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- No...por favor...no, esto no debería ser así – sollozaba desesperado un muchacho con ojos de un azul intenso, estos resplandecían aún más por las lágrimas que caían por sus mejillas. En sus rodillas mantenía acostada la cabeza con un suave cabello castaño, que poco a poco iba perdiendo la luz en sus ojos, la herida que tenía era fatal, no había modo alguno de salvarlo – Dazai... no te vayas... Lo siento...realmente lo siento.... No pude protegerte
- Yo debería disculparme por dejarte solo, Chuuya – le susurro este levantando su mano para acariciar con suavidad el rostro del otro- Incluso llorando eres hermoso – le decía este con la voz entrecortada y dejando caer su mano sin fuerza, pero sin dejar de mirar al chico que se había convertido en su razón de vivir en este oscuro mundo
Era curioso, siempre deseo morir, siempre espero que la muerte lo viniera a buscar, pero, ahora que se había detenido de buscarla lo había alcanzado
El pelirrojo levanto la mirada, sin dejar de llorar y observó como todos sus compañeros se encontraban esparcidos por la bodega abandonada, sin vida, el suelo estaba completamente lleno de sangre, todo había sido una trampa y llego tarde a salvarlos, todos a los que había considerado una familia, tanto la agencia como la port mafia, estaban muertos a su alrededor.
Y, lo único en lo que podía pensar era... que el también debió ser herido como ellos, pensando egoístamente, quería morir junto a ellos
- ¿Quién dice que me quedare solo, idiota? – susurro con una sonrisa rota – Iré justo detrás de ti – no quería volver a una casa vacía, sin su estúpido esposo, sin sus llamadas de broma a su trabajo... ¿Cómo podía volver a estar solo?
- ¿Te dije hoy que te amaba? – le pregunto el castaño suavemente, con la poca fuerza que tenía. Chuuya lo miro secándose las lágrimas y negó con la cabeza- Entonces, debo decirte que te amo hoy también, Chuuya, hoy y siempre, no quiero que olvides eso, y, sobre todo, quiero ser egoísta y pedirte que sigas con tu vida y seas sumamente feliz, como en nuestra boda
Chuuya se rio entre lágrimas ante eso
- Llegaste tarde y con una horrible corbata de payaso – susurro, recordando como su Neesan se la había arrebatado enfadada, estuvo a punto de apuñalarlo – E hiciste que Mori-san cayera junto con el sacerdote a la piscina
- Y aun así...te hice reír – susurro el castaño manteniendo una sonrisa en su rostro
- Siempre lo haces, incluso cuando tratábamos de no odiarnos mutuamente – contesto este con su voz rota por los recuerdos – Dazai... No...no podré – le susurro apoyando su frente con la del castaño – No podré seguir sin ti, Dazai
- Siempre has sido el más fuerte de los dos
- Solo porque estabas a mi lado
Dazai lo atrajo con suavidad a un suave beso, dejándole saber que siempre lo amaría
