III.

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Capítulo 3: Avión de papel

Abbacchio está celoso.

No lo puedo creer, luego de días observando su comportamiento y aguantando sus ladridos de ¿qué tanto me miras? He capturado en los pocos segundos que muestra realmente cómo se siente y lo único que vi fueron: celos.

Es tan obvio, se le nota de lejos que esta coladito por Bucciarati. Y que el capo se encuentre más pensativo de lo normal le pone de nervios.

Aquel chico gótico es como un papá para todos de la misma manera que Bucciarati es la madre lider del grupo, se complementan, pero al parecer hay problemas en el paraíso que tanto tratan de ocultar, mmm ¿será por Giorno?

Dios no lo quiera, no quiero un cuádruple amoroso, no, me niego, ¡es de mala suerte, carajo! Espera, cuatro, ¿¡quién es el otro!? ¿Fugo?

– Mista, Mista, Mista. Tú – Respondió un alegre Dos.

– No seas estupido Dos, no nos interesa Giorno de esa manera. – resoplé. – Aparte hoy tenemos una cita con esa chica, si, Antonella. Ella si es preciosa, sensual – Le susurré.

– Si, lo que tu creas Mista – agregó irónico Seis

– ¿¡¿¡Qué quisiste decir con eso!?!?– chillé al tiempo que pinchaba con mi dedo su cuerpecito – No soy gay, para que lo sepan – gruñí más bajo, ya que Abbacchio nos miraba con cara de haces un mísero ruido otra vez y te mato a golpes. Uh. La resaca está un poco mala hoy.

Nos encontrábamos en la casa de infancia de Bruno. Giorno y compañía parecían mirar fotos antiguas alrededor de la mesa de café en la sala. Abbacchio estaba sentando al otro lado de la mesa mirando con el ceño fruncido hacia la puerta del estudio donde se encontraba Bucciarati haciendo unos papeleos y yo, bueno, me divertía mirando al albino en el otro extremo de la mesa del comedor por mientras garabateaba en mi libreta.

Al tiempo después salió el capo de su despacho para informar que nos quedaríamos otro dos días más en la casa antes de salir a la misión.

– Necesitaremos comida – mencionó Bucciarati – No tengo tiempo para ir por ella, así que chicos, ¿podrían ir al supermercado por cosas para comer?

– tsk – se quejó Abbacchio.

– Claro, Bucciarati – respondió alegremente Giorno

– ¡Sí! Podríamos hacer pizza – chilló Narancia – ¡Vamos Fugo, Mista!

– Hey, chicos. No puedo, tengo cosas que hacer, pero los acompañaré al centro – respondí acomodándome el gorro, ganándome una mirada de ligera sorpresa de Giorno.

– Vamos, Abba. Sal a tomar aire fresco – me burlé. Ganándome una mala cara de su parte.

– No – respondió rápidamente Bucciarati con un tono serio. Todos lo miramos entre sorprendido y extraños por el tono enojado de su voz – No está en condiciones para conducir, ni mucho menos para salir con el ardor a alcohol que desprende – agregó mirándolo fijamente.
Uh. Está realmente enojado con él. ¿Qué habrá hecho?
Levantó la vida hacia nosotros y antes de dar media vuelta a su despacho, añadió – los espero a más tardar a las 20:30, y si, tú también Mista, tienes que volver – manteniendo el tono serio.

¡Rayos! fruncí el ceño a su comentario, no tenia pensando volver esta noche, hay necesidades que un chico de 18 años debe cumplir con su novia del momento.

Rápidamente ordené mis cosas y me preparé para mi cita con la bella signorina que me espera afuera del cine de la ciudad. Tuve cuidado de salir último de la casa para lanzarle un avión de papel a Abbacchio que seguía lamentado su miserable existencia en el comedor.

En la cocina hay un trozo del pastel favorito de Bucciarati que compré en la mañana para que me dejase salir. Mueve tu maldito trasero y arregla las cosas con él. Aprovecha la casa sola.

Pd. No hagan cosas sucias en la sala.
G.M

Vi que me miro sorprendido bufando al mismo tiempo, así que tarareando una canción cerré la puerta de la casa dejando a los tortolitos. Espero de corazón que se arreglen.


>>>

Frustrado. Me encontraba muy frustrado.

La cita había sido espectacular hasta el momento de ir al departamento de la chica, si bien sus besos apasionados no estaban para nada mal y lo que siguió después uff simplemente delicioso. Lo malo fue que su mente le jugó una mala pasada. ¡Se había imaginado al jodido de Giorno! ¡Y pudo acabar con ello en mente! ¿¡Qué faltaba que dijera su nombre también!? Alarmado de que Antonella se diera cuenta de que no estaba en sus cabales quiso recoger toda su ropa para salir lo más rápido de ahí.

Las Pistols se burlaban de él con susurros en su cabeza con sus ¡já, te dijimos que era mala idea venir! ¡Giorno y Mista! ¡Jajajaj! ¡Estamos en mala forma Mista! ¡Que bella signorita! ¡Sublime!

Le dijo a Antonella que no podían seguir viéndose seguido, lo cual es verdad, ya que partiría hacer un trabajo al norte y no sabía cuándo iba a volver o si volvía con vida. Decidiendo que era mejor dejar lo suyo hasta ahí con la excusa de su trabajo demandante y no porque se había asustado de sobremanera en imaginarse a Giorno.

La chica triste, lo beso por última vez deseándole suerte y que si quería seguir con lo suyo la llamara cuando volviera.

Si supiera...

Volví a casa 25 minutos más tarde de la hora límite de Bruno, esperando de que no me sermonee con ser impuntual. No estaba de humor para eso. Ojalá Abbacchio lo haya relajado lo suficiente para que lo dejase pasar.

– Hola, volví – saludé al pasar por el lado de la pandilla. Bucciarati me miró y bajó la vista al reloj a su muñeca, pero Abbacchio le dio un suave apretón de mano. Suspirando, me sonrió – Hola Mista, que bueno que llegaste, ¿Comiste? –

– Sí – Mentí, no tenía hambre. Solo quería subir a escribir un rato o disparar al aire para quitarme la nube de pensamiento que tenía. Uno me dió una pequeña patada por rechazar la cena.

– ¿Te unes a nosotros? – respondió mirándome fijamente como si dudara de mi respuesta anterior. Bien, pillado. No le mientan nunca a Bruno Bucciarati.

– Si Mista, ¡Ven a jugar verdad o reto con nosotros! – invitó Narancia

– Idiota, vamos a jugar monopoly – le debatió Fugo

– pero es muy largooo, mejor juguemos verdad o reto – lloriqueó 

– Paso chicos, me quiero duchar– dijo nervioso, solo logró que Giovanna lo siguiera mirando con esos ojos verdes brillante cargados de sospecha, solo atiné a correr a mi dormitorio en la segunda planta.

Al entrar, había un paquete envuelto en papel negro encima de la cama con una nota colgando. La tomé

Tu regalo de cumpleaños adelantado.
El idiota rubio es todo tuyo, y no es cuádruple, es cuadrado amoroso, que no existe por cierto. Gracias.

Pd. Si necesitas conversar sobre eso, cuenta conmigo. Solo no le digas a nadie.

Leone
Pd 2. La sala es un lugar muy agradable.

Mierda.

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¿Qué creen que le regaló Abbacchio a Mista?

Nos vemos!

La libreta de Guido MistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora