era una gran entusiasta de los minerales. Ahora nadie podría callarla. Noria sirvió otra taza de té y se la ofreció a la recién llegada, sentándose en un sillón y observando a Bew mientras movía los labios. En realidad ese día, Noria estaba preocupada por algo más aparte del proyecto anual del club.
-... entonces, si hacemos explotar la entrada oeste de la mina… -continuó Bew, mientras le mostraba un intrincado mapa de lo que parecía ser la ciudad.
-Oye… n-no podemos ir tan lejos con un proyecto escolar.
-¡P-pero las rocas!
-¿Qué hay de la integridad de la gente? -Le preguntó Noria, poniendo en la palestra un problema que Bew no había considerado. Esta frunció el ceño y se derrumbó en una de las sillas de madera finamente tapizadas de terciopelo rosa que acompañaban la mesa central.
-Ya pensaremos en algo más adecuado… -añadió Noria, notando la tristeza de la contraria-... que tenga que ver con rocas, claro.
-¡Muchas gracias! ¡Prometo pensar en algo más realista! -Se comprometió Bew, sonriendo y brincando hacia donde se encontraba su amiga. Noria era una chica con paciencia. Durante esos meses que habían comenzado a trabajar juntas en el club habían formado un lazo estrecho y positivo. Noria aterrizaba a Bew de sus continuas ensoñaciones y esta fortalecía la autoconfianza de Noria.
Una hora y media más tarde, ambas se dirigían hacia el instituto, Bew con menos papeles de los que había contemplado inicialmente, y Noria ayudándola con unos libros. Al llegar al edificio, Bew se adelantó a la sala del club para dejar los papeles allí hasta la tarde. Noria ingresó a su salón y vio allí a algunos de sus compañeros quienes estaban disfrutando el momento libre previo al inicio de las clases: eran Celeste, Kain y Wallter. La chica entró silenciosamente, intentando no llamar la atención, y depositó suavemente los libros sobre su pupitre. A pesar de su minuciosidad, un par de cachivaches cayeron desde su bolso mientras lo colgaba en el respaldo del asiento. El trío guardó silencio al oír el golpe, y Wallter desvió la mirada hacia su compañera; se levantó desde donde estaba y se apresuró a ayudarla. Recogió lo que parecía ser una libreta y un espejo de mano, entregándoselos a Noria con una sonrisa.
-L-lo siento… -tartamudeó Noria, nerviosa mientras Wallter le devolvía una amable sonrisa.
-No es nada. A todos nos pasa -la calmó él, para luego volver rápidamente hacia su grupo y continuar con su plática.
Noria se quedó observándolos un momento, esbozando una sonrisa melancólica y guardó nuevamente la libreta, dejando el espejo en una esquina de la mesa.
-Hola Constantin -saludó Celeste al chico, quien entraba a la sala con su habitual actitud indiferente a todos. Este tan sólo movió la cabeza en dirección a quien le había saludado, y tomó asiento justo detrás del puesto de al lado de Noria, el cual Bew ocupaba.
-¿Hoy me ayudarás con el motor? -Le preguntó Celeste a Constantin, acercándose a su lugar.
-Sí -respondió éste, de forma monosilábica, sacando un par de golosinas y abriendo el envase de una de ellas.
-Hoy no uhirás de los deberes del club, ¿Quedó claro? -Le ordenó Celeste, cruzándose de brazos. Antes de que Tin pudiese emitir algún sonido, Bew hizo ingreso a la sala estruendósamente, dando un traspié luego de abrir la puerta.
-¡Ya está todo en su lugar, Noria! -Exclamó Bew, mientras se dirigía hacia su amiga, sin embargo su atención se vio desviada en cuestión se segundos.
-¡Caramelos de miel! -Dijo, al ver la mesa de Tin.
-Son... tuyos -respondió Tin entre dientes, intentando mantener su actitud despreocupada.
-¡Eres el mejor! -Dijo Bew, mientras intentaba hacerse paso entre su propia mesa y Celeste quién aún se encontraba de pie junto a Tin. Estiró el brazo derecho lo más que pudo, alcanzando los bocadillos, y tras llevarse un par a la boca miró a Celeste.
-¿Cómo eshtash? -Le preguntó, con la boca llena.
-B-bien… -respondió Celeste, confundida. No entendía muy bien por qué Tin era tan permisivo con Bew, pero ya tenía sus sospechas, aunque este intentase ocultarlo.
Los presentes rieron, y por un momento Noria sintió cruzar su mirada con la de Wallter. Luego regresó su atención hacia su pupitre, cuando ya todos los alumnos comenzaban a regresar a sus sitios respectivos.
Mientras Bew parloteaba en dirección a Tin, Noria abrió el espejo que había dejado al alcance de su mano. Podía ver el reflejo de aquellos que se sentaban más atrás, entre ellos, estaba el motivo de su distracción de ese día. Suspiró, e intentó relajarse. Ya podría desahogarse con su amiga a la hora de comer.

Stardust Sky HighDonde viven las historias. Descúbrelo ahora