EPÍLOGO

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        - Al que toque una monja o destrocé una figura sagrada le entregó a los españoles . Ya están bastante coléricos por que hemos entrado en un convento . Así que no les demos motivos para que nos descuarticen - les había advertido el capitán Trowbriged a los hombres bajo su mando .
         Tenía más de trescientos hombres bajo su mando , entre la tropa que había intentado tomar sin éxito el castillo de San Cristóbal y que se habían retirado a la plaza de Santo Domingo y la tropa que había traído el mismo desde la plaza Pila .
         Los casacas rojas y los marineros británicos  protegidos tras los muros y las cristaleras del Convento de Santo Domingo ,  responden al fuego de los españoles con sus mosquetes .
         De vez  en cuando , uno de ellos cae muerto  o herido , por un balazo .

         -  ¡ Ahorrar munición ! ¡ Disparad sobre seguro ! - dan las órdenes a gritos , los sargentos .

        < Sino recibimos ayuda pronto . Antes de que se nos agote la munición o los españoles emplazen cañones para derribar los muros del convento , tendré que rendirme > piensa cabizbajo Trowbriged .

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         Habia sobrevivido a la cruenta y dolorosa operación . Habia perdido un brazo . Ahora , en su camarote , rodeado por oficiales navales y del ejército británico , recibe las malas noticias .
        La fragata Fox hundida , con más de un centenar de hombres , equipo y municiones . Muchas bajas entre los soldados y marinos que realizaron el desembarco nocturno . Y una fuerza inglesa sitiada por los españoles , cerca del castillo de San Cristóbal , cuyo número era difícil de determinar , y  al mando de , se suponía el capitán de navío Trowbriged .

        - Señores , ya que no podemos tomar la ciudad , al menos vamos a liberar a nuestros camaradas . Esto es , lo que haremos .

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         - ¡ Ya están aquí de nuevo ! - grita el centinela .

         En el castillo San Cristóbal todos los artilleros y soldados de la milicia corren a sus puestos de combate .
         El sargento Juan Manuel ve como se acercan a la bahía los navíos de tres puentes .
        
         - Nos va a venir una lluvia de plomo .  Jaime trae balas de cañón que el Tigre está hambriento .

      El equipo de artilleros liderado por Manuel carga el cañón y con ayuda del cabo Federico apuntan  hacia el buque de línea más cercano .

        - Ya está . ¡ Fuego ! - ordena mientras se aparta de detrás del cañón .

          El resto de los artilleros hacen lo mismo y Federico acerca el botafuego . De nuevo el ruido  del cañonazo es atronador y el humo de la explosión oculta por un momento el objetivo . Pero cuando se despeja el humo , ven que su disparo ha golpeado encima de la proa del buque .

        - ¡ Cargar de nuevo !

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         Desde la atalaya del castillo de San Cristóbal , el teniente general Gutiérrez ve a través del catalejo ,  a la flota inglesa que mantiene un duelo artillero con la artillería de costa española .
       Mientras en el puerto ,  los cañones de la fragata San José abren fuego contra la oleada de botes cargados de casacas rojas y marineros ingleses . Botes que son zarandeados por las olas .
        < Vienen hacia aquí > .

        - Coronel Francisco , traiga aquí a medio batallón de su milicia y a una compañía del batallón de Canarias .

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LA  DERROTA  DE NELSON  - escrito por Jesús Quintela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora