III

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"Yo sé que no hablamos mucho…", narró Noria en voz alta, mientras sostenía una hoja de papel rosado con una mano y un lápiz de tinta con la otra. Trataba de pensar en una forma apropiada de comenzar su carta para Wallter; no quería sonar desesperada, pero tampoco podía ocultar lo que sentía por más tiempo. Estaba deseosa por poder conocerle más de cerca, de pasar tiempo junto a él, de ser amigos.
Noria y Bew estaban en el cuarto de esta última; habían corrido a su casa luego de terminar la jornada escolar para llevar a cabo el primer paso de su plan romántico: Noria iba a declararle sus sentimientos a Wallter a través de una carta. Wallter era un chico bajo perfil y algo tímido, y siempre estaba rodeado de sus amigos, lo cual intimidaba un poco a Noria, por lo que quería conversar con él a solas tras dejarle su carta en la mochila. La idea era esa: invitarle a una cita, o al menos a conversar un rato, para romper el hielo.
-¿Brillantina rosa o púrpura? -Le preguntó Bew a su amiga, con ambos frascos en las manos. -¡O ambas! A veces, más es mejor.
-A veces… más no es mejor… -vaciló Noria.
-¿A qué te refieres?
-¿Qué tal si… mejor no le digo nada? Mientras menos información tenga de mí, habrá menos posibilidades de que se desilusione de lo que soy en realidad…
-¡Noria! Si no sabe nada de ti, entonces ¿Cómo pretendes que lleguen a ser cercanos?
Noria suspiró. Estaba aterrada.
-¿Qué tal si me rechaza?
-¡Nunca lo sabremos si no lo intentas! Además, yo creo que son el uno para el otro.
-¿Por qué?
-Pues… ambos son de color rosa y… ambos están suavecitosssss -dijo Bew, mientras le apretaba las mejillas a Noria. La chica rió, sintiéndose un poco más animada nuevamente.
-Mañana somos las encargadas de aseo en la sala. Aprovecharé cuando nadie esté viéndonos para meter la carta en su mochila… -susurró Noria, armando el plan.
-Me parece genial. Me aseguraré que nadie esté cerca, jefa -respondió Bew, realizando un saludo marcial con su mano derecha. Noria sonrió, y comenzó a escribir en el papel, mientras su amiga escarbaba entre las pegatinas de colores que tenía en una caja, en busca de los corazones más dulces que pudiese hayar.

***

El día siguiente transcurrió tranquilamente como de costumbre. Era día viernes, así que la jornada sería más corta que de costumbre. Las encargadas de aseo, Noria y Bew, serían las únicas que se quedarían durante una hora más en el instituto, ordenando el salón para la siguiente semana. La mayoría de los alumnos ya habían salido del lugar, y la mochila de Wallter seguía allí, intacta, para fortuna de Noria, quien hizo un ademán en dirección a su amiga, quien se quedó en la puerta de entrada vigilando.
Por el pasillo perpendicular al que ellas se encontraban, alguien se dirigía hacia donde ambas muchachas se encontraban, el salón de segundo año de preparatoria, cuyo interior se podía observar desde esa perspectiva debido a los amplios ventanales del último piso. Bew oyó los apresurados pasos y lanzó un silbido para advertir a Noria, quien logró meter la carta dentro de la mochila de Wallter, luego de la dificultosa tarea de abrirla ya que el cierre estaba hecho a prueba de robos, o eso creía Noria. Quizás, simplemente estaba demasiado nerviosa como para realizar una tarea tan simple como esa.
-¿Qué tal? -Saludó Bew a Davina, quien apareció tras dar la vuelta al pasillo, quedando frente a ella, pero sin mirarla directamente.
-Quiero entrar -anunció Davina, intentando asomarse entre Bew y la puerta, logrando divisar a Noria trapeando.
-El piso está húmedo. Puedo traerte tus cosas si es lo que deseas -respondió Bew, de forma cortés, quien traía puesto cubrecalzado.
-No quiero que toques mis cosas -agregó Davina, de forma seca.
-¿Qué sucede?
Ahora, había aparecido Wallter.
-Quiero sacar mis cosas -repitió Davina, cruzándose de brazos.
-Pero están trapeando -intentó tranquilizarla Wallter, sin embargo, para ese momento, Noria ya tenía las cosas de ambos justo en la entrada de la puerta.
-L-lo siento… no quisimos c-causar… inconvenientes… -se disculpó Noria.
-No te preocupes. Muchas gracias -dijo Wallter sonriendo, mientras recibía la mochila de Davina y se la entregaba a la misma.
-Ya se estropeó todo… -masculló entre dientes ésta, con cara de asco.
-P-pero… mi slime no ensucia…
-Yo no veo ningún estropicio -comentó Bew. -Ya debemos continuar, o no acabaremos a tiempo.
Bew empujó suavemente a Noria de vuelta a la sala, quien estaba demasiado nerviosa, y la siguió al interior, pero segundos después de esto, se asomó nuevamente por la puerta.
-¡Hey Davina! -Exclamó la chica, viendo como la pequeña muchacha se volteaba levemente para oírle.
-¡Deberías comer más dulces! ¡Para endulzarte un poco!
Bew inclinó la cabeza y sonrió, enseñando los dientes, luego cerró la puerta con fuerza, haciendo retumbar las paredes. Davina no se inmutó, dando a entender que había hecho caso omiso a la broma de su compañera, aunque por dentro estaba hirviendo de rabia. Wallter rió y continuó caminando hacia la escalera.
-No deberías ser tan "mañosita", anda. Sólo trataban de ser amables -intentó calmarla él, mientras se colocaba la mochila en las espaldas.
-Y tú no deberías confiar tanto en los demás… -comentó de vuelta ella, de forma maliciosa.
-¿Qué quieres decir? -preguntó el chico, deteniéndose en las escaleras.
-Deberías tener cuidado con Noria y esa Bew. He escuchado que les gusta gastar bromas desagradables a los chicos. No quiero que mi querido amigo caiga en una de esas jugarretas… -concluyó la pequeña cérvida, intentando sonreír para Wallter. Sin embargo, a este le pareció extraño. Nunca había escuchado un mal comentario de Noria; parecía una chica amable y nunca se metía en problemas. Era estudiosa y responsable, aunque Bew siempre estaba metida en alguna nueva travesura, pero tampoco alguna que pudiese dañar a alguien en particular.
-G-gracias… por tu preocupación… -se atrevió a decir el conejo, aún dubitativo.
Mientras ambos hacían abandono del establecimiento, Bew yacía sentada en el piso del salón, intentando calmar sus pasiones.
-Esa… pequeña… arpía -gruñó, golpeando la pared con una mano.
-Está bien, Bew. Davina es así. No le importa nadie… aparte de ella misma -se lamentó Noria. No podía entender como Wallter podía ser su amigo siendo tan distintos. -¿Vamos por unos helados luego de terminar con esto? Yo te invito -la intentó animar. Bew accedió casi al instante y se levantó, tomando el trapeador para relevar a su amiga. ¿Leería Wallter su carta? ¿Acudiría al gran árbol del patio a conversar con ella el lunes de la semana entrante? Noria sentía su estómago dándole vueltas e intentó dejar de pensar por un rato. Le dejaría esa preocupación a la Noria del futuro, por ahora.

Stardust Sky HighDonde viven las historias. Descúbrelo ahora