IV La carta

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"Entonces, Traerás las piezas el lunes?", escribió Celeste en su teléfono móvil. Estaba en su cuarto luego de la escuela, chateando como de costumbre; entonces, sonó la campanilla que anunciaba un nuevo mensaje.
"Si", era la respuesta monosilábica de Constantin, algo muy esperable. Este le había dicho a su compañera que tenía todas las piezas que faltaban para el proyecto del club en casa. Aparentemente Tin tenía un taller, pero para la mayoría de los que lo conocían, esto era un completo misterio. Hasta ahora, Celeste no sabía de nadie que hubiese puesto un pie en su casa.
"Nos vemos el lunes ~ ", se despidió la chica, cuando de pronto su teléfono comenzó a sonar estrepitosamente.
-¿Si?
-¿P-podemos vernos mañana? -Rogó la voz al otro lado de la línea.
-¿Wallter…? -Preguntó Celeste; estaba claro que era la voz de su amigo, pero parecía que algo no andaba bien. -Claro, claro… ¿Estás bien?
-Si, si… no es nada grave, es sólo q-que…
Unos incómodos segundos transcurrieron en silencio. Celeste aún podía oír la respiración de su amigo.
-¿Wallter? ¿Qué sucede? Anda, puedes confiar en mi.
-Sólo necesito contarte algo mañana.
-De acuerdo, nos vemos después del almuerzo; a las 2 en "la fuente".
-Gracias Cel -respondió el chico, y cortó inmediatamente.
-¿Aló...? -Llamó ella, pero claramente Wallter ya no estaba allí. Esto no era normal en él, en efecto, llamar por teléfono directamente no era normal en Wallter. Debía realmente ser algo preocupante. Celeste abrió nuevamente la aplicación de chat y comenzó a buscar otro destinatario.
"Kain, ¿Estás ahí?", escribió, esperando por una respuesta.
"Shhd" "Si", corrigió Kain, quien era algo torpe con el teclado.
"¿Wallter te dijo algo antes de salir?"
"No, nada", respondió él. "Además, yo tenía reunión con la maestra. ¿Pasa algo malo?
"No, no, sólo que… me dijo que tenía que recordarte que la próxima semana eres el encargado del aseo", mintió la chica.
"Si, verdad. ¡Gracias Cel! ¡Nos vemos!"
Celeste dejó su teléfono sobre el velador, y se dispuso a meterse bajo las frazadas. Ya era tarde, y mañana tenía cosas que hacer antes de salir, pero lo único en lo que podía pensar era en llamada de su amigo. Siempre había cuidado bastante a Wallter; de alguna forma se sentía responsable si él sufría, como una hermana mayor. Él y Kain eran sus prioridades, pero más que nadie Wallter, quien le había regalado su compañía cuando nadie más lo había hecho. Cerró los ojos, pensando en los posibles escenarios, aunque, como fuese, ella estaría allí para él.
Al día siguiente, Celeste se levantó a ayudar con los quehaceres. Estaba aprendiendo a cocinar; su madre le había dicho que era muy útil para el día en que fuese independiente por lo que cocinaban juntas cuando ambas estaban libres, y eso incluía los fines de semana. Estuvo toda la mañana atenta a su teléfono, por si aparecía otro mensaje de Wallter, pero nada sucedió. Esperaba que no olvidara la hora de su encuentro, sin embargo, tras almorzar y salir rumbo al centro, encontró al conejo sentado en la orilla de la pileta central que adornaba el paseo peatonal. Celeste le saludó con la mano conforme se acercaba, y logró distinguir en el rostro de Wallter, una expresión preocupada, como si algo le molestase.
-¡Fuiste muy puntual! No quise llamar a Kain, creo que…
-No, no. Así está bien. Sólo nosotros dos -la interrumpió él, acomodándose en su puesto, mientras sus cortas piernas colgaban. Celeste se sentó a su lado.
-¿Qué pasa? Ya me estás asustando Pinkudus… -indicó Celeste, cruzándose de brazos.
-Yo… -murmuró Wallter -... el día de ayer… recibí... una c-carta…
-¿Una carta? ¿En el correo?
-No, no… estaba en mi mochila, cuando llegué a casa.
Celeste abrió los ojos, intrigada.
-¿De qué tipo? ¿Es alguna clase de amenaza? Si es el caso, ya sabes que Kain y yo podemos…
-Es una carta… romántica.
-¡Wallter! -Exclamó la chica, dando un pequeño salto en su puesto -¡Ya sabía yo que las chicas comenzarían tarde o temprano a caer por ti! Además, ¡Eres tan adorableeee! -exclamó, Celeste, jugando con las peludas mejillas del contrario. Wallter frunció el ceño intentando liberarse.
-¿Y… quién es la afortunada? -Preguntó Celeste, ansiosa, agitando los pies.
-Pues, no lo sé… era anónima…
-¡Dámela, dámela! -suplicó la chica, tras lo cual Wallter se apresuró a meterse la mano en el bolsillo de su chaqueta, y sacar un lindo sobre de color rosa, con decoraciones brillantes. Celeste se lo arrebató de las manos para leer el contenido lo antes posible.
-¡No la leas…! ¡Es muy… vergonzoso! -finalizó Wallter, al ver que los ojos de Celeste brillaban del entusiasmo; ya no podría detenerla.
-No conozco esta letra… pero, cambiar nuestra tipografía característica es una gran estrategia que usamos las chicas -comentó Celeste, llevándose una mano al mentón, de forma detectivesca. -¿Sospechas de alguien?
-N-nadie en específico… -respondió desanimado, Wallter. -Yo, había mirado en mi mochila varias veces en el día y no me di cuenta que la carta estaba allí hasta que llegué a casa. Estaba… encima de todos mis libros.
-Es decir, que debieron meterla en tu bolso hacia el final de la jornada -dedujo Celeste. -¿Te topaste con alguien luego de la última vez que ordenaste tu mochila?
-Pues… me encontré con Davina en el pasillo…
Celeste hizo una mueca, intentando descartar a Davina inmediatamente. Era la última persona que hubiese deseado para estar en una relación romántica con su mejor amigo, aunque no podía negar que entre ambos había un cierto grado de química.
-¿Alguien más? -Añadió ella, como si nunca hubiese escuchado el nombre de la pequeña cierva.
-Este… estaban las encargadas de aseo en la sala.
Y a eso se refería con el caótico dúo de Noria y Bew, quienes siempre parecían estar tramando algo. Por su actitud, Bew solía meterse en nuevos problemas casi todos los meses, y Noria siempre le salvaba el pellejo, ya que era la más aterrizada de ambas. De hecho, no podía entender cómo la apacible Noria aguantaba la hiperquinética personalidad de Bew.
-¿Crees que alguna de ellas…?
-¡No lo sé! -Respondió Wallter, nervioso, llevándose las manos a la cabeza. Celeste rió, sujetándolo del hombro.
-¡Vamos por un helado! -Le invitó ella, levantándose y extendiéndole la mano. Seguramente, con la cabeza fresca podrían pensar mejor.
Una vez sentados en una gelatería de las cercanías, disfrutaron de los postres que habían elegido.
-Oye Wallter -dijo entonces la chica, pensando mientras revolvía su helado. -¿A ti te gusta alguien? -le preguntó, finalmente. -Está bien si no quieres decírmelo. Entiendo que también tienes tu privacidad.
-Yo… nunca me había sentado a pensarlo… digo, soy tan diferente a la mayoría de nuestros compañeros…
-O quizás… -Celeste pensó por un momento -¡Está bien si no te interesan las chica! ¡Quizás tu interés está en algún chico y eso también lo entendería…!
-¡Me gustan las chicas! -Exclamó Wallter, nervioso, -sólo que… n-no había querido p-pensarlo… -añadió, bajando sus orejas de manera tímida.
Celeste tomó otro bocado de su helado, y tras saborearlo apuntó a su amigo con su cuchara de postre.
-¿Qué opinas de las chicas?
-¿A q-qué te refieres? -Preguntó el chico, confundido.
-¿Qué piensas de las chicas en general? Quizás así puedes pensar en la chica que te gusta.
-Bueno… yo creo que… de alguna forma… son c-como los dulces...
Un pequeño silencio se produjo entre ambos amigos hasta que Celeste dejó escapar una risita entre dientes.
-¿¡P-por qué te ríes!? -Exclamó Wallter sonrojado, aunque esto no podía verse debido a su pelaje.
-¿Eso es algo bueno? -Le preguntó su amiga, aún pensando en lo que Wallter había dicho; le parecía enternecedor.
-C-claro que es bueno -aseguró él. -Tienen un… aroma agradable.
-Cierto, cierto. Y dime, ¿Cuál es tu dulce favorito? -De cierta manera, esta era una pregunta implícita. -Si tuvieses que elegir entre un suave dulce de fresa, un explosivo dulce de limón… -dijo Celeste, haciendo alusión a Noria y luego a Bew, - … un amargo dulce de licor… bueno, la verdad es que no quiero pensar que te gusta lo amargo… -agregó Celeste, ya que en este punto hacía referencia a Davina. Antes de que Celeste continuase con su idea, Wallter la interrumpió.
-Q-quizás… lo mío siempre ha sido la suavidad -dijo tranquilamente, concentrándose en su helado, el cual tenía un delicado color rosa. -¡P-pero es sólo una conjetura! ¿No es así? -Se excusó segundos más tarde. Su amiga sonrió, dejando escapar un suspiro.
-Claro que sí… -contestó, tratando de tranquilizarlo mientras continuaba con su comida.
Ambos terminaron de comer sus postres en silencio. Wallter por la vergüenza del interrogatorio; Celeste, sin embargo, parecía preocupada, pero intentaba ocultarlo con una expresión apacible.
-Estoy segura que pase lo que pase, sabrás manejarlo. Eres una buena persona -dijo de pronto ella, mientras sacaba los restos de helado derretido desde la copa de vidrio que momentos atrás lo contuviera. -Y de todas formas… estoy aquí ¿Vale? Si tienes problemas con alguien más…
Wallter puso atención en ese punto.
-¿Problemas?
-B-bueno… nunca se sabe cuando alguien podría molestarse. Alguna otra admiradora tuya o… algún interesado en tu admiradora…
-Ya te has armado una telenovela completa antes de tiempo -la reprendió Wallter, nervioso, cruzándose de brazos.
Celeste rió, y a continuación, pidió la cuenta a un mesero que pasaba cerca de ellos.
-Nunca está de más anteponerse a las situaciones -afirmó ella, mientras levantaba su dedo índice derecho. -Sobre todo en tu caso, que nunca has estado en esta clase embrollos, je, je… 
Los nervios de Wallter ahora se convertían en temor. No quería estar metido en algún lío como los que mostraban en televisión. Mientras más tranquila fuese su vida, mejor para él.
El mesero le entregó el recibo a Celeste quien se dispuso a entregarle el dinero, y aunque Wallter insistió en pagar como gesto de caballerosidad, Celeste se negó completamente.
-Ya te dije que yo invitaba. ¡Es mi regalo de felicitaciones por ser un chico popular! -dijo la chica, guiñándole un ojo.
Wallter dejó salir un ruido de molestia, mientras sus peludas orejas caían hacia delante, cubriendo parcialmente su rostro.
-¿Te gustaría caminar de vuelta a casa en vez de tomar el bus? -Le ofreció la chica, tras levantarse y acomodar la silla en su lugar. Wallter asintió. Hace tiempo que no recorría la ciudad a pie para llegar al otro extremo de esta, en donde se hallaba un sector menos urbanizado y tranquilo, con un aura más familiar y acogedora. Allí era donde ambos habían vivido desde que tenían memoria. Celeste y Wallter eran vecinos desde pequeños, y siempre se habían acompañado, en las buenas y en las malas, como mejores amigos. Y ahora, en plena adolescencia, ambos mantenían la misma confianza de siempre. Uno de los más grandes deseos de Celeste era poder cuidar siempre de sus amigos, lo que se hacía presente en su personalidad e instintos maternales, pero en esta ocasión sentía que en cualquier momento el asunto podía escalar y escapársele de las manos.
-Si algo malo pasa, házmelo saber -le dijo ella al muchacho, mientras caminaban de regreso a casa. -Recuerda que aquí tienes a tu ejército.
Wallter sólo movió la cabeza de un lado a otro, con una sonrisa torcida en los labios. Nada malo pasaría, y estaba seguro de ello.
Mientras esto sucedía, a lo lejos, dos muchachas caminaban por la misma calle en su dirección. Ambas llevaban compras de supermercado en sus manos, y en el cielo podía verse cómo estaba anocheciendo con un tenue color anaranjado en las nubes. El sol se ocultaba tras los edificios, y tras alzar la vista, Wallter se encontró con la mirada tímida de Noria, quien intentó esbozar una sonrisa.

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⏰ Última actualización: Dec 26, 2020 ⏰

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