Que no te vean

2 0 0
                                    


Que no te vean

13 de Julio 2018

Unas luces a lo lejos me distrajeron y me levanté de un salto. Mi hermano se levantó también con su jugo en la mano y dijo a continuación –será mejor que caminemos de regreso a casa, seguro habrá fiesta en el lago y no quiero que me reconozcan Dani. Asentí y nos bajamos de la roca. Empezamos a caminar cuando Mat me agarró fuerte del brazo con su mano, mientras con la otra se tocaba fuerte el pecho.

-¿Qué te pasa Mat?, ¿Te sientes bien? -pregunté asustado mientras lo valoraba con la vista como si tuviera rayos X.

–Sentí una punzada, eso es todo, sigamos caminando- afirmó con voz nerviosa. Mis ojos empezaron a arder de tristeza, yo no sentí lo mismo que él, ¿eso significaba que habíamos perdido el brillo que nos unía?

Caminamos en silencio hasta llegar al árbol pelón y nos sentamos con las piernas cruzadas. –Entonces... ¿encontraron un meteoro? -preguntó Mat sin pestañar.

–No estoy seguro si era eso hermano, era del tamaño de una pelota de Pilates, como las que usa mamá -dije despacio mientras observaba que Mat volvía a tocarse el pecho. -¿Te está dando un infarto o algo así? Dije mientras me levantaba con prisa.

–No, tranquilo... se siente como el brillo... pero diferente- habló mientras me miraba con sus ojos brillosos. Me empezó a doler la cabeza, esto era demasiado. ¡No tenía ni idea de lo que debía hacer!, ¿no debería estar disfrutando de este milagro en vez de estarle explicando cómo rayos logré resucitar a más de una persona?

-¿Podemos ir a casa por mas comida?, aparte tú no has comido desde que te vi al borde del suicidio hermanito- sugirió con una sonrisa tímida. Me puse la mochila en los hombros y le di la mano a Mat para que se levantara. Extrañaba sentir sus manos. Le di un apretón y lo vi a los ojos. – ¿Te imaginas que lo hubiera hecho antes de que tu llegaras? Me da vergüenza que me encontraras así- susurré mientras pateaba rocas a la nada.

–Agradezco haber llegado a tiempo bobo, oye, ¿sigue Melissa desvistiéndose frente a su ventana?- preguntó con una sonrisa que asomaba los dientes.

–Por supuesto, pero ya no es divertido espiarla desde que te fuiste-. Nos reímos mientras seguíamos nuestro camino.

-Ahora vuelvo, quédate aquí -declaré en voz baja mientras caminaba hacia nuestra casa. Las luces estaban encendidas y empezaba a oler a galletas recién horneadas. Abrí la puerta que daba a la cocina y mis padres estaban sentados en la mesa con aires de tristeza.

–Ya estábamos preocupados Dani, ¿Dónde has estado?-preguntó mi padre sin voltearme a ver a los ojos.

– ¿Ya se fueron tus amigos?, pueden entrar a cenar si gustas -exclamó mi madre con dulzura mientras se levantaba e iba hacia el refrigerador.

–Están afuera esperándome... acamparemos en el jardín, ¿está bien? -pregunté con voz infantil esperando el permiso aunque supiera que accederían.

–Claro hijo, pueden quedarse afuera, puedo encenderles una fogata si gustan -sugirió mi padre mientras tomaba un sorbo de café. Mi madre estaba lavando los trastes cuando percibí un movimiento por la ventana, ¡madre mía! Mat estaba asomado viendo a mis padres como si fuera un perrito queriendo entrar a casa. Agarré un vaso de la mesa y fingí que se me había resbalado. El ruido llamó la atención de mis padres y en seguida llegó mi madre con una escoba. –Perdón, el vaso estaba mojado por fuera- dije mientras volvía a ver hacia la ventana. Mat había desaparecido, si se le ocurría entrar, iba ser el fin, enviaría a mis padres directo a urgencias con diabetes incluida. –Subiré rápido a mi cuarto a cambiarme, enseguida vuelvo- dije mientras corría hacía las escaleras y dejaba a mi madre limpiando mi desastre. Entré al cuarto y agarré chamarras, bolsas de dormir y una casa de acampar. Abrí la ventana de mi cuarto y aventé todo esperando no arruinar la bocina que utilizábamos para escuchar historias de terror en la estación de radio. Al terminar de aventar las almohadas, me asomé tratando de encontrar a Mat, pero lo que vi, ¡fue a mi padre empezando a hacer una fogata!, ¿por qué el mundo conspira en mi contra?, mi reacción fue jalarme de los pelos y bajar corriendo al jardín.

–Esto estará listo en 5 minutos campeón, no he visto a tus amigos, ¿o es que acamparás con una chica?-dijo mi padre con risas mientras movía los palos en llamas.

–No inventes papá, fueron a sus casas por sus sacos de dormir... gracias por hacer la fogata -dije mientras buscaba a los alrededores a mi hermano.

–Para mí es un placer ayudarte hijo- afirmó con un suspiro -estaba preocupado por verte encerrado en tu habitación día y noche. Pero me alegra saber que regresó tu amistad con esos chicos.- dijo caminando hacia a mí con los brazos extendidos. El abrazo duró un poco más de lo normal pero estuvo lejos de ser incómodo. –Ya quedó lista la fogata, que se diviertan.

–Buenas noche papá-dije despidiéndome de él en voz alta mientras lo veía meterse a la casa.

Armé la casa de acampar en menos de 5 minutos, coloqué las dos bolsas de dormir, la bocina que seguía funcionando ya que las rosas de mi madre amortizaron su caída y corrí por comida que no fueran galletas y jugo. Mis padres estaban hablando en voz baja en la sala pero sabía que se trataba acerca de mi hermano. Mi madre parecía estar llorando y mi padre como siempre consolando su dolor. La situación estuvo lejos de ser sencilla, todos debimos tomar terapia y soportar vivir en un lugar donde cada rincón nos recordaba a Mat. me aborrecía por empeorar la situación con mis problemas mentales. Decidí regresar al jardín pero ver a mi hermano asomado por el comedor hizo que se me cayeran todas las provisiones de las manos. Mat estaba escuchando a nuestros padres mientras lloraba en silencio. -¡¡¡MAT!!!, ¿QUÉ CARAJOS HACES? -dije susurrando y haciendo señas con los brazos como si fuera el "viene viene" de un avión. Estaba empezando a sudar. Sólo de imaginarme la escena donde mis padres y mi hermano se encuentran me causa nauseas. – ¡VEN AQUÍ! -susurré más fuerte haciéndole la señal con la mano como si fuera un perro. Mat volteó a ver una vez más a mis padres y caminó derrotado hacia mí. Coloqué rápido las provisiones en sus brazos y ambos salimos de la casa.

Jalé del brazo a Mat y lo metí a la casa de campaña. Me senté en mi bolsa de dormir echando fuego mientras lo veía furioso.

–Hermanito, no era mi intención entrar, pero me dejaste afuera y vi por la ventana a nuestros padres... no pude aguantar y me acerqué por la ventana. Me di cuenta que mi madre tiene arrugas donde antes no. Que su cabello cambió de color. Mi padre ahora tiene canas y enflacó mucho. Necesitaba aunque sea verlos unos segundos, no sé cuánto tiempo estaré aquí.- Dijo soltándose a llorar. Soy un espejo de mi hermano, verlo así en automático me hizo llorar también.

–Perdón por haberme enojado Mat, mereces también verlos. Nos has de haber extrañado igual que nosotros a ti. Nos has hecho mucha falta - dije gateando hacia él para darle un abrazo.

–Tenemos que averiguar si esto es definitivo hermanito, necesito que sigas contando como conseguiste volvernos a la vida-dijo mientras me agarraba la cara con sus manos.

–De acuerdo, pero por favor sentémonos cerca de la fogata que me estoy congelando-. Supliqué mientras salíamos de la casa de acampar y nos acomodamos dando la espalda a la casa. El silencio me empujó a seguir con la historia.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 02, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El día en que todos volvieronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora