El brillo

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El brillo

13 de Julio 2018

-Debo regresar a casa, no traje mi cartera ni el celular. Necesitas ropa limpia también- dije mirando a mi hermano. Su ropa estaba rota y sucia, su pelo estaba grasiento y se veía mucho más delgado que yo, pero en sus ojos veía que estaba más vivo que cualquier persona.

–De acuerdo, esperaré aquí, ¡trae algo de comer por favor!- suplicó Mat mientras se sentaba en el suelo.

Corrí a casa, entré silenciosamente por la cocina y subí al cuarto. Abrí mi mochila, metí mi celular, unos billetes que me habían dado mis padres semanas atrás, un bloc de notas, plumas, ropa para ambos por si no regresaba a casa esa noche y bajé a la cocina. Abrí la alacena y escuché a mi madre entrando.

- ¿No fuiste a la escuela Dan?-. Se escuchaba cansada, parecía que le mortificaba tenerme en casa.

–Hoy hubo Kermes y decidí no ir mamá, saldré un rato con Chon y Paco- comenté nervioso por mentir.

–Creí que, bueno, que ya no los veías más-. Dijo en voz baja mientras se sentaba en un banquito lejos de mí.

–Lo sé, pero no tengo más amigos- comenté con el mismo volumen de voz mientras metía galletas y jugos a la mochila. – ¡Regresaré más tarde!-. Algo más iba a decir mi madre pero salí corriendo antes de poderle decir que su hijo, regresó a la vida y que ahora debía de arreglar mi maldito desastre.

Al llegar al árbol pelón no vi rastro de Matías. Se me cayó la mochila y la esperanza al suelo al ver el lugar vacío. ¿Aluciné todo este tiempo?, ¿Será que vino por un tiempo limitado y se volvió a largar?, empecé a gritar su nombre a todo pulmón, empecé a llorar de coraje. Golpee y patee al maldito árbol, quité los listones, las estampas astillándome las manos hasta sentir el brillo en mi pecho.

Estudios demuestran que los gemelos tiene un lazo que no se compara con ningún otro. Desde pequeños, Mat y yo, teníamos uno y muy fuerte. Sentíamos la tristeza, el enojo y la alegría del otro. Si uno se lastimaba, el otro podía sentir el dolor. A veces podíamos comunicarnos mentalmente (suena súper loco) pero es la pura verdad. Una noche, cuando tenía 6 años, estaba acostado en mi cama cuando sentí en mi pecho una sensación fría que me hizo levantarme y correr al jardín, al salir vi a Mat colgado de un árbol a punto de caer por haber querido bajar a un gatito que estaba maullando. Cuando sus manos no pudieron más, cayó encima de mí y ambos terminamos tumbados en el pasto con un brazo zafado. Él me contó que al resbalarse del árbol y quedar colgado, pensó mentalmente en mí y fue cuando descubrimos que teníamos un súper poder y decidimos llamarlo: El brillo.

Así como esa noche el brillo me llevó al jardín, esta vez me guio al lago. Corrí hasta la orilla del lago pero no pude ver a Mat, me senté con tristeza y alcé la vista hacia la luna. Vi una sombra encima de la gran roca y enfoqué los ojos. Mat estaba parado mirándome como la última vez que lo vi con vida.

-Sube hermanito, tenemos que platicar-. Dijo con toda la paz del mundo. Muchas veces intenté subir esa roca después de haberlo visto caer de ella. Nunca pensé subirla con el objetivo de echar una charla con mi hermano. Subí jadeando y me senté a su lado mientras sacaba de mi mochila las galletas y jugos y los ponía en frente de él. Mat se tomó 5 cajitas de jugo y 3 paquetes en segundos rompiendo mi record de nuestro concurso llamado "Glotones brothers". Suspiró y me vio directo a los ojos provocando que me aventara a sus brazos. Mis lágrimas salían solas al igual que las suyas. Sentía felicidad de volver a tenerlo a mi lado, tristeza de haberlo perdido e incertidumbre al no saber cuánto tiempo le quedaba en la tierra.

-¿Cuánto tiempo me fui hermanito?- Dijo Mat mientras se limpiaba las lágrimas de los ojos. -Un largo año- dije suspirando.

–Yo sentí que fueron minutos, creo que por eso recuerdo todo... ¿vas a contarme cuando decidiste volverte brujo?- dijo con una sonrisa burlona y tierna a la vez.

Suspiré, y empecé a contar la historia.


El día en que todos volvieronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora