OTOÑO

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Las gotas de la llovizna caen sobre los adoquines de la calle, haciendo su característico sonido y llenando las calles de pequeños charcos de agua que la gente se ve obligada a sortear.
A pesar de la débil lluvia que cae sobre la capital francesa, sus calles siguen llenas de gente con prisas, que se ha visto sorprendida por la lluvia y que ha visto como la ciudad de la luz era engullida por unas grandes nubes negras que descargan su furia sobre la ciudad y la cubrían con un color gris, poco común en la ciudad.
Los largos callejones y avenidas de la ciudad tambien estaban cubiertas de los colores rojo, naranja, marron y amarillo, como consecuencia de las millones de hojas que se caian de los arboles durante esa epoca del año y que aportaban ese color caracteristico del otoño y inundaban las calles de un bonito colorido.
En medio de este paisaje de lluvia y prisas, hay una figura que destaca sobre las demás, no porque sea especial, sino porque, a pesar de la lluvia que desciende con cada vez más furia sobre la ciudad y que hace que la gente vaya corriendo a recluirse en sus casas, oficinas o restaurantes, ella sigue caminando impasible a la tormenta, bajo su hermoso paraguas rojo.
Nadie hace caso a la figura que camina serena e indiferente a la lluvia ya que están todos más pendientes de si mismos, excepto yo... Desde que esa figura ha entrado caminando bajo su paraguas,en la calle, una fuerza similar a la de un imán me ha impedido sacarle los ojos de encima.
Debajo de ese gran paraguas se esconde una mujer, hermosa, vestida con un largo abrigo negro que la protege del frio y con unas botas negras que la protegen de lluvia y de cualquier charco que pueda encontrar en el camino.
Desde debajo el paraguas se puede llegar adivinar pequeños mechones ondulados de color avellana que caen sobre su abrigo.
La lluvia cada vez descarga con más fuerza, hasta el punto de no poder ver nada por culpa de la extensa y densa cortina de agua que cae, pero, a pesar de eso, mis ojos no pierden la pista de la misteriosa mujer del paraguas rojo.
La mujer sigue caminando decidida, ajena al temporal que descarga sobre la ciudad y del movimiento de la gente que corre a su alrededor, y mientras camina, se dirige a la orilla izquierda del río Sena, desde donde se erige la figura esbelta y metálica de la Torre Eiffel, que envuelta por la tormenta, parece un ser terrorífico...
La veo alejarse de la Torre Eiffel, sin ni siquiera dirigirle una simple mirada mientras continúa su travesía por la calle.
Yo, sediento de curiosidad y admirado por su belleza misteriosa, decido levantarme de la cafetería donde lo he observado todo y, con cierta distancia y prudencia, la sigo debajo de la lluvia. La mujer sigue deambulando por la avenida, hasta que llega al puente de Bir-Hakeim, cuando de imprevisto se para de golpe y empieza a mirar hacia la carretera.
Al cabo de unos minutos, aparece un Mercedes negro el cual para delante de ella, consumo cuidado, para no salpicarla con los charcos que hay en la carretera.
La mujer saluda al conductor, abre la puerta de la parte de detrás del coche, deja su bolso en el interior pero antes de que ella entre en el coche, se gira rápidamente hacia mi dirección, y a mi no me da tiempo de esconderme en ningún sitio ni de dirigir la mirada a otra lado así que me mira fijamente, sacude la cabeza y me brinda una sonrisa hermosa antes de entrar en el coche y desaparecer.
Me quedé mirando fijamente el sitio donde hasta hacía dos segundos estaba el coche y cuando levanto la vista veo que el coche se aleja por la avenida y con él, también desaparece ella y su hermosa sonrisa.
No se quien es ella, ni como se llama, ni tampoco que hacia caminando bajo la tormenta pero hay algo que sé con seguridad: y es que no habrá momento ni día que no la busque entre las calles de París.
Y con ese pensamiento en mente, doy media vuelta y vuelvo a dirigirme a mi punto de partida: la cafetería, sin darme cuenta de que la tormenta ha cesado y se ha convertido en una débil llovizna y que esa mujer iba a cambiar mi vida para siempre.

Un año en ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora