Jericó tuvo desde muy muy pequeño la mala suerte de tener unos padres que pensaban que el nombre de su hijo si tenía que significar algo, que debía ser una guía o un estandarte en su viaje por la vida. Unos padres a los que lo que de verdad les hubiera gustado habria sido llamar a su hijo "trompetas de Jericó" en referencia a los metales bíblicos que permitieron al pueblo hebreo alcanzar la tierra prometida, pero ni pudo ser, ni La gris realidad se lo permitió.
No hubiera sido la primera vez que alguien usaba dicho nombre, pues años antes el grupo británico Hijack había llamado a su primer disco "Trompetas de Jericó", y del mismo modo los ingenieros nazis que construyeron el bombardero Stuka utilizado por primera vez en la guerra
de España incluyeron unas sirenas, con las que los pilotos aterrorizaban a los objetivos de cada misión, apodadas "trompetas de Jericó" .Pero estando de acuerdo en no caer en la cosificacion de su hijo desde tan pequeñito y en vista de que ninguno de los apellidos paternos o maternos era "trompeta", ni si quiera los más lejanos, sus padres se tuvieron que conformar con ponerle Jericó.
Habrá quien diga que Jericó es el nombre de una ciudad y que por tanto no tiene significado, y la extraña conclusión a la que se puede llegar es que, efectivamente, no es la palabra lo que tiene significado, sino que es el peso de la historia, por más que sea bíblica, lo que otorga al poseedor de dicho nombre el relato de cómo ha de comportarse en el mundo. Así pues, en el caso de Jericó, el nombre significa a la persona.
Lo qie quiero señalar es que Jericó persona había sido durante toda su existencia como Jericó ciudad, una mota de vida atrapada en el interior de un gelido muro. O, dicho con una terminología más actual, en el interior de una fria alambrada de espino.
De esto tuvo consciencia desde la tarde en la que en medio una charla con su madre para evitar que sse separará de su padre, esta con cierto pesar le dijo:
- Hijo, este mundo está lleno de muros, unos visibles y otros invisibles, como el qie ahora nos separa a tu padre y a mi, pero aunque cueste reconocerlo, a veces es mejor qie esos muros estén ahí, protegiendonos de los peligros que hay fuera, y en ocasiones también dentro de nosotros mismos.
La charla que mantuvieron Jericó y sus mamá no evitó que sus padres se separaran pero causó un efecto brutal en él, que al entender que sus, posibilidades de poder sacar el cuello del asfalto del distrito sometido de Ciudad M, conocido como "La Interzona" , eran nulas, por más que su pensamiento le llevará en volandas desde su cuarto a otros mundos mas inspiradores, no les juzgó por haberle castigado con su nombre, simplemente se resigno. Y desde ese día la resignación fue su mantra.
Una resignación que por primera vez sufrió un débil pero profético resquebrajamiento en una rutinaria pausa de trabajo.
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Ciudad-M. "La alambrada invisible"
Short StoryPerteneciente a la serie de relatos cortos "The Fuzz". Tercera de las cinco historias ambientadas en Ciudad-M, una urbe postindustrial enigmática por la que transitan las vidas y viviencias de los peliculiares clientes de "The Afterbling", una espe...