Capítulo 2~ Efecto

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En la vuelta a su hogar eliza repasaba las palabras del vendedor 'cuidados específicos' y 'te traerá felicidad'  esta última parte en particular no pudo evitar sonreír involuntariamente.Repentinamente,una extraña y cálida sensación la invadió y estrechó contra su pecho a su nueva y  pequeña mascota,que se encontraba envuelta en una manta frizada de color azul y revestida con una tela un poco más fresca,debido al cálido clima.

-'No estés triste'

Eliza se sobresalto al escuchar esas palabras y giró sobre sus pasos,asustada,pensando en que alguien quizás la habría seguido,pero se asombró mucho más al no encontrar a nadie.

-Imaginaciones mías...-dijo acomodando su cabello detrás de la oreja,tratando de no prestarle demasiada atención a lo recién sucedido.

Caminó unos pasos más,y llegaron a su casa.La entrada era amplia,resguardada con un portón negro,adornado con tribales en la parte de arriba,y cuando lo eliza lo abrió,este emitió un ligero chirrido.

-De esto debería encargarse papá...-pensó hacia sus adentros mientras arqueaba un poco su ceja.

Caminó unos pasos más y mientras sujetaba a su mascota con una mano,con la otra sacaba de uno de los bolsillos de su floreada y corta pollera,las llaves de la casa.

Puso la llave en la cerradura y ésta giró suavemente.La puerta cedió y eliza asomó lentamente su pequeña cabeza detrás de la puerta.

¿Hola?¿Papá?¿Mamá?¿Martin?¿Alguien?-esperó unos instantes,en silencio,y el mismo pareció incrementarse.Ninguna respuesta.Miró hacia abajo,suspirando con resignación,y forzó una sonrisa.

-Supongo que seremos sólo tú y yo,¿eh?.

Se dirigió a la cocina y depositó al animal sobre la mesada de granito,bellamente pulida.La casa era muy grande,inclusive para los dos.En raras ocasiones se encontraba con su hermano mayor,aunque fuera por un año,Martin.Y aunque ambos fueran al mismo Instituto,rara vez coincidian sus horarios,tanto dentro como fuera de su casa.Martin era capitán de su equipo de Hockey y también tenía otras actividades.Sin duda alguna,su hermano era muy popular.No quiso pensar por mucho tiempo más en eso.

Abrió la heladera de color plata que tenía mucha comida dentro.

-Debo darte una sola vez de comer...-dijo en voz alta,llevándose el dedo hacia su mejilla y rascándosela tímidamente.

Sacó unas zanahorias,buscó en un cajón un cuchillo para pelarlas,y cuando estuvieron listas,se dio media vuelta para entregárselas a su pequeña mascota.

-Toma...eh...-iba a llamarlo,pero en ese instante recordó que el pequeño no tenía nombre.Y que tampoco sabía si éste era macho o hembra...

Dudó por unos instantes de fijarse o no, a lo qiee optó que era mejor el hacerlo para salirse de dudas y evitar confusiones luego con el veterinario.

-Supongo que debería  pero...-

Sujetó al pequeño que se encontraba disfrutando su comida,entre sus manos temblorosas,y se fijó.Era un macho.Cuando lo estaba por volver  a depositar nuevamente en la mesada escuchó otra vez esa voz.

-¡¿Oye,qué crees que estás haciendo?!-dijo una voz notoriamente irritada y molesta.

Eliza sabía perfectamente que estaba sola en su casa y dudaba de si esa voz era real y si no provenía de su cabeza.

Sacudió en señal de negación y aspiró una gran bocanada de aire para luego soltarla.

-Estoy demasiado cansada...-admitió sincerandose.La realidad es que los exámenes y sus actividades extracurriculares la mantenían por lo general muy ocupada y esto iba agotandola de a poco.

-¡Te llamaras Nathan!-exclamó efusiva y sonriendo ampliamente.

-Nathan debo irme a bañar,quedas a cargo de la casa mientras tanto,¿eh?-mencionó sonriendo por lo bajo mientras se alejaba para subir unas escaleras.

El cuarto de eliza era amplio y colorido.Tenía muebles delicados y femeninos y la decoración era muy personal y agradable.

Sacó de una cajonera de madera oscura y lustrada ropa para canbiarse y tambien algo de ropa interior.

Tan entretenida y sumida en sus pensamientos estaba que no notó que su pequeña mascota se había bajado de la mesada y se dirigía a la heladera,que había quedado entre abierta.

Los alimentos estaban al alcance,por lo que el pequeño sujetó fácilmente uno de ellos y lo devoró en cuestión de instantes.

Eliza ya se había llevado una muda de ropa limpia hacia el cuarto de baño,acomodándola en un pequeño estante, sumida en sus pensamientos.

Mientras tanto,en la cocina,el pequeño Nathan comenzaba a mutar y crecer,en algo más que una simple mascota...

Mi amante NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora