CAMBIO RADICAL Parte 2

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CAMBIO RADICAL
Parte 2







Joel Ignacio García Companioni (Matica)
@yoelmatica










Sinopsis

El relato cuenta la historia de una relación sexual caliente controlada por el protagonista en primera persona. Este utiliza sadomasoquismo y bodage para provocar mayor placer y control. Perteneciente este relato al Realismo Sucio.   












Pasaron cinco años desde mi encuentro con Carolina en el Hotel. Nunca olvidé los momentos donde ella me había hecho tocar el cielo.
Actualmente tenía veintitrés, con una carrera casi al acabar. Mi estilo había cambiado por completo, de la noche a la mañana, era un poco diferente. Estaba orgulloso de ser quien era y no como debería ser. Pelo largo, piel pintada, orejas dilatadas cada vez más, todo un rebelde a la vista pero de corazón pacifista. Con una mente muy desarrollada, abierta y brillante para mi pequeño pueblo rural y poco calificado. En la sexualidad presentaba una perversión salvaje llena de fetiches. De esto hablaré más detallado en los siguientes párrafos, describiendo y pintando al lector una imagen mejor dibujada de como ocurrió todo.  
Visitaría un viernes a mi tutor de tesis para aclarar unas dudas. Me tenía que orientar sobre la exposición y defensa de la misma, por tanto me quedaría algunos días por su zona. Este era gran amigo de mi padre, compartieron estudios y tal, vivía en un pueblo vecino a cien kilómetros de distancia aproximadamente. Era una persona mayor, un hombre de estudios, varias maestrías y doctorados. Logré hospedarme al frente de su casa, en un hostal barato y cómodo. Visité a Roberto (mi tutor), estuvimos platicando sobre la familia, las novias y principalmente la conclusión de la carrera. Después de despedirme, salí por el pasillo lateral dándome cruce con una muchacha que entraba por donde yo salía. Estaba en la primavera de su juventud, lo más fresita que había visto en mi vida. Antes había hablado con ella por una red social de mensajería, pero nada serio para mí, siempre fue mi fan número uno (según ella), me lo dijo varias veces. Sus atuendos rosados, collares, pañuelos y pulsos excéntricos los decían todo, sin contar que era la nieta de Roberto.
Me saludó y miró con picardía, llena de descaro, con una carita endemoniada, su cinturita bailaba mientras caminaba por mi lado. Me quedé con aquella imagen en la cabeza por unos minutos pero se me fue como mismo me había entrado. Entré a mi hospedaje, al cuartico, salí en búsqueda de comida y volví a entrar. Cerca de las doce salí sin camisa a fumar, para no llenar el pequeño cuarto de humo. Fue rápido. Con solo par de caladas gasté mi cigarro. En la placa vecina estaba la muchacha con una amiga, tenían una especie de pequeña reunión o algo similar, no la había notado hasta que formaron alboroto y su vacilación era con descaro. Me chiflaron, e incluso  me piropearon. No estaba acostumbrado a que me pasara eso. No soy tan atractivo, a no ser por mi metro ochenta y mis tatuajes cubriendo mi torso. Con un poco de pena y sin saber cómo reaccionar a la situación entré al cuarto.
Al otro día temprano me senté con el señor Roberto. Toda la conversación y aclaración de dudas fue un éxito. Cerca de mi partida, me encontraba sentado esperando unos libros que me habían ofrecido. La chica recién levantada salió de una habitación (al parecer, su cuarto), modeló frente a mis ojos, moviendo incluso más de lo que tenía, se dirigió a la cocina. Mirando fijamente mi portañuela, mordiéndose los labios y agachándose adrede en busca del pomo de agua más al fondo del frigorífico, a solo tres metros de mí. Vestía un short bastante informal, con una tela media gastada mostrando con intenciones su negra tanga encajada en lo más profundo de su culo. Automáticamente tuve que distraerme para evitar una erección. Apareció su abuelo con los libros y dejó de actuar como chica playboy. Casi sin despedirme y de extraña forma me retiré.
Pasé el resto del día sin salir, hasta que llegó la noche. Iría por unos tragos, un par de cigarros en cualquier bar de no muy mala calidad. De pasada por un bar, no muy de mi estilo, se encontraba la nieta de Roberto, de frente a la calle, sentada con un alguien tomando algunas copas. Le asentaba bien su estilo ochentero de esa noche. Antes de perderla de vista, me miró, me siguió con la mirada, mostrándome una sonrisa y luego giñando un ojo, esta expresión me decía más de mil palabras. Seguí mi camino de largo hasta un pequeño sitio donde me acomodaría. Me relajé, incluso canté par de canciones conocidas en voz baja y medio ebrio me dirigí a descansar al hostal.
Docenas de cuadras antes de mi destino, coincidí con una pequeña discusión, ahí estaba ella actuando como chica de barrios albañales. Tenía problemas y hablaba casi a gritos con el novio o con el amiguito con derecho, en ese momento no sabía quién era el muchacho. Me quedé cerca para calmar la situación en caso de que aumentara la adrenalina. Ella percató que yo me encontraba cerca mirando y fue peor, aumentó su escándalo al extremo de que el muchacho se retiró y la dejó hablando sola. Rompió en llanto, sentándose a solas en lo oscuro bajo un Framboyán. Me dio lástima verla así, se encontraba muy lejos de su casa y era casi media noche, muy tarde para que una chica anduviera sola por ahí. Solo esperé un poco, para ver su reacción, me acerqué después de varios minutos y le propuse acompañarla a su casa, ya que se me hacía camino. Sus condiciones no eran las mejores, se había pasado de tragos y estaba llorando, discutía con ella misma. Accedió a mi ayuda. Nos fuimos caminando lentamente para lograr pasar aquel extenso y aburrido camino. Muy rápido fue su transformación de la tragedia a la comedia, su tristeza había desaparecido a los metros, hacia chistes, me hablaba sobre su abuelo, me preguntaba cosas sobre mí (intentando ganar confianza), un poco de la escuela y por último se refirió a los engaños del chaval ese que andaba con ella. Según ella: el joven le había sido infiel varias veces, con varias chicas, no tenía por qué aguantar eso, llevaría una nueva vida desde ahora. Ya casi en la entrada de su casa, me pidió que la dejara entrar en mi cuarto para tomar un baño, que en esas condiciones no debería entrar a su casa. Yo pensando como un ángel, todo saldría bien, la chica pasaría un rato, se bañaría y se iría, le estaba haciendo un favor; pero pensado como un demonio, me la imaginaba haciendo cuclillas encima de mí, trataría de tomar el primer pensamiento angelical.
La dejé entrar, ella sin preguntarme fue directo al baño, me pareció raro, para mi entender ya había estado acá antes, pero, ¿que estuvo haciendo aquí?, dentro de aquellas paredes que tantos penes habían visto en estado de erección y tantos lechazos mancharon sus sábanas y paredes. Me comunicó desde el interior del baño que demoraba un poco, yo cerré la puerta (sin seguro) y me acosté para refrescar las piernas sobre la cama. Tardó un poco, pero nunca me esperé que fuera a salir de la manera en la que salió.
Salió del baño en ropa interior, atractivamente sexy, me quedé medio en shock, pero muy rápido le pregunté que si estaba loca. A lo que ella respondió con una vuelta de 360 grados sobre su eje, me calló la boca con solo ese movimiento.
Describiré detalladamente la chica para dibujar en sus mentes a lo que me estaba enfrentando en ese momento. Pelo rubio y lacio, por la mitad de la espalda, ojos claros altamente atractivo; su perversa y penetrante mirada hablaba por sí sola, boca chiquita de labios voluminosos y siempre húmedos, mejillas rosadas a causa de la situación, su cara en general era hermosa, ¨angelical¨  y de rasgos finos. Su cuello era alargado, pecho erguido, pezones firmes, su piel cuidada y sin daños extremadamente blanca; aún más en los lugares donde el sol no llegaba, abdomen plano como carretera, cinturita pequeña, muslos gordos, estatura mediana-alta,  con curvatura casi de película y un peso normal. Vestía un sostén rojo que cubría un poco más arriba de los pezones; exhibiendo gran parte del seno y en la parte inferior traía un microkini rojo (imaginen un bikini pero cubriendo solo lo necesario de tamaño micro), bien enterrado marcando su vagina, dividiendo los carnosos labios a simple vista, tenían un volumen bien grande. Caminó hasta la puerta, sus nalguitas redonditas, exageradamente blancas y sin una gota de celulitis brincaban con los pasos… posteriormente aseguró la puerta y se dirigió a mí.
Sensualmente se tumbó a mi lado, con un pie y brazo encima de mí, acariciando mi pecho. Cuando notó mi falo duro como el concreto casi partiendo el short, me miró sonriendo con asombro. Me encontraba boca arriba sobre la cama inmóvil, sin un solo movimiento, aguantándome un poco a sus provocaciones. Yo no decía nada, ella tampoco mientras me agarraba por encima del pantalón, mirándome fijamente a los ojos mientras lamía mi cuello. Abrió la portañuela y metió su mano, escarbando entre mi muslo y mi Mini Bóxer encontró lo que buscaba. No movía ni una pestaña, mientras ella pasaba mil dificultades para lograr sacar mi pene por la pata del Bóxer y por la portañuela. Al final sacó mi sexo entero. Mirándome a los ojos fue bajando muy suave, dejó caer su pegajosa saliva entre su mano y mi pene, me masturbaba apretándome cada vez más. Jugaba con sus dos manos, quedaba espacio para su boca hasta introducirla al juego colectivo, todo esto con sus ojos claros mirándome fijamente. Empezó a meter los diecisiete centímetros de mi grueso pene en su boca sin pestañar, ni hacer una mueca, ni tan siquiera asquearse, cara de niña y cuerpo de ángel, pero era una experimentada maestra en las felaciones. Hacia malabares con mi polla en su boca, por un lado y por otro, en círculos con la lengua, hasta la garganta varias veces y con su lengua lamia la base del pene, chupaba con fuerza mi glande, utilizaba sus manos a veces si, a veces no. Todo estaba muy mojado con grandes cantidades de saliva, corría por dentro de mi portañuela entripando mi ropa, testículos, incluso la cama y el short. Estuvo mucho tiempo jugando, tenía ansias de sacarme la leche, quería verme terminar dentro de ella, inundando su boca de semen. Lo que ella no sabía era que si eyaculaba en su boca le iba a promover el celebro, le saldría la esperma por la nariz y las orejas en conjunto. Loca por sentir algo duro en su crica, subió besando todo mi cuerpo descansando en mi oído y susurrándome: -¡Hazme algo que nunca me hayan hecho antes!...
Me quité la camiseta, short y zapatos para aumentar mi comodidad. Le pedí amablemente que retirara toda su ropa interior, poniendo mi perversión a su nivel, se acostó boca abajo ya desnuda y me senté encima, con mis partes babeadas rosando su espalda baja. La acariciaba con delicadeza, provocándole un cosquilleo a simple vista, se retorcía sobre la cama. Me detuve para buscar algo que impidiera su visión, sería más excitante para ella, al final solucioné el problema con mi Bóxer. Le pedí amablemente que se colocara de perrito, apoyando sus hombros sobre la cama, pegando sus manos a sus tobillos, así tendría sus partes más expuestas. No tenía mis sogas para el Bondage pero algo tenía que inventar rápido, mi brillante idea del momento fueron mis enguatadas. Até y ajusté bien fuerte dos enguatadas, una para cada tobillo y muñeca, tratando de no hacerle daño y que no se sintiera incomoda. Cuando terminé las resistentes ataduras, me quedé mirándola, se me caía la baba, era una pintura renacentista.
Sus senos eran perfectos, hechos exactamente para encajar en una mano, los gemelos siempre parados en firme. Nunca había visto una vagina como esa ni en películas para adultos, era la perfección: pequeñita,  similar al botón de una rosa, con labios menores pequeños, que no sobresalían de los labios mayores, sin rastro de vello púbico alguno, todo de un matiz rosado, el olor que emitía era muy sutil a fresa. Ganas tuve de metérsela completa hasta el fondo, pero no  debía fallar en esas cosas de principiantes, tenía que actuar con cabeza, sensualidad y buscar sus puntos débiles.
Mantuve a mi lado un cinturón de cuero que utilizaría más adelante, me arrodillé en la cama muy cerca de sus partes, a muy pocos centímetros. Pasaba mis manos por el interior de sus muslos, abdomen, cintura y nalgas, después fui introduciendo mi lengua lentamente al asunto, mojando sus nalgas, sus brincos de excitación me sorprendían, su piel se erizaba de forma sorprendente, lo estaba disfrutando mucho. Mientras rosaba mis labios por su piel de gallina escuchaba sus gemidos de placer. Me mantuve así por un rato buscando que su calentura subiera como la espuma. Luego me separé por unos segundos, apreté sus muslos agresivamente y la sorprendí con un anilingus (el beso negro o anilingus, es la inserción de la lengua lo más profundamente posible en el ano). Mientras mi lengua se movía en círculos dentro de su apretado y rosadito culo, amasaba y pellizcaba sus pezones sin parar, después comprimí sus costillas fuertemente con mis manos. Corría por sus muslos excitación, su semen, muchísimo flujo vaginal dilataba cada vez más su vulva. Introduje primero un dedo en su coñito, luego dos, mientras mi lengua pasó a jugar con su clítoris. Estaba muy mojada, le temblaban los pies, arqueaba su columna, sus gemidos eran incontrolables, eyaculaba a chorros y aun mi acto no terminaba. Mi lengua exploraba cada milímetro de piel, cada tejido dentro de ella, absorbía cada sustancia, saboreaba sus líquidos.
Cambié la postura. La observaba, apoyando mis rodillas sobre la cama muy junto a ella, dibujaba líneas verticales que pasaban por todas sus partes rosando la punta de mi pene en su vagina, culo y perineo. Su vagina brillaba cubierta de transparencia liquida, muy hinchada y dilatada, tornándose de un color rosado intenso, abultando sutilmente los labios al exterior. Quería un mínimo protagonismo para ella en la acción, solo un poco. Presentado el glande sin obligación en la vagina y que ella dirigiera la introducción. Solo me quedé en firme y poco a poco fue echándose hacia atrás con suaves movimientos. Su cosita era chiquita, apretaba demasiado, la fortuna era la buena dilatación, era un gran pie para un pequeño zapato. Logró empujar hasta la mitad, de la otra parte me encargaría yo. La tomé con furia por los costillares con las manos y apreté con todas mis fuerzas, su cintura era tan delgada que solo faltaban unos centímetros para que mis pulgares se tocaran, mejoraba mi manipulación al cien por ciento, apretándola contra mí. Combinando el fuerte agarre de mis manos con los movimientos concentrados de mi pelvis, casi logramos alcanzar al clímax perfecto.
Me detuve en firme, ella continuó moviéndose, pero retiré mi miembro para ponerle un freno al sexo en el momento menos indicado para ella, fui un maldito, no le gustó mucho. Refunfuñaba con genio. Necesitaba mejorar aún más el ambiente, lo más indicado eran unas canciones de Two Feet, no estarían nada mal, me encantaba hacerlo escuchando esas melodías eróticas, eran excitantes. Me sabía todas las canciones, todos sus discos, sabía cuándo rompía el bajo, cuando había una pausa, cuando aceleraba, todos los ritmos estaban en mi mente… A un volumen bajo coloqué la música y acondicioné la iluminación con una media luz perfecta para la ocasión en proceso. La tomé por la base del pelo con ambas manos levantándola solo un poco e introduje mi pene erecto cubierto de líquido preseminal en su boca hasta la garganta. Mi cintura bailaba, cada vez más dentro, sentía como mi glande chocaba con fuerza en sus amígdalas atropellando su úvula. Una profundísima irrumación. Salió muy apretada de su boca, la tenía muy gruesa, nunca la había visto así. Sin arruinar la calentura, muy urgente, penetré mi gordo falo en su babosa y estrecha vagina. Mis suaves movimientos de cadera estaban acorde con la música, se la metía a la velocidad del ritmo, bailaban mis penetraciones con cada melodía. Todo se multiplicó por veinte cuando rompió el bajo de la mejor y más conocida canción de Two Feet, Go_Fuck_Yourself. Esta canción se presta para hacer cosas malas, excita tus órganos reproductores, los lectores que la conocen, sabrán muy bien a lo que me refiero. Me transformé en una fiera con ojos de fuego, mis ganas e intensidad aumentaron bestialmente. Sin parar de moverme, la halé por el pelo con rabia empujándola contra mi miembro, tomé el cinturón y la azoté con genio, no paré hasta ver sus nalgas rojas como tomates. Amaba sus gritos de placer, se escuchaban en el medio de la calle, me la ponía más gorda. Mordía su espalda, pellizcaba sus nalgas, la apretaba por el cuello, la lamia por doquier, la adorable señorita tenía un demonio furioso en su espalda.
Por mi mente perversa pasó par de veces penetrársela por detrás, tenía todo el control. Pero si apretaba su vagina ni imaginar su culo. Sería un asesinato.
Los movimientos aumentaban su velocidad y mis manos su criminalidad agarrando su piel con ira y deseo. Cuando ya casi estaba por correrme, se la saqué y me arrodillé frente a ella, le quité el calzoncillo de los ojos para que me viera eyacular en su cara. Tomándola del pelo con una mano y con la otra sostenía la base de mi pene, restregué mi polla y testículos por toda su cara para después introducirla en su boca. Me empecé a masturbar con la mitad del pene en su garganta, ella también lamía y chupaba. Justo a tiempo la logré sacar para bañar su rostro de leche. Fue como una explosión, una lluvia, una cascada que caía en su boca, dentro de sus ojos, en su frente, en su pelo, cubría casi toda su cara un baño de esperma. Su expresión era placentera, pero de un placer que nunca había sentido. Por último la liberé, le di un beso apasionado, un beso que seguro nunca en su vida olvidaría. Pasó un tiempo conmigo y se retiró a su casa.
La noche estuvo increíble para los dos. La tarde siguiente era la vuelta a mi hogar. Pase antes de marcharme por casa de Roberto para despedirme. La despedida fue amistosa por parte de ambos. Todo muy bien excepto que ella no estaba por el lugar, por desgracia para mí, me iría sin verla. Pero nuevamente en mi salida, ella entraba, tan sensual como siempre. Me abrazó fuerte, lamio mi cuello con disimulo y agarró mi pene con muchas ganas. Por último, antes de que entrara por completo y me diera la oportunidad otra vez de vacilar la mitad de sus nalgas descubiertas por un short extremadamente corto y encajado en lo más profundo de sus partes me afirmó al oído: Nos veremos pronto papi.                       
                                                
      

                         

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2020 ⏰

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