II- Annabeth

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La alarma de su celular sonaba insistentemente. Normalmente no le constaba nada levantarse, incluso solía despertarse momentos antes de que su alarma comenzara a sonar, pero esta mañana no era igual que siempre.

Después de todo el alboroto en el aula de castigo, había llegado una hora tarde a su casa ayer, gracias a los dioses del Olimpo su madre no había llegado aún. Pero esa hora le arruino completamente el día.

Tuvo que contener las ganas de estampar su celular en la pared. Apago la alarma y tomo toda su fuerza para poder levantarse, en cuanto entre al baño y se miro al espejo comenzó a sentir pánico. De lo apurada que estaba ayer, había olvidado por completo no lavarse el cabello lo que ocasionó que amaneciera con sus definidos bucles de princesa, todo estaba mal.

Tenía menos de una hora para preparase, sin pensársela dos veces conectó su plancha para el cabello. Mientras esta se calentaba, comenzó a lavarse su cara, tomó una toalla y se a pequeños toques, coló que agua de rosas, crema humeante, crema de ojos y por último su bloqueador con color.

Comenzó a compartir su cabello y comenzó a alisarlo, le gustaba su cabello de princesa, era de las pocas cosas que compartía con su padre, pero desde que había entrado a la preparatoria su madre no solo le exigía las mejores notas sino también en estar presentable, Atenea Chase solía decir:

—No es por vanidad, pero no puedes decir que eres una mujer organizada, cumplidora y sobre todo profesional si tu cabello parece un nido de aves.

Una pequeña sonrisa se posó en sus labios al recordar a la niña afroamericana del castigo, si su madre la mirara seguramente le voltearía la cara solo por ver el "desastre" de su cabello. Cuando la niña era una ternura.

Su sonrisa desapareció tan rápido como apareció, el castigo, quería volver a gritarle al director Espino ¿Como se atrevía a pedirle semejante cosa?

Después de salir de la cafetería y entrar a la oficina del Director, seguida por el Sr. Brunner. El poco buen humor que podía tener un primer día de clases se fue abajo.

—Señorita Chase un gusto un gusto -El director sonreí con una total alegría- Siéntense Siéntese

Desde que su nombre había sido pronunciado tenia un muy mal presentimiento y la sonrisa en su cara solo hacía que incrementara.

—¿Para que estoy aquí?

—Como sabe este es su último año...

Tuvo que contener el responder «¿No? ¿Enserio? O No lo había notado»

—Es la mejor alumna que ha tenido esta escuela...

Sonrió con satisfacción, sabía que era buena, pero que los demás lo supieran y en sima se lo dijeran a ella, solo hacía que su ego incrementara y eso le encantaba.

—Entonces deberá de entenderá que no podemos permitir eso

Mierda, estaba tan metida en su cabeza que ni siquiera escuchó lo que no podían permitirse.

—¿Que cosa con exactitud?

—Que el nombre de la generación sea el de una mujer -El director sonrió con tan desfachatez que la hizo querer darle una abofeteada.

—¿Que me está pidiendo señor?

—Que suspendas todos tus exámenes

El Sr. Brunner movía incómodo sus manos y le daba miradas de desaprobación a Espino.
¿Que suspendiera los exámenes?

—Solo queremos -Señaló alrededor- qué pases con la nota mínima, ya sabes para que Jason Grace se destaque

Eso fue lo último que pudo aguantar. Se levantó hecha una furia, comenzó a gritar insultos que ni siquiera sabía que estaban en su vocabulario. Sus oídos zumbaban del coraje, sabía que tenía la cara roja y posiblemente sus ojos parecían pedazos de plomo.

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