IV

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Luego de caminar un poco más, entre el paisaje nevado se empezó a divisar una gran cabaña, la cual Jensen señaló que era el hogar de los Murray, familia de Otto.
Una vez en la puerta, tocaron un par de veces y un gran hombre robusto y de barba negra, la abrió. Su rostro estaba en un expresión tan dura, su pelo negro trenzado, y su piel tan curtida que cualquiera diría que era un vikingo guerrero. Jensen era el único que sonreía en ese momento.

—¡Oh Jensen, amigo mío!— de pronto el fortachón empezó a reír mientras abrazaba al extraño. Realmente el ambiente se había ablandado.

—¡Otto, cuánto tiempo grandote!— el joven devolvió el abrazo riendo para luego introducir a sus nuevos conocidos.

El hombre los hizo pasar y sentarse alrededor de una inmensa mesa. Su casa en verdad era grande y acogedora por dentro. Había una gran chimenea y todo era pura madera.

—¿Y dónde están tus cachorros*?— preguntó Jensen.

—Entrenando, tallando madera, trabajando, lo de siempre— respondió Otto agarrando una taza bastante grande.

—Entonces, cuéntenme, ¿De dónde vienen?— preguntó el dueño de casa dándole un trago a algo que parecía ser chocolate caliente.

—Venimos de parte de Rudolf— habló Aren.

Otto escupió de golpe el chocolate y dijo algo para sí como "por la barba de Odín" y luego preguntó:

—¿Cómo conocen a Rudolf?

Muy pocos lo conocían y Otto sabía el por qué.

—Bueno, si te digo que un par de dioses nos trajeron por un portal hasta aquí pensarías que estamos locos, pero... es realmente lo que pasó— explicó Erika.

El ceño de Jensen se frunció más de lo normal y los miró como si hubiera encontrado un premio.

—Son los elegidos— soltó Otto en shock.

—¿Los qué?— dijeron los cinco hermanos al unísono.

—Acompáñenme, les explicaré todo— Otto los guió con un ademán  hacia la sala de estar de la casa. Los hermanos lo siguieron bastante descolocados.

Una vez todos sentados, Otto tomó impulso para empezar a hablar.

—Existe una vieja leyenda, de la cual no todos son creyentes, que decía que luego de muchos años de sufrimiento y catástrofes en el reino aparecería un grupo de gente inigualable, guerreros, quienes vendrían a salvarnos de la ruina y la miseria. Precisamente, dos hijos de Odín y tres hijas de Frigg— Otto señaló primero a los dos varones y luego a las tres señoritas. Se miraron entre ellos.

—Esta leyenda le dio muchas esperanzas y fuerzas al pueblo de Skädir, por lo menos teníamos motivación de que algún día llegarían nuestros salvadores— continuó el grandote —Pero los enemigos se volvieron más fuertes y más violentos, surgieron las bestias, se dieron guerrillas, comenzaron las peleas entre clanes— suspiró —Todo empeoró drásticamente.

Jensen apartó la mirada al escuchar la historia de la caída del reino, ya la había escuchado muchas veces y la había presenciado al luchar en primera fila para los gobernantes. Estaba cansado de la situación.
Otto intentaba explicar todo lo más sencillo que podía, aunque los cinco pelirrojos todavía sentían que todo esto era un mal sueño.

—El reino está cayendo. El rey y la reina necesitan que ocurra un milagro de los dioses para que el bien vuelva a remontar sobre el mal. Estábamos perdiendo la esperanza...— el hombre de barba bajó la mirada —Pero ustedes llegaron.

Los Hermanos del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora