Capítulo 111

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[Editado]

Salí por la puerta de cristales abierta hacia la arena fina como el polvo.

Todo estaba bañado en negro y blanco, desprovisto de color por la luz de la luna.

Dejé que las suaves olas rompieran contra los dedos de mis pies y encontré que tenía razón respecto a la temperatura del agua, que era cálida, como la del baño di varios pasos, avanzando con cautela por el suelo invisible del océano, descendiendo en dirección a Draco

—Qué hermoso —dije, mirando también hacia la luna — Incluso diría que romántico

—No está mal —contestó él, como si no fuera nada del otro mundo — Solo que es más... Tranquilo

— Se que te gusta todo eso — una pequeña risa salió de sus labios — La luna y la playa todo junto en un solo lugar es Hermoso y perfecto

Se giro con lentitud para enfrentarse a mí y su movimiento produjo leves olas que rompieron contra mi piel. Sus ojos tenían un brillo plateado sobre su rostro

Tomó mi mano hasta que entrelazó sus dedos con los míos bajo la superficie del agua estaba tan caliente que su piel fría no me puso la carne de gallina.

— Pero yo no usaría la palabra hermoso—continuó él — No cuando tú estás aquí al lado para poderte comparar

Sonreí a medias, y después alcé la mano libre, que ahora no temblaba y la coloqué sobre su corazón.

Di un paso más hacia delante a través de las olas e incliné la cabeza contra su pecho

Me rodeó con los brazos, me estrechó contra él y sentí cómo hasta la última de mis terminaciones nerviosas cobraba vida propia

— Para siempre —concluyó él

— Pará siempre, sea lo que sea que influye en el Para siempre

Tome su mano jalando la y después nos sumergimos suavemente en el agua profunda

.....

El sol, caliente sobre la piel desnuda de mi espalda, me despertó por la mañana era muy tarde, quizá más del mediodía, no estaba segura. Pero aparte de la hora, todo lo demás quedaba totalmente claro.

Sabía dónde estaba, en la grande y muy brillante habitación con la gran cama blanca, mientras los relucientes rayos del sol entraban por las puertas abiertas

Los únicos sonidos eran los de las olas allí afuera, nuestra respiración su piel fría era el antídoto acertado contra el calor.

Sus dedos recorrían suavemente el contorno de mi columna, y supe que se había dado cuenta de que estaba despierta mantuve los ojos cerrados y apreté aún más los brazos en torno a su cuello sus dedos seguían deslizándose arriba y abajo por mi espalda rozándola apenas mientras trazaba delicados dibujos sobre mi piel.

Me eché a reír al escuchar mi estómago impaciente por comida

—¿Qué es lo que resulta tan divertido? —murmuró él, todavía acariciando mi espalda

— ¿No tienes hambre?

— Solo un poco aunque estoy bien aquí...

Abrí los ojos, y la primera cosa que vi fue la pálida, casi plateada piel de su garganta, el arco de la barbilla sobre su rostro

— Si tienes hambre podemos ir a comer algo... ¿Que se te antoja?

— No lo se... Algo ligero panqueques? — sonrie — Yo los puedo preparar

— O nuestro elfo doméstico...

— Me gusta hacer las cosas por mi y no quiero un elfo doméstico como exclavo

Su expresión me produjo una conmoción, una sacudida física a través de mi cuerpo

—Draco.... —le dije, con un pequeño y extraño temblor en la garganta—¿Qué te pasa? ¿Qué es lo que va mal?

— ¿Acaso necesitas preguntarlo? —su voz sonó cínica

Mi primer instinto, el producto de toda una vida de inseguridades, fue Preguntarme qué era lo que yo había hecho mal.

Pensé en lo que había ocurrido, pero
no pude encontrar ninguna nota desagradable en el recuerdo.

— Al parecer a ti te gusta mantener a los Elfos bajo tu poder como el resto de los magos

Todo había sido mucho más simple de lo que yo esperaba, puesto que ambos encajamos como dos piezas fabricadas precisamente para eso, para formar las partes de un todo.

Su dedo suavizó las líneas de preocupación que se habían formado en mi frente.

—¿En qué estás pensando? —murmuró

— En que piensas... En qué rechace a un elfo doméstico?

— Recordé una vez que me dijiste que en algún momento te trataron de esa manera... Y ahora el nos trata así a ambos

— Han sido tiempos oscuros... Para todos — lo mire por un momento suspirando — Se que tu lo sabes... Tu familia

— Y si mejor si voy y te hago algo de comida — me dijo en voz baja y con suavidad se deshizo de mi abrazo

Suspiré cuando desapareció, a toda prisa tenía la sensación de que había acabado mi luna de miel.

Me puse un vestido blanco de algodón con el que estaba poco familiarizada y que ocultaba la mayor parte de mi, caminé descalza, sin hacer ruido, hacia el lugar de donde procedía el olor de los huevos, el tocino y el queso de Cheddar.

Draco estaba delante de una cocina de acero inoxidable, deslizando una tortilla en un plato de color azul claro que había colocado sobre la encimera con la varita en alto

—Aquí lo tienes —dijo se giro hacia mí con una sonrisa en el rostro y puso el plato en una pequeña mesa de azulejos.

Me senté en una de las dos sillas de metal que había y comencé a devorar los huevos calientes.

— Creo que no te alimento con la suficiente frecuencia

— No soy una mascota a la cual alimentar Draco — una risa salió de mis labios — Come un poco

— Eso pensaba hacer — me regalo una sonrisa tomando un trozo de tocino

— Por cierto, esto está buenísimo Impresionante, teniendo en cuenta que lo ha hecho alguien que solo sabe usar la barita.

— Ya sabes, con magia todo es posible —comentó, haciendo relampaguear su sonrisa torcida, mi favorita y agitando su varita

Me alegré mucho de verle otra vez feliz, de que se pareciera de nuevo un poco más a sí mismo

—¿De dónde han salido los huevos?

—Le pedí al Elfo Doméstico que equipara la cocina, por primera vez, en este lugar

Su voz se desvaneció, mientras su mirada se fijaba en algún punto por encima de mi cabeza. Yo no contesté, intentando evitar decir cualquier cosa que le alterara una vez más

— Gracias — le dije, y me incliné sobre la mesa para besarle

Él me devolvió el beso de forma automática, pero de repente se envaró y se alejó de mí

— ¿Qué te parece si seguimos desayunando?

The Magic Love  [Draco Malfoy Y Tu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora