Vuelve a sonar el teléfono, esta vez ella está profundamente dormida. Mantener constantemente el distanciamiento entre cabeza y corazón, es un deporte de alto riesgo, extremadamente difícil, agotador.
Alex se muerde las uñas, ¿Y si lo coge? Está durmiendo, no va a enterarse. Otra vez se da cuenta, está siendo tóxico de nuevo. Le acaricia las piernas, -déjame dormir, estoy cansada- y se gira hacia el otro lado, -En dos horas trabajas, Gin, y tú teléfono no para de sonar. -Es Bella, está pesada con que quedemos para tomar algo luego...- se vuelve a dormir.
Se queda mirándola, y descubre que esa muchacha de ceño fruncido y mal despertar, es el pilar más importante de su existencia.
Se levanta de malhumor, después de despertarla ya no consiguió dormir. Estaba tan cabreada que decidió no ir a trabajar ese día, esta vez, se habían escapado sus dragones.
Tenía las ojeras extremadamente marcadas, pareciera que le habían propinado dos puñetazos, a juego, las bolsas hinchadas y los ojos vidriosos.
Vuelve a sonar el teléfono -Bella otra vez? - pregunta Alex. Supongo - miente ella. Deberías ir a trabajar Gin, te viene bien para distraerte- Alex vuelve a morderse la uñas, se lo come la incertidumbre, no puede controlarlo apenas. Que te inquieta tanto? - pregunta ella de manera arisca. -Nada, debo preocuparme por algo?- dice en un intento de disimular su preocupación. -Ya hablaremos, ahora no me apetece- se levanta y llama a Bella, necesita que la cubra en el trabajo.
Bella es para Gin, lo que siempre se ha dicho "uña y carne" aun que más bien serían como corazón y sangre, una mantiene y la otra empuja, son la combinación perfecta, imparables, indestructibles. Gin siente verdadera devoción por su amiga, su hermana para ella. Han vivido juntas demasiadas cosas, y siempre se han cuidado la espalda. Bella iba a tener que irse por trabajo, no demasiado lejos pero lo suficiente para que Gin sintiese un vacío y mucho dolor de pecho.
En una de las huidas de Alex, Gin conoció a su lobo, al que la aulla como si ella fuese la mismísima Luna. Pero Alex volvió, y Bella que sabía la historia nunca entendió porque su amiga no se quedó donde amaba realmente con el corazón, y volvió a donde ella pensaba que no la trataban bien, si, Bella veía cosas muy raras en Alex, comportamientos oscuros y posesivos hacia su amiga, miradas inquietantes, situaciones de control, y en más de una ocasión, moretones en brazos, piernas, dedos marcados en el cuello, su amiga siempre le decía que eran brutos al mantener relaciones, pero Bella sabía que era mentira, a su amiga no le brillaban los ojos, al revés, relucía en ellos un miedo espeluznante.
-Necesito que vayas a trabajar por mi- le dice a Gin. -Vas a verle?- contesta ella. -No, no debo, estoy con Alex.- y le tiembla la voz. -Gin...(se hace un silencio tirante) sal de ahí, vente conmigo, y ya veremos que pasa. -No - dice Gin cortante y cuelga el teléfono. Se sienta en el borde de la cama y comienza a llorar sin cesar. Alex había desaparecido, a veces lo hacía, no le importaba, sentía paz en el alma cuando se iba, pero aprovechaba para llorar y darse un respiro, le costaba mucho mantenerse impasible ante una fuerza que intentaba vencerla constantemente, se miró los moretones de los brazos, se daba asco, como podía permitir algo así, era inentendible, pero sentía verdadero terror, sabía que esa falsa calma y ese falso amor, eran realmente obsesión y control, y en cualquier momento iba a estallar esa bomba.
Cogió el teléfono, 7 llamadas perdidas de su lobo. Estaría preocupado, había desaparecido para él, pero y si Alex le encontraba? Estaba viviendo un infierno pero no iba a ser infiel, aun que se sentía así porque lo amaba, y realmente no sabía salir de la situación en la que se encontraba sin salir perjudicada, pero sobre todo sin perjudicarlo a él.
Al principio con Alex todo era bonito, todo era "amor" y buen trato, pero al poco tiempo, la cosa empezó a tornarse oscura, ni si quiera sabe en cuanto tiempo, cuando se quiso dar cuenta, la había cruzado la cara, le decía que ropa podía ponerse y comprarse, que amistades no debía tener, incluso había buscado problemas con amigos de ella para separarlos, por supuesto odiaba a Bella, la veía una rival, y sobre todo, una fuerza demasiado potente en la vida y las decisiones de Gin, estaba declarada su enemiga número uno, aun que el creyese que no se daba cuenta. Le ocultaba a Bella todo, por miedo, por protegerla, quien sabe de que era capaz Alex cuando se le cruzaban los cables, ella, había visto una parte, pero sabía que era capaz de más, de muchísimo más.
A ojos del mundo, el se encargaba de que pareciesen la pareja perfecta, incluso se comportaba como tal delante de cualquiera, pero en la intimidad eran distintas las cosas. Ella no quería acostarse con él, el la veía como una loba pasionaria, porque en su cabeza algo no estaba bien, y creía con firmeza que su forma de querer, someter, presionar y controlar, es lo que se debía hacer, y es lo que vivió en casa de chico. Ella no quería meterse en la cama con el, pero era una pequeña forma de que él estuviese calmado, y con las manos fuera de su cuerpo. Por eso siempre que acababan ella se daba la vuelta, cuanto más tenía que sobrevivir, más le odiaba. Fingía hasta los orgasmos y los gemidos, con tal de excitarlo lo suficiente para que se corriese pronto y se quitase de encima de ella.
Apretó los ojos más aún, le escocían de tanto llorar, pero hasta que encontrase una solución que dejase a salvo a todo el mundo, eso era lo único que se permitía hacer cuando Alex no estaba controlando todo.
Volvió a pensar en su lobo, quería llamarle, salir corriendo a sus brazos y pedirle un rescate, que la sacase de allí, que le devolviese a la vida. Pero eso no era posible, no si quería que lo dejase tranquilo, no si quería mantenerlo a salvo, lejos del control obsesivo de Alex y de sus comportamientos sociópatas.
Se secó las lágrimas, se maquilló y se tapó los moretones, hora de ver a Bella.