♨;; 𝚍𝚞𝚘𝚍𝚎́𝚌𝚒𝚖𝚘 𝚙𝚕𝚊𝚝𝚘

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Mark

¿Realmente ese chico que llevaba una pizza de chocolate en sus manos era Donghyuck? ¿Realmente ese postre que llevaba Donghyuck en sus manos era una pizza de chocolate? ¿Realmente la vida había decidido ponerme a Hyuck, acercándose a mi mesa, manchado de chocolate y trayéndome una pizza hecha del mismo ingrediente?

Realmente lo era.

Todo eso era cierto, tan cierto como lo extrañamente provocativo que se veía el vastaño en ese momento. No sabía qué quería probar antes, si su postre o a él mismo, porque hambre me acababa de entrar de todos modos.

—Lee Dong Hyuck.

Su voz resonó por todo el plató. Esa dulce voz que conseguía encenderme en cualquier momento, aquellos tentadores labios pronunciando el nombre que últimamente no paraba de rondar mi cabeza cada segundo del día.

Y yo seguía pasmado, al igual que todos los presentes en la sala, porque la bandeja que sostenía el castaño realmente tenía en su interior una maldita pizza de chocolate. Aún cuando la dejó sobre nuestra mesa, tardamos varios segundos en reaccionar y agarrar nuestros cubiertos para probar el dulce.

Antes de hacerlo quise transmitirle a Donghyuck de alguna forma que ya tenía mi voto asegurado. Cierto que era totalmente injusto y fuera de moral, pero yo no era una buena persona, nunca me había regido por las normas o ética de la sociedad, siempre me gustó pensar y actuar de acuerdo a mí opinión; y podía sonar egoísta, pero así era yo. Y si en ese momento quería votar a Hyuck porque me gustaba el chico, independientemente de su comida, lo haría sin ningún problema.

Pero no lo hice.

Cuando levanté la vista, con el trozo de dulce en la boca, y le miré, no pensé en lo guapo que se veía en ese momento, o lo sensual que le quedaba aquel chocolate encima de él —pues gracias a mis plegarias, un concursante le derramó encima bastante cantidad del líquido—. El caso es que no pensé en su físico, ni siquiera pensé en que era él la persona que acababa de cocinar ese postre cuando pronuncié las palabras.

—Tienes mi voto.

Así tal cual. Lo solté una vez tragué y luego volví a morder para disfrutar de ese dulce e inesperado sabor que había inundado mi paladar. Simplemente exquisito.

—Mark, aún no es la hora de las votaciones.

Miré a la jueza que me había llamado la atención, incrédulo por sus palabras. Si yo le daba favoritismo a Donghyuck, ella todo lo contrario. Lo tenía entre ceja y ceja, juzgándolo severamente, mucho más que a los demás. La otra seguía observando la perfecta presentación del postre, el cual parecía realmente una pizza, con todos los ingredientes que ésta llevaría sólo que con otros sustituyentes dulces. Muy ingenioso.

—Entonces le votaré luego— respondí encogiéndome de hombros, quitándole importancia a la seriedad del asunto. Yo sólo estaba siendo sincero, pues Hyuck tenía mi voto, y no precisamente por ser él. Ésta vez se lo había ganado enteramente por su talento y esfuerzo, por el resultado de esos dos factores juntos—. Está delicioso.

—Ma-

—¿Alguien quiere probar?— la interrumpí, cortando un pedazo y acercándome a un grupo en el público, sosteniendo el trozo de pizza y dándoles a coger un mordisco. Sólo me hizo falta ver las expresiones de ellos para saber que yo no era el único asombrado y deleitado con la habilidad de Hyuck—. ¿No está buenísim-?

—¡Será mejor que vayamos pasando al siguiente concursante!

Ésta vez era el presentador el que había hablado, dando por finalizado mi número. No me importó, pues yo no buscaba atención o reconocimiento, sólo me apeteció darles a probar el maravilloso postre del castaño y que todo el mundo supiera que no mentía cuando decía que consiguió el sabor perfecto para tal extraño postre. Antes de que Donghyuck volviera a llevarse el postre, le guiñé un ojo y agarré otros dos platos. Estaba tan sonrojado, tan adorable, intentando mantenerse digno aún con el nerviosismo recorriendo su cuerpo. Él mismo se veía comestible en esos momentos.

Reí e intenté apartar mi vista de él unos minutos, al menos el tiempo suficiente hasta las votaciones, porque cuando éstas llegaron, lo primero que hice fue dirigir mi vista a él, esperando ansioso mi turno para pronunciar su nombre con orgullo.

—Lee Dong Hyuck.

A nadie le sorprendió mucho. De hecho, varios de los concursantes que estaban de pie en la fila que habían formado, unos junto a otros, rodaron los ojos. Me daba igual, yo sabía que mi voto era totalmente objetivo y merecido.

—Choi Soo Bin.

Resoplé y rodé los ojos, recostándome sobre el asiento con notoria molestia. Soobin había presentado una especie de crema de queso con moras o algo por el estilo. Realmente bueno, no iba a mentir, pero comparándolo con Hyuck no podía ni oler la victoria, pues la princesa ganaba a todos por mucho. A pesar de todo esperé paciente al voto de la siguiente jueza. Cuando miré a Hyuck, aparentaba seriedad y tranquilidad, pero el pequeño detalle de no soltar las mangas de su camisa, a las cuales se aferraba como si de su propia vida se tratase, desvelaban lo nervioso que estaba.

—Su voto podría dar paso a una final entre tres concursantes o proclamar ganador a uno de los dos que ya se han propuesto— explicó el presentador a la tercera jueza, quien miraba calculadoramente a todos los participantes. Ni siquiera dudé cuál iba a ser su voto.

—Lee Dong Hyuck.

Y todo lo demás pasó tan rápido que parecieron haber acelerado el tiempo.

Aplausos y más aplausos seguidos de gritos, y música, y confeti que salió del techo una vez sacaron todos los postres de la sala. Todo el mundo emocionado, el presentador trayendo a Hyuck al frente y felicitándolo.

—Al parecer ganaste esa apuesta que decías.

—¿Eh?— Donghyuck dejó de mirarme y se dirigió al hombre que ahora sostenía un micrófono frente a él para hacer audible su voz entre todos los presentes—. Oh, sí. Claro.

—¿Estás contento?

—Supongo.

—¿Y ya puedes desvelar qué era aquello que habías apostado?

Donghyuck me volvió a mirar y sonrió, negando inconscientemente.

—Sigue siendo secreto. Pero de todas formas, ya no importa.

—¿Qué quieres decir?— el presentador le ponía infinitamente más drama y expectación al asunto, volviéndolo casi como una escena de película. Y de veras que lo conseguía, pues si no me hubiese atrapado Donghyuck con sus palabras, él mismo lo habría hecho con el tono de sus preguntas—. ¿Cómo que no importa?

—Exacto, no importa. No merece la pena que se cumpla.

Me deslumbró más la risa de Hyuck en ese momento, que todo el confeti dorado que le envolvía. Realmente lo hizo.

taste it || markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora