Copo negro

37 5 1
                                    

Martes, un día más en la vida de una joven de lo más normal, bueno, eso creía yo.

Me levanté y como cada mañana me preparé y me fui al instituto, pero de camino me encontré al gato negro, estaba al lado de un árbol, lamiéndose la pata, le miré y sonreí, "Que mono" pensé. Llegué a la puerta del instituto y entré. Las clases se me hicieron muy pesadas, pero llegó el patio y salimos todos. Esta vez fui con Irene, Víctor y Toni. Fuimos al 24 horas a comprarnos el almuerzo.

- ¿Habeis visto como se ha puesto la de biología? - dijo Toni riéndose - Casi me da algo.

- Normal, le habéis dejado el suelo hecho un asco - dijo Irene - ¿Acaso sabéis beber?

- No es mi culpa que Víctor me empujara mientras bebía.

- ¿Perdona? - dijo Víctor - Yo sólo quería ayudarte.

- ¿A qué? - pregunté yo.

- A beber, claro está.

- Yo si quieres te puedo echar una mano, pero en la cara - dijo Toni bromeando.

- En ese momento vi al gato de esta mañana en la acera de enfrente y lo miraba extrañada - ¿Qué miras? - me preguntó Irene.

- Nada - contesté - estaba pensando.

- ¿En qué? - me preguntó intrigado Víctor.

- ¿Veis ese gato de ahí? Pues lo vi ayer, me lo he encontrado esta mañana viniendo y lo veo ahora.

- Puede ser un gato diferente - dijo Víctor.

- No, es él.

- ¿Cómo lo sabes? - dijo Irene.

- La pata, tiene una herida.

- Vale, pues si es eso puede que sea ese, pero también hay más gatos en el mundo con heridas - dijo Toni.

- Esperadme un momento.

- ¿Dónde vas? - pregunto Irene.

- Voy a ver si es el gato, me he emparanoyado.

Crucé y lo cogí, sonreí y le dije: "¿Qué haces aquí?¿No tienes casa?", lógicamente no me contestó, sino sería raro. Le dejé en el suelo y me fui, pero antes le dije: "No te metas en problemas, nos vemos". Volví  ya era hora de entrar.

Pasaron las clases y me fui a casa, de camino vi al gato en medio de la carretera, venía un coche que lo vió, e igualmente no bajó la velocidad. Mi primer impulso fue ir corriendo a por él, lo cogí y lo dejé en el suelo. "- ¿Por qué lo has hecho?" le dije, me siguió hasta casa y le pregunté: "- ¿Quieres entrar?" pensaba que era inútil hacer esto, pero me ronroneó y se restregó en mi pierna, le dejé entrar y me estuve planteando el adoptarlo, pero eso debería consultarlo con mi padre. Mientras tanto le dí comida y un poco de agua, estuve toda la tarda jugando con él, ya me había encariñado y quería adoptarlo. Era la hora de cenar, llegó mi padre.

- Papa, ¿Podríamos tener un gato en casa?

- No me gusta mucho la idea, pero dime, ¿Por qué lo preguntas?

- Cogí al gato y se lo enseñe - Por esto, me ha estado siguiendo durante unos días y bueno, que si podría quedarse.

- En cuanto le vió los ojos decidió su respuesta - No, Candela. - dijo serio - No quiero animales en casa, además, este gato tiene unos ojos... Extraños.

- Si son muy bonitos.

- No me refiero a eso, bueno, deja al gato fuera y sube a tu cuarto.

- Está bien...

Salí de casa y lo dejé en la misma puerta. "- Si quieres puedes venir a visitarme, pero no puedes estar aquí, lo siento - le acaricié la cabeza - nos vemos", entré en casa y subí a mi cuarto. Estaba hablando por whatsapp con la gente de mi clase y me enteré de que mañana habría un compañero nuevo en nuestra clase, la gente estaba emocionada y Paula me abrió por privado y me dijo que si era guapo iría a por él, ya me lo esperaba que me lo dijera, lo hace con todos los nuevos. Me fui a dormir, aunque no pude dormir mucho porqué estaba pensando en el gato, "- me parece muy raro que me haya seguido tanto tiempo - pensaba y me pregunté - ¿Seguirá haciendo lo mismo?".

Miércoles, día de conocer al nuevo. Me levanté, me preparé y me maquillé un poco. Desayuné y salí de casa, en el camino me crucé con un chico qué me susurró - no le conocía de nada, supongo que se habrá confundido, pero decirle eso a una desconocida... - llegué al intituto y allí estaba, en un banco, el gato, me acerqué y le dije " - ¿Que haces aquí? - reí - Eres un gato muy adorable, pero ahora no me puedo distraer contigo" noté que me miró con una cara de odio. Entré a clase, una clase monótona con sus mesas, sus cinco filas, su pizarra, sus ventanas (las cuales suelo mirar a menudo), su profesor explicando cada día una cosa nueva y, por último los alumnos, algunos atento, otros durmiendo y otros en proceso de la segunda. Lo único diferente era el chico nuevo. Primera hora, tutoría, vino nuestra tutora con un chico que iba vestido todo de negro, con una chupa y una camisa de "avenged sevenfold". Tenía adornos como cadenas en los pantalones, mitones y un collar de pinchos. Resumiendo, un chico totalmente "darks". Se llamaba Ivan, había un sitio libre al lado de un compañero, que era algo completamente contrario al chico nuevo. Cuando se fue a sentar me miró y me di cuenta de que era el mismo chico con él que me había cruzado esta mañana. Empecé a pensar que eran demasiadas casualidades, ¿Y si resultaba ser que este chico me había seguido durante un tiempo y ahora me quiere acosar más de cerca? ¿Y si...? Esto fue lo que pensé en la primera hora, me relajé en la segunda,y en la tercera tocaba educación física. Hoy teníamos que correr y hacer una prueba de resistencia. Esta asignatura me gustaba, solo que... Somos cuatro chicas en clase, los demás son chicos, y como que normalmente se suelen poner detrás de las chicas para vernos el culo, ya que las chicas que somos nos juntamos para hablar mientras corremos. El chico nuevo no hacía la clase de hoy, se iba a hacer turismo por el instituto para verlo y orientarse. Llegó el patio, hablamos de las tonterías de siempre y resaltamos cosas de las clases que hubieran sido graciosas, volvemos a entrar pasan las horas que quedaban y salimos. Miré al banco y no estaba el gato. Llegué a casa y vi a mi padre estirado en el sofá - Debería estar trabajando - pensé, me acerqué - papa, papa, ¡papa!, ¡PAPA! - no me contestaba ni se despertaba, tenía la mano en el pecho apretándoselo, me asusté y llamé a una ambulancia. 

Decidí ir al hospital a verle y al salir de casa, estaba el gato parado en la puerta. No tenía otra  cosa en al cabeza que mi padre, así que no le dí importancia fui corriendo al hospital. Llegué y pregunté por mi padre, me dijeron la sala y a los diez minutos de llegar vino un doctor.

- ¿Eres su hija?

- Sí, dígame doctor, ¿Mi padre está bien? - pregunté aguantandome las ganas de llorar.

- Bueno, está en su habitación estable, pero con cualquier alteración de su cuerpo o de su ambiente le puede pasar algo grave, está muy sensible.

- Pero... ¿Qué le ha pasado?

- Un ataque al corazón y veo que tenía otra enfermedad que afecta a su cuerpo.

- Sí... Pero... ¿Se pondrá bien?

- Si, no te preocupes, vete a casa y con cualquier cosa te llamaremos, ¿Está bien?

- Vale, muchas gracias.

Un copo negro

no ve el escudero

y pasa el escudo ardiente,

lo rompe poco a poco

con su afilado y negro diente,

hace que la flor esté en remojo.

Una flor en inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora