☣;; OO2.

147 39 2
                                    

Mark consiguió subirse al interior de la furgoneta negra sin soltar en ningún segundo al pequeño de ojos verdes y se sentó en un lugar disponible, entregándole su arma a uno de sus compañeros. Donghyuck se acomodó tímido sobre su regazo, sin siquiera levantar la mirada. Se sentía muy avergonzado, tanto que sus mejillas ardían, pero nadie podía notarlo porque aún seguía con su rostro escondido en el cuello del chico que le había sacado de ese horrible lugar, el mismo chico que ahora lo sostenía de la cintura. Donghyuck aspiraba el rico aroma que el cuello del mayor desprendía, le gustaba y era otra razón más para no separarse de él.

Cuando el vehículo se puso en marcha a toda velocidad Mark le pidió a Jisung, quien estaba sentado a su lado, que por favor lo cubriera al moreno con la manta azul ya que la temperatura de su cuerpo estaba baja y el hecho de que llevara puesto sólo su pijama y que estuviese descalzo no ayudaba para nada. Así que Jisung sin renegar le cubrió la espalda a Donghyuck con su manta, abrigándolo. El chico de ojos verdes se acurrucó aún mejor contra el cuerpo del otro, sujetando entre sus manos su osito. Cerró los ojos para intentar dormir y se terminó de relajar en el preciso momento en el que Mark decidió acariciarle con suavidad su cabello. No tardó mucho en quedarse dormido, estaba realmente cansado.

—¿Qué sucedió con los padres?— preguntó Mark, aunque no estaba muy seguro de si quería saber la respuesta.

—Estaban en el sótano sin vida— respondió uno con el semblante serio—. La seguridad falló, hubo una emboscada. Has tenido suerte de encontrarlo a él.

Asintió con tristeza, teniendo en cuenta que Donghyuck a partir de ese instante tendría que aprender a la fuerza a vivir sin el cariño ni la presencia de sus padres. Le dolía en lo más profundo de su corazón aquello. No podía soportar saber que el pequeño moreno que ahora se encontraba durmiendo entre sus brazos se había quedado solo en este mundo de pura porquería y maldad, sin el cuidado de sus progenitores. Se sentía pésimo ya que, si bien había rescatado a varios chicos de ojos verdes, nunca antes uno se había apegado a él de tal manera. Su instinto sobreprotector le decía a gritos que no lo dejara solo, porque Donghyuck confiaba en él y no toleraría que lo obligaran a alejarlo de sí para después ver cómo se lo llevaban junto con las demás personas de ojos verdes. No, definitivamente no iba a dejar que se lo llevaran. Él iba a cuidarlo.

Al llegar al estacionamiento de la gran residencial que ocupaba la corporación, la cual era inmensa con una buena cantidad de pisos y un sinfín de guardias de seguridad, Mark quiso salir de la furgoneta evitando despertar al pequeño, algo que le resultó imposible pues, luego de haber bajado, el ojiverde sintió el movimiento, lo que hizo que se despertara alterado y desorientado por completo. Una ola de nerviosismo combinada con temor lo ahogó y, al no reconocer el lugar en el que se hallaba ni las personas que lo rodeaban, le agarró un ataque repentino de asma y con un rápido movimiento saltó de los brazos del mayor. Mark se asustó al ver que Donghyuck había comenzado a respirar con demasiada irregularidad, su pecho subía y bajaba sin parar y sus manos apretaban con mucha fuerza su osito, tanta que sus nudillos se tornaron blancos. Estaba quedándose sin aire y el pelinegro no tardó en darse cuenta de que era asmático.

—¡Un inhalador! ¡Necesita un inhalador!— gritó a sus compañeros, quienes también se habían preocupado por la reacción de Donghyuck.

El moreno se dejó caer de rodillas en el duro asfalto del estacionamiento intentando hacer algo con el osito que tenía entre sus manos, pero no podía, Mark se agachó junto a él estando totalmente desesperado, sintiendo la impotencia recorrerle todo su ser. Al ver que Donghyuck le señalaba el osito con el dedo sin que su ataque se frenara, entendió la señal y con torpeza tomó el oso buscando algún cierre o algo. Cuando lo encontró lo abrió con prisa y del interior de la barriga del peluche cayó un inhalador. El pequeño lo agarró y se lo colocó cerca de la boca, lo presionó, pero al percatarse de que se había acabado el medicamento su ataque empeoró el doble. Mark entró en pánico, de un salto se puso de pie y tomó a Donghyuck en brazos.

Por impulso salió corriendo hacia la residencia, sabía que allí adentro había una enfermería, estaba más que seguro de que en aquel lugar tendrían el medicamento que necesitaba. No podía dejar que el moreno perdiera la vida de esa manera, no después de haberlo salvado de esas malditas personas, no después de que decidiera que él se encargaría de cuidar del pequeño. No podía permitir que muriese otro inocente chico de ojos verdes.

peligro de extinción || markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora