Capítulo 5

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"Tú sabe' quien te da la whip cream, muérdela, me cansé de vacilar..."

—Hacerlo en el coche resultaría bastante incomodo, ¿no lo crees? —pregunto, pícara mientras camino hacia la puerta de mi casa.

—Vaya, vaya... Señorita, es usted una pequeña diabla —dice cerrando la puerta de su coche para después caminar en mi dirección, le dejo entrar a casa antes de cerrar—. ¿Te tomarás la molestia de enseñarme la casa o...?

—Hablas demasiado —lo interrumpo—. Sígueme hasta mi habitación, anda.

—¿No es más cómodo el sofá? —pregunta, juguetón.

Deja, ya tendré mi momento para vacilarte yo a ti... Ya verás como te ríes después.

Como dicen las buenas lenguas: quien ríe el último, ríe mejor.

—He dicho que en la habitación.

Empiezo a subir la escaleras para llegar a esta, él no se tarda en seguirme, puedo escuchar sus pasos detrás y también puedo sentir su mirada en mi trasero.

Entro a la habitación y enciendo la luz, él cierra la puerta para después deshacerse de su chaqueta y dejarla caer al suelo. Sus dedos toman los extremos de su camiseta y comienza a elevarla, dándome una muy buena vista de su abdomen.

Sin poder controlar mis impulsos me acerco y lo beso de forma desesperada, parecía desear lo mismo ya que sus labios no se quedan atrás.

Mis manos comienzan a acariciar su pecho pero rápidamente se deslizan por su abdomen sintiendo su caliente piel bajo mi tacto, al llegar al borde de su pantalón me tomo el tiempo necesario en bajarlo.

—Hazlo...—dice dando un leve asentimiento con su cabeza.

Me dejo caer de rodillas frente a él y acaricio su polla sobre la tela de su bóxer, con lentitud bajo este para poder tenerlo a tan solo centímetros de mi rostro. Mis manos comienzan a masturbarlo con mucho cuidado, mi lengua se pasa por la punta de su glande en donde chupo su líquido preseminal.

—Oh, vamos... —gruñe en bajo, desesperado por saciar todo su deseo.

—¿Qué pasa, guapo?

—Me cansé de vacilar... Abre la boca.

Lo miro a través de mis pestañas cuando adentro su polla en mi boca, mis labios la acarician cada vez que entra y sale, mi lengua juega a su alrededor dándole más placer. Siento sus manos en mi cabello, empujando mi cabeza para poder adentrarse más en mi boca.

—Déjame a mi —susurra entre jadeos, comienza a mover sus caderas para penetrar mi boca una y otra vez, tocando mi garganta en cada embestida.

Las comisuras de mis labios comienzan a doler pasados los minutos, pero el simple hecho de verlo con los ojos cerrados y maldiciendo porque su orgasmo está apoderándose de su cuerpo hace que pueda resistir otro poco. Finalmente, se corre en mi boca, dándome el gusto de probar sus dulces fluidos.

Se retira de mi boca dejando que una hilera de su propio semen cuelgue de mis labios, él es rápido en limpiarlo con sus dedos y ayudarme a levantarme.

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