PRIMAVERA

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Las calles de París están inundadas de colores, los árboles poseen una gran variedad de verde y están decorados con pequeñas flores rosas y lilas, que inundan el paisaje de un tono primaveral. Las mismas flores que crecen en los árboles también decoran el suelo, el cual está lleno de pequeñas motas rosadas y moradas, que a simple vista parecen una alfombra de colores pero que si pones atención en ellas, logras ver que son pequeñas flores que se han caído de los árboles a causa de la brisa primaveral que sopla a diario. 
Desde el cielo, el sol irradia calor y luz, a pesar de que hoy el cielo empieza a llenarse de grandes nubes blancas. 
El barrio de Montmartre está precioso durante esta época del año: la gente aquí va más relajada, disfrutando de la brisa, de los colores, del paseo, de la vista... 
Como cada día me dirijo a la Place du Tertre, para sentarme en mi cafetería favorita para ver pasar a la gente, disfrutar del paisaje y de los pintores de la plaza. 
La primavera me hace pensar en ella, en la mujer misteriosa. Desde la última vez que la vi, no pare de buscarla por todos lados pero al no encontrarla, me acabe rindiendo. Solo tenia un numero de matricula que me llevó a un callejón sin salida y ni siquiera estuve cerca de saber su nombre. Es como si hubiera desaparecido.. Pero aunque lo hubiera hecho, yo soy incapaz de no pensar en ella…Es como un imán... 
Con este pensamiento en mi cabeza, entró en la plaza y voy saludando a la gente que conozco, cuando la veo: allí, sentada en mi cafetería, ajena y despreocupada del mundo con una sonrisa en el rostro mientras observa a los pintores de la plaza y a la gente que camina plácidamente por su alrededor 
Está hermosa, igual que siempre, está vez vestida más primaveral: con un bonito top negro y una falda de cintura alta de color gris, acompañado de unos tacones altos negros y su preciosa melena avellana suelta, ondenado con la brisa. 
De repente, ella se gira y me mira sorprendida, no esperaba verme allí. Yo me quedo quieto en el mismo lugar, no soy capaz de moverme, así que, esta vez, es ella la que viene a mi encuentro. Después de recorrer los pocos metros que nos separan, la mujer se detiene delante de mí y me sonríe. 
-Así que se rindió, ¿verdad?
-Supongo que si, señorita… La busque, ya lo creo que la busque, pero no la encontré en ningún lado. Sabe usted esconderse muy bien. 
-Ya sabe usted lo que pienso… No soy yo la que se esconde, es usted quien no busca correctamente. 
Los dos nos quedamos en silencio, mientras la brisa que sopla a nuestro alrededor nos despeina y llena nuestro pelo de pequeñas flores rosadas. Ella es la primera en romper el silencio.
-Puede llamarme Camille- mientras me tiende su mano, a modo de presentación. 
-Alexandre- le respondo mientras le aceptó la mano. 
El silencio se vuelve a apoderar de nosotros. Ella se gira a mirar la plaza, con sus pintores y sus colores mientras que yo la observo a ella. 
-¿Verdad que es preciosa? Nunca había visto nada tan precioso- refiriéndose a la plaza
-Yo tampoco- pero yo no me refiero a la plaza, la cual tengo muy vista, sino a ella que me deslumbra cada vez que la veo- ¿Puedo preguntarle algo?- ella asiente.
-Lo que usted quiera Alexandre.
-¿Porque siempre hemos de encontrarnos de estas maneras tan poco tradicionales?
-Supongo que es parte del misterio.
-Pero yo no quiero que sea un misterio Camille- ella se queda unos segundos en silencio.
-Es mejor así Alexandre, creeme. 
El silencio se vuelve a adueñar de la conversación mientras que las miles de preguntas que tengo se agolpan en mi mente, pero solo me da tiempo a formular una de ellas
-No nos volveremos a ver, ¿verdad?
-No lo creo.. Como ya le he dicho, es mejor que quede un misterio, será lo mejor para los dos. 
A continuación me besó en la mejilla a modo de despedida y se da media vuelta para empezar a irse caminando calle abajo. Pero yo no voy a permitir que se me escape por tercera vez...
-¡¡Camille!!
Ella se gira hacia mí y me dedicó una de sus hermosas sonrisas mientras yo me acerco a ella.
-¿Si, Alexandre?
-Nos volveremos a ver, se lo prometo. Esta vez, buscaré de manera correcta.
-Deseo que así sea.
Dicho esto, me mira fijamente a mis ojos, me besa apasionadamente y me siento como si estuviera en las nubes.
-No me olvides Alexandre. 
Y habiendo dicho esto, se marcha calle abajo mientras la observo hasta que dobla la esquina y desaparece. Entonces me toco los labios con mis dedos y susurro para mi mismo: 
-Nunca podría Camille.
Y así, con el recuerdo de ella y de su beso todavía muy vivos en mi mente, me siento en la cafetería para reanudar mi rutina, sabiendo que, ahora si, esa mujer había cambiado completamente mi vida. 

Un año en ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora