29 horas

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Lo primero que pensó Joana cuando abrió los ojos era que había demasiada luz. Ella recordaba todo con suma claridad, no se sentía confundida, ni aturdida pero sí muy adolorida.

Reconocía fragmentos de pared. Dos vigas de soporte habían hecho una especie de cueva que protegió gran parte de la zona superior de su cuerpo.

La luz que venía de su costado dejaba ver todo a tonos opacos.

Ella reconoció la silueta de uno de los cuatrillizos. Estaba cubierto de polvo y sucio pero Joana pudo notar la camisa rosa que había usado Cory.

Él estaba apretujado entre dos grandes tuberías, estaba despierto y atento, de alguna forma se había logrado sentar aunque no había alcanzado a hacer nada más. Tenía una varilla de acero atravesándole la pierna.

_ ¿Qué pasó?_ Joana sentía su garganta tan seca que la fuerza de su voz parecía estar a punto de desgarrarla.

_ ¡Ah! Por fin despiertas, paso que el edificio nos quiso enterarnos vivos.

Joana miro la silueta opaca de Cory, sus ojos comenzaban a adaptarse y a darle más detalles.

La barra de acero le atravesaba por completo la pierna. Joana solo necesito ese pequeño y opaco vistazo para saber que la falta de sangre era una señal inquietante, lo que lo mantenía clavado al suelo evitaba que muriese desangrando.

Joana miro hacia el lado izquierdo, la esposa restringía el movimiento de su mano. La luz entraba de una rendija ligeramente más grande que su mano, parecía ser la luz de una linterna. Mientras respiraba su cuerpo comenzaba a conectarse más con su mente. Se sentía incómoda, el suelo tenía restos pequeños de cemento que se clavaban en su espalda. Cuando intento levantarse el dolor fue tan lacerante que la hizo gritar y sus ojos nublarse.

Escucho la voz preocupada de Let a lo lejos, venía de la rendija pero el dolor le cerraba la garganta como una soga.

_ ¡JOANA!_ la voz de Let era amortiguada por el dolor de Joana y los escombros que habían formado una pared entre ellas _ ¡JO! Háblame ¡JO!

Cory estuvo a punto de gritarle a Let que se calmara. Sus gritos lograban romper con le poco humor que lograba mantener. Pero Joana se había recuperado lo suficiente para responder a los gritos de la pelirroja con una voz rasgada pero potente.

_ ¡¿Te he dicho lo que odio el apodo?! Es como si te diera flojera decir mi nombre completo.

Joana escucho la pequeña risa de Let como un bálsamo que domaba el dolor. Trato de volverse a moverse, está vez con más precaución, y miro hacia abajo.

El dolor había iniciado en su pierna derecha y le asustaba lo que podía encontrar. Estaba tan hinchada que se apretaba contra la tela como si quisiera rompérsela. Joana no vio sangre, ni hueso expuesto pero para ella era innegable de que tenía un hueso roto. Notaba la protuberancia a un costado, estirando la tela y la piel.

_ ¿Estás bien, Jo?

Let fue tan enfática al decir su apodo que Joana rodó los ojos.

_Creo que tengo el fémur roto ¿Cómo estás tú?

Joana no estaba del todo segura. Incluso mover los dedos de su pie le dolían. Pero al menos dolía, prefería que le doliera a qué estuviera totalmente insensible.

Su mente repaso todo lo que sabía del fémur mientras miraba la mano de Let a través de la rendija. Le pasaba una linterna y una botella de agua.

Joana los tomo y coloco la linterna cerca de ella.

El fémur; hueso que sostiene todo el peso. Con una ruptura pareja podría volver a caminar con normalidad, probabilidades de trauma severo y cojera demasiado altos. Riesgos de hemorragia interna también altos.

Hora Roja (Trilogía Fantasma libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora