IV.

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Capítulo 4: La charla

Al otro día por la mañana Guido Mista se encontraba profundamente durmiendo en su habitación. Soñando que almorzaba en una maravillosa pradera con un aire primaveral y radiante sol, agradable, quería disfrutar de esa sensación lo máximo que pudiera.

¡Qué lamentable lo poco que duro!

De pronto se nubló y empezó a llover, pero no cualquier lluvia, eran ¿dulces? que le caían de golpe en el cuerpo generándole molestia hasta que llegó al punto de ser torrencial

– ¿Qq-qué mierda? – despertó de golpe. A la vez que le caía otro dulce en la cara, enfocó la vista y en la silla del escritorio se encontraba Abbacchio con la bolsa de dulces que abrió antes de dormir.

– ¿Qué infierno te pasa Abbacchio?, ¿Qué haces aquí? ¿Nos vamos? – pregunté

Realizó una risa sarcástica – Buenos días bella durmiente y no, no nos vamos. Bruno me mandó a conversar contigo

Tomé el reloj de la mesita de noche y vi que eran las 9:04 am. Mal augurio. ¿¡Qué carajo!? – Se puede saber ¿por qué ahora? Son las nueve de la mañana, joder, todavía tenía otra hora para dormir. – Me lamenté

– No te quejes princesa, también me gustaría estar haciendo otra cosa. Pero si Bruno me corrió de su habitación para que hablara contigo, no puedo dejarte en paz. Así de simple, si yo no puedo dormir más, tú tampoco. – respondió, poniendo su pierna derecha encima de la izquierda. Me parece tétrico que esa postura de piernas se asemeje al número prohibido desde mi punto de vista.

– ajá, ¿se puede saber de que se supone que tenemos que hablar? - alcé una ceja en su dirección.

– De lo de anoche -

– ¿De anoche? – pregunté confundido.

– Si, de anoche. Le mentiste a Bruno, se dio cuenta que no comiste, lo dejó pasar, pero cuando vió que prácticamente arrancaste de la sala cuando el mocoso te miró no pudo evitar preocuparse, lo cual arruinó mi bella mañana y ahora estoy aquí – dijo gruñendo lo último como toda una drama queen.

– No es nada importante, solo lo dejé con la chica que me veía – respondí intentando sonar casual

– Entonces, ¿por qué corriste del mocoso? – preguntó arqueando su albina ceja.

– Solo quería dejar la sala lo más rápido posible, lamentablemente fue coincidencia de que Giorno me mirara en mi intento de abandono – solté como si nada

– Mira Mista, tengo un hambre terrible así que seré directo. No me mientas, sé que algo te pasa con ese idiota. Te escuché ayer y has actuado raro un par de días en su presencia. No estoy aquí para juzgarte – suspiró. – pero no soy paciente como Bucciarati, así que suéltalo.

(Silencio)

– Bien – dije avergonzado. – joder, ayer estaba lo más bien con Antonella, ya sabes – hice una pausa para abrazar mis piernas – lo malo es que en mi mente tenía la imagen de Giorno en vez de ella y mierda, no soy gay. – terminé de decir para poner mi cabeza entre el hueco de mis piernas y cuerpo, no daba más de vergüenza. – Me horroricé cuando vi lo que había hecho, siento que prácticamente la usé si no fui capaz de verla a ella en el final– dije tristemente. Me dolía pensar que pudiera ocupar a alguien para su propio beneficio.

– ya veo – murmuro Abbacchio para sí. – Sinceramente no sé qué le ves a ese mocoso idiota, si, puede que tenga un perfil agradable a la vista, pero es estupido y un crío - chistó. – Sin embargo, no tiene nada de malo que te atraiga un hombre, Mista. – lo dijo con un tono suave como si me abrazaran esas palabras– Nadie te va a juzgar aquí, bueno, Narancia a lo mejor se ría de ti un poco, pero no con mala intención. Y respecto a lo otro, no sé qué decirte. Estuvo mal, si, la pobre chica no sabía lo que pasaba por tu cabeza y pero fue consensuado, ¿no? – asentí en su dirección – complicado. ¿Terminaste tu relación con ella?

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⏰ Última actualización: Sep 06, 2020 ⏰

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