CAPÍTULO III

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        La granada que saca José del zurrón es una bola esférica con una mecha de cuerda impregnada de pólvora . Con la piedra golpea de forma repetida la cuerda hasta  que se desprende una chispa . La chispa  empieza a consumir la cuerda y José se levanta con rapidez , echa para atrás el brazo y lo mueve hacia arriba antes de soltar la granada . De inmediato se agacha para evitar ser herido o muerto por la bala de un mosquete británico .
         La granada cae en parábola hacia los ingleses y estalla . Al poco rato se escuchan gritos de dolor . El granadero José que pertenece al regimiento de Santa Cruz de Tenerife sonríe con satisfacción . Con su 1'80 de altura parece un gigante y por esa estatura es lógico que forme parte de los granaderos , un soldado de élite dentro de los soldados de infantería de línea .
         Más disparos de los ingleses y de repente oye a unos metros a su lado , un gemido . Su compañero Lucas cae muerto  . Una bala inglesa le ha alcanzado el cuello .

        - ¡ Malditos ! - gruñe de rabia .

        Tras la roca , carga lo más deprisa que puede su mosquete de chispa . Apunta su mosquete afinando la puntería mientras dos balas pasan al lado , y aprieta el gatillo . El fogonazo de la llave de chispa le llena el rostro de restos de pólvora , mientras que el fogonazo y el humo que salen de la boca de su mosquete le tapan por un momento la visión .
         Pero José es un cazador y pronto oye otro grito de dolor .
Al echar hacia atrás la llave de chispa , ve como cuatro casacas rojas se acercan mientras otros disparan , dando fuego de cobertura .

         - Estoy jodido .

        Una bala de cañón que proviene de uno de los castillos choca contra el suelo y levanta un muro de tierra y barro . Más gritos , estos dichos en inglés que muestran miedo .
         Aprovechando la ocasión , José retrocede , corriendo , buscando otra posición donde poder seguir hostigando a los casacas rojas . Lleva todo el día , al igual  que sus compañeros de regimiento , disparando y retrocediendo ante no solo la superioridad numérica , sino también ante el superior entrenamiento de los soldados británicos . Estos pueden realizar tres disparos de mosquete por minuto , lo que provoca una continua lluvia de plomo .
        Al llegar a la cima , se da cuenta de que los ingleses van a tomar la colina . < Aunque tomar el castillo va a resultarles más difícil > Ve un árbol desde donde poder disparar . < Un tiro más y me refugio en el castillo >

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        Mientras Andrés mete el bote de metralla en la boca del cañón , dos soldados de la milicia se asoman por la tronera y disparan sus mosquetes , para de inmediato apartarse . El castillo se llena de humo por el combate , mientras el joven Pablo que releva a Carlos que ha sido herido por una bala de mosquete , agachado empuja el  bote con el atacador . Saca el atacador del fondo del cañón y ayuda a sus compañeros a empujar el cañón .
         El jefe artillero Jacinto y Carmelo apuntan el cañón contra los soldados ingleses que se acercan .

         - ¡ Ya está !

         Todos se apartan del cañón y Carmelo acerca el botafuego . El disparo del cañón suena como un trueno y retrocede con fuerza .
El humo del cañonazo no les deja ver el resultado , pero eso carece de importancia , la orden es disparar todo lo rápido que se pueda contra los ingleses , para que sientan que están a las puertas del mismo infierno .

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         - Las bajas aumentan , las municiones de mosquete se agotan . Pero sobretodo lo que el coronel Henry necesita es  apoyo de artillería naval , para reducir el fuego artillero que recibimos de frente y por los flancos - dice el teniente Jhon Doe que acaba de volver de tierra .

LA  DERROTA  DE NELSON  - escrito por Jesús Quintela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora