Debo terminar esto, ¿Qué hago ahora?

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Había pasado muchos años imaginando como sería el día que Sasori me pidiese matrimonio, figuraba como lo haría, que lugar escogería y sobre todo pensaba que cuando aquel día llegara seria la mujer más feliz sobre la faz de la tierra, me imaginaba planificando y organizando cada simple detalle de nuestra boda como si de ese pequeño detalle dependiera el éxito de nuestro enlace; Y por sobre todo soñaba con un blanco vestido a juego con un largo velo que cubriría mi sonrojado rostro.

Añoraba pensar en el momento cuando caminara por un largo pasillo donde al final estuviese aquel hombre que me esperaría con ojos ansiosos y rebosantes de alegría al verme dirigirme hacia él, sabiendo que a partir de ese día él sería solo mío y yo solo de él. Y veme ahora, sin el menor ápice de alegría mucho menos emoción por que aquel "mágico" día al fin llegó.

Este día, el día de la propuesta era una verdadera locura, Sasori no me dio la menor oportunidad si quiera de responder a su proposición, colocó el anillo en mi dedo anular haciendo que automáticamente todos en el lugar vitorearan y aplaudiera por la feliz pareja, la gente iba de un lado al otro abrazándonos y felicitándonos por nuestro próximo enlace matrimonial, por una feliz y larga vida juntos.

Traté de escaparse de tan incómoda situación, deseaba con todo mi ser buscar a Sasuke, explicarle que todo era un mal entendido, que no me casaría, que había tenido un cambio de corazón y para mí ya no existía nadie más que él, el hombre que me había vuelto a hacer sentir que era especial para alguien, que me veía por sobre todo y que me hacía contar las horas del día pensando que finalmente lo volvería a ver, pero fue imposible.

Finalmente, entre el mar de invitados que comenzaban a hacerme sentir ahogada y sin salida, logré divisar a quien podría ayudarme. En una esquina bebiendo con su típica sonrisa despreocupada estaba Naruto, sentí como si encontrase un salvavidas en el medio del oscuro océano.

- ¡Naruto oye! - Corrí hacía mi amigo.

- ¡Sakura-chan! ¡Felicidades!

- Amm gracias Naruto, pero hay algo más importante en este preciso instante. - Lo tomé por los hombros zarandeándolo levemente mostrando con mi acto la impaciencia que sentía. - ¿Has visto a Sasuke? ¿Dónde está? Dímelo por favor necesito hablar con él.

Naruto no comprendía el porqué de mí actuar, cuando según él debía estar más feliz que nunca, resultaba que estaba eufórica buscando a otro hombre.

- Sasuke se fue hace una media hora aproximadamente, dijo que parecías ocupada así que mejor te felicitaría mañana en el hospital.

Una combinación de tranquilidad y agonía se apoderó de mi ser, necesitaba aclarar todo con él, pero al menos tenía la esperanza que al día siguiente tendría una oportunidad para arreglar ese embrollo, por lo menos eso fue lo que pensé en aquel momento.

En eso mis ojos se fijaron en un pelirrojo que a lo lejos era abrazado por algunos amigos, entonces al fin recapacité, había estado tan absorta pensando en mi propia necesidad por el azabache que se me había olvidado que no eran mis sentimientos los únicos que valían en ese momento. Si iba a hacer esto debía hacerlo bien.

No quise terminar con aquella situación frente a los asistentes, esto era entre dos y así debía arreglarlo, entre el hombre que en algún momento amé y que significó el mundo para mí y yo. Por respeto a los años juntos y a todo lo que habíamos vivido, decidí esperar.

La celebración terminó bastante tarde esa noche, después de mucho tiempo sin muestras de afecto Sasori se ofreció para llevarme a casa, el viaje fue tranquilo, escuchaba todo lo que él tenía para decirme, como habían logrado cerrar el trato del bufete, cuan felices estaban todos por nosotros y un sinfín de historias más. Finalmente, aparco frente a mi hogar, era ahora o nunca.

Donde termina mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora