Calum y yo habíamos crecido juntos. Mi familia se mudó junto a su casa cuando yo y mi hermano, ese que por algún extraño suceso de la naturaleza es idéntico a mí, apenas teníamos cinco años. Desde entonces, él y Calum se convirtieron en muy buenos amigos; y como yo estaba acostumbrada a seguir a Newt a donde fuera, él y Calum no podían hacer más que aceptar mi constante presencia. No voy a negar que al principio era algo molesta, y que su actitud ante mi no siempre fue la más amigable. Al final, sin embargo, terminamos siendo inseparables los tres.
Recuerdo perfectamente lo confundido que estaba Calum cuando nos vio a Newt y a mí por primera vez, porque a esa edad Newt y yo éramos increíblemente parecidos. Nos tomó mucho tiempo que entendiese cómo funcionaba la mecánica de los hermanos gemelos. Cuando finalmente comenzó a comprender, al rededor de la tierna edad de los ocho años, Newt y yo ya habíamos tomado caminos completamente diferentes: mis rasgos se habían tornado mucho más suaves que los suyos, y, por alguna razón, él era más alto que yo.
Pasamos por millones de cosas los tres juntos, pasamos por todas las "primeras veces" que la vida siempre nos presenta. La primera vez que besamos a alguien; la primera vez que nos enamoramos; el primer día en el colegio primario, y aún más importante, el primer día en el secundario; la primera vez que nos decepcionamos por algo... Siempre, sin excepción alguna, siempre estábamos ahí el uno para el otro. En nuestro patio teníamos una pequeña casa de madera que era un excelente refugio para los tres. Pasábamos eternas tardes allí...
Cómo sea, compartimos unos largos trece años los tres juntos, y aún con 18 años, continuábamos siendo igual de unidos que el primer día. Y es por eso que aquel 31 de diciembre, a las 11:39pm, me encontraba en el patio de la casa de Calum, con una botella de cerveza helada en la mano, esperando el inicio de otro año excelente.
El lugar estaba abarrotado de amigos y no-tan-amigos de la banda de Cal. Los chicos habían elegido su casa porque creían, al igual que yo, que era la más grande. Sin embargo, había tanta gente allí que el lugar parecía diminuto. Estaba decorada levemente con los adornos que quedaron de la Navidad, pero lo que más llenaba el paisaje de vida eran las mesas cubiertas por vasos rojos y botellas se todos colores, y la gente que iba y venía y bailaba al ritmo de lo que fuera que estuviese sonando. El patio también estaba repleto de gente, pero por lo menos corría un poco más de aire que adentro, y podía mirar hacia arriba y no sentirme tan encerrada. El cielo estaba apenas iluminado por algunas estrellas, esa noche se lo veía más oscuro que de costumbre.
-¡Nina, Ni, Ni, Nina! -escuché una voz por demás conocida detrás mío, e inmediatamente reconocí de quién se trataba.
Podría sentir el hedor a alcohol que Ashton tenía encima a kilómetros de distancia. Por alguna razón, se le había hecho habitual el beber por demás en las fiestas. De cierta forma, era divertido y nos entretenía, pero a veces la cuestión se tornaba un poco más complicada, y el pobre pasaba las mañanas siguientes con resacas eternas. Pasó su brazo por sobre mis hombros, y me abrazó. Tuve que sostenerlo un poco para que no se desplome contra el piso.
-Nina... ¡Que! ¡Hermoso! ¡Nombre! -exclamó, claramente exagerando sus gestos y su habla. Había escuchado eso mil veces viniendo de él y de varias botellas de alcohol.
-Como quien lo lleva... -repuse sonriente.
-Claro que sí, -dijo al mismo tiempo que levantaba lo que debía ser su décima cerveza, al menos- ¡salud por eso, Nina!
-Salud, Ash... -repliqué sin ánimo.
Le di un sorbo mi cerveza luego de eso, pero estaba segura de que no había forma de que pudiese seguirle el ritmo a Ashton. El chico bebía como si lo que tenía en la mano fuese lo único que quedaba de líquido sobre la faz de la Tierra. Era divertido, en cierto modo. Luke se nos unió en ese momento junto a un chico a quien no conocía, y le puso un alto a Ash.
-¿Cuántas se tomó? -preguntó preocupado.
-No tengo idea, la última vez que lo vi no estaba en este estado -reí.
-¡Me encuentro bien...! -intentó mascullar Ashton, al mismo tiempo que apoyaba su cabeza sobre el hombro del chico a quien no conocía. Este lo observó intrigado por unos segundos, y luego se rió con el resto de nosotros.
-Claro, si es que quieres comenzar el año vomitando -repuso Luke.
-Será mejor que se siente un rato... -sugerí. Inmediatamente, Luke lo ayudó a volver dentro de la casa. Ash apenas podía caminar, y aunque no debía, la imagen me causaba gracia por demás.
Lamentablemente, me quedé sola con el desconocido, quien ni siquiera mostró intención alguna de seguir a Luke y al desorientado Ash. Odiaba estas situaciones, no sabía cómo manejarlas. Era tan simple como eso, no podía hacerlo. Empezaba a tambalearme sobre mis pies de forma nerviosa, a mirar al piso incansablemente, mi pulso se tornaba imparable. Nunca supe bien cómo comenzar conversaciones con desconocidos, y tampoco pude entender cómo fue que conseguí hacer amigos en algún momento. No era buena con esas cosas. Le di un sorbo a mi cerveza nuevamente, la cual estaba ya casi vacía, y por ende no me serviría más de excusa para no decir algo. Excelente.
-Tú... Tú eres Nina, ¿verdad? ¿Nina Cavanaugh? -preguntó, para mi sorpresa.
-Sí... -respondí, sin agregar nada más a la conversación. El silencio volvió a viciar el aire a nuestro alrededor. Esto era justamente lo que quería evitar, pero no sabía cómo hacerlo. No sabía cómo manejar el silencio.
-Yo soy Thomas... -continuó- Thomas Moore.
Le sonreí, sin tener idea alguna de cómo continuar con la situación. Thomas era apenas más alto que yo, pero más corpulento. Tenía ojos color café, y una sonrisa tímida. Parecía nervioso, como yo, y su gesto denotaba mucha ternura. En cierto punto, la suma de tantos rasgos bellos como los suyos tenía como resultado un rostro poco llamativo, pero increíblemente agradable a la vista.
Me hubiese encantado decirle que era un placer conocerlo para no sonar descortéz, pero me vi interrumpida de la peor forma posible. Una voz irritante sonó detrás mío, e inmediatamente su persona se hizo presente a mi lado. Mordí mi labio y puse los ojos en blanco, porque ya sabía perfectamente qué iba a ocurrir.
-No me digas que lo estás hundiendo a él también en tu mundo miserable, Cavanaugh.
-Clifford... -repliqué sin ánimo- Me encantaría decir que es un placer verte, pero no me gusta mentir.
Necesitaba otra maldita cerveza. Con urgencia.
-No te preocupes, no me interesa. Ey, Tom, vamos adentro, ya casi es Año Nuevo y creéme que no quieres empezarlo al lado de este intento de mujer.
-Vete al infierno -dije entre dientes.
-Claro, te espero allí.
Me guiñó el ojo de forma irónica, tomó a Thomas de un brazo, y lo arrastró hasta en interior la casa. El pobre chico no entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, antes de seguir a Michael, volteó y se despidió de mi. Parecía ser agradable, no podía negarlo. Fue una lástima que tuviera que irse. O que fuera forzado a entrar a la casa por un idiota, en realidad.
No podía siquiera empezar a explicar lo mucho que detestaba a ese muchacho.
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Straight-up hustler || m.c.
FanficNina había hecho un trato con la vida: ella sería buena y condescendiente con quien se lo merezca. No tenía por qué atentar contra alguien si esa persona no le había dado razones pertinentes. Sin embargo, Michael reunía por sí sólo todas las caract...