Capítulo 1

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"Son las reglas del juego, ahora vamo' a ver quien de los dos cae primero"

Las noches de abril eran largas y frías, las ramas de los árboles se movían ligeramente gracias al gélido viento, el choque de estas hacía un sonido agradable al menos para mis oídos.

Froto las palmas de mis manos en un intento de hacer que entren en calor pero no lo consigo. Camino por la sala de estar en busca de algo para hacer y así entretenerme, me había pasado la tarde leyendo novelas en Wattpad así que ahora tocaba hacer algo productivo.

"¿Salimos esta noche?"  es lo primero que leo en cuanto tomo mi teléfono en las manos, definitivamente mi mejor amiga está loca. ¿Salir con el frío que hace?

"¿Quién demonios sale una noche de abril?" respondo de inmediato, no me doy cuenta de que detuve mis pasos en cuanto llegué a la ventana, al alzar la mirada puedo ver a Zabdiel, mi vecino, mirarme fijamente desde la ventana de su habitación.

No teníamos nada pero siempre hubo algo...

El tonteo constante que salía sin que nadie se lo pidiera cada vez que hablábamos.

"Perfecto, paso por ti en veinte minutos"

¿PERDOOOONA?

¿En qué momento accedí a ir con ella?

—No me lo puedo creer —digo para mí misma dejando el móvil a un lado y yendo a mi habitación para poder cambiarme de ropa. Me visto con algo decente pero llevo una chaqueta por encima, no pienso pasar frío ni de coña.

"¿No me darás un beso de buenas noches?" puedo llegar a leer la notificación mientras acomodaba mi cabello.

"¿Beso de buenas noches o noche de buenos besos?" contesto antes de ponerme una chaqueta para completar el outfit.

"Mientras sean besos..."

"Nos vemos en la discoteca." envío finalmente, podría ser divertido...

Bloqueo el teléfono y lo guardo en el bolsillo de la chaqueta, miro una vez más por la ventana y lo encuentro mirándome. Sonrío ampliamente antes de lanzarle un beso, uno que no tarda en devolverme.

El helado viento golpea mi rostro haciéndome estremecer, el coche de mi amiga no tarda en estacionarse a un par de metros así que camino con rapidez hasta él.

—Joder, con lo bien que se estaba en casa... — me quejo cuando entro al vehículo, el calorcito de este hace que suelte un suspiro y me deje llevar.

—Cállate y ponte el cinturón de seguridad que nos vamos —responde, poniendo los ojos en blanco.

—Ugh, como digas...—me pongo el cinturón de seguridad y descanso mi cabeza en el cristal de la ventanilla.

—Deberías de agradecerme por sacarte de casa —dice para cuando empieza a conducir a la única discoteca que hay en el pueblo.

—Estaba feliz coqueteando con mi vecino —le hago saber, sonrío de forma ladeada de solo recordar el momento vivido hace poco.

—Cuando paséis a algo más que lanzaros besos ya me avisas.

—Me gustaría comerle la boca pero no quiero ser muy intensa...

—¿Para qué se hicieron las bocas si es para darse besos? —pregunta cómo si fuera obvio.

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