Hacia meses que la joven Eri no sentía el placer que su cuerpo sentía aquella tarde de la Primera Semilla, sin duda había extrañado aquella sensación de cosquilleo que la recorría a medida que el hombre sobre ella movía sus caderas al ritmo de su agitada respiración mientras sus labios compartían el acalorado y húmedo momento. Un gran estremecimiento azotó con violencia sus sentidos mientras aquel guapo y musculoso caballero dejaba salir sus últimos gemidos de placer en su oído. No recordaba la última vez que ese sentimiento de satisfacción la llenaba plenamente y era muy agradable volver a sentirlo. Luego de un pequeño jugueteo y algunos besos ambos se desplomaron sobre la cama, agotados, pero felices.
- Eri, eres la mejor - dijo con voz agitada Midgar, el caballero que siempre la hacia sentir especial.
- Tú lo eres, querido - dijo la joven Eri mientras posaba su cabeza sobre el pecho del hombre al que amaba y tanto había extrañado.
Iluminados por la cada vez menos resplandeciente luz que atravesaba la ventana de la pequeña cabaña, ambos compartían su reencuentro con alegría. Hacía meses que el joven Midgar se había marchado de los límites de los espesos bosques de Falkreath para cumplir con sus obligaciones como soldado imperial en Ventalia y justo había regresado a su tierra natal de descanso.
- Te extrañé - dijo el joven.
- Yo tambien. Cada vez que te vas es una tortura no saber de ti.
- Ya te lo he dicho, querida. Deberías mudarte a la ciudad. Podría mandarte cartas si tienes una dirección a la cual poder enviarlas.
Eri respiró profundamente, no era la primera vez que tenían esa conversación y al parecer no sería la última ocasión en que tendría que explicarle que no podía hacer tal cosa.
- Ya te lo he dicho, Midgar. No empieces con eso de nuevo - dijo ella.
- Sigo sin entender por qué no puedes simplemente dejar este cuchitril en medio de la nada y mudarte a mi casa en la ciudad. Sabes bien que te amo ¿Por qué no aceptas la idea de que estemos juntos ante todos?
Para Eri la idea de casarse con Midgar era una fantasía, un sueño que se quedaría sólo en eso, un sueño. Aquel valeroso y honorable soldado que tanto la volvia loca no podía ser más que un capricho que se permitía tener de vez en cuando. Si tan sólo no tuviera que ocultarle la verdad sobre el por qué sigue en ese cuchitril en medio de la nada todo sería mucho más sencillo, pero no podía siquiera pensar en ello sin que un escalofrío recorriera su cuerpo.
- No puedo tener hijos, Midgar - dijo al fin soltando un gran suspiro - Sabes bien que no seré una buena esposa.
- No me importa y lo sabes. Siempre podemos adoptar a un niño.
- ¿Y tus obligaciones qué? No quiero quedar viuda tan joven.
- ¿Es eso lo que te preocupa? Eri, la guerra fue hace veinticinco años. Los capas de la tormenta fueron erradicados completamente de Skyrim y el Imperio ha logrado mantener a los Thalmor a raya todo este tiempo. Skyrim es pacífico casi en su totalidad.
- ¿Y qué hay de los bandidos?
- El Imperio siempre ha sido más fuerte.
- ¿Y los monstruos?
- No importa si es un troll o un dragón. Podremos arreglarnoslas. Por favor, Eri. Se mi esposa y múdate conmigo a Falkreath.
Todo sonaba muy convincente para ella, pero no eran más que excusas para intentar alejar a su amado de la descabellada idea de hacer una vida juntos. En su cabeza sonaba como un cuento de hadas para una joven de 20 años que había pasado los últimos 4 años de su vida escondida. Por supuesto que la realidad era otra. Por primera vez no sabía qué excusa poner y se planteó decirle la verdad al joven a su lado. Quizá era lo mejor después de todo y si un honorable soldado imperial como él podía aceptarla entonces sabría que Mara era benevolente. Simplemente había que intentarlo.
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La Amenaza De Oblivion
AdventureBasada en el mundo del videojuego The Elder Scrolls V: Skyrim Han pasado 25 años después de los sucesos de Skyrim (incluidos los DLC). El Sangre de Dragón se mantiene escondido y Eri, una joven bretona nigromante, se adentrará en un conflicto que pr...