XV

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_______ se despertó aquella mañana y lo primero que vieron sus ojos fue la figura de Çagatay recortada contra los rayos de sol que entraban por la ventana.
¿Qué estaba haciendo allí? ¿Acaso había pasado la noche sentado en aquella silla velando su sueño? Se había acostado cerca de las once, después de que Brandon se fuera, y lo había esperado despierta un buen rato. Al final había desistido de hacerlo y se había ido a dormir. Ni siquiera lo sintió llegar, tampoco había percibido que se había metido en la habitación para dormir cerca de ella. ¿Qué habría sucedido? Nunca antes lo había hecho y estaba segura de que aquella actitud tenía que ver con la cuarta víctima que el hombre que la acechaba se había cobrado.
Se sentó en la cama y lo contempló un instante. Su esbelto y poderoso cuerpo apenas cabía en la butaca. Sus piernas estaban extendidas hacia adelante y un pie descansaba encima del otro. Elevó los ojos y observó cómo la tela de su camisa arrugada salía de forma desarreglada por encima de la cintura de sus pantalones. No había rastro alguno del nudo de la corbata que caía sobre su torso. Tenía las mangas de la camisa arremangadas a la altura de los codos; un cosquilleo en el estómago la invadió cuando se recordó a sí misma rodeada por aquellos brazos. Observó su rostro; parecía calmado, la comisura de sus labios se curvaba casi en una sonrisa y un mechón de cabello le caía sobre la frente.
Se sonrojó cuando él abrió los ojos y la miró. Levantó las sábanas para cubrirse. No fue más que un reflejo, sabía perfectamente que estaba tapada por completo. Sin embargo, por la manera en que Çagatay la estaba mirando, se diría que las sábanas no existían o que sus ojos color verde intenso sabían traspasarlas y llegar hasta ella con el mismo poder de un rayo láser.
—Buenos días. ¿Has dormido bien?
_______ asintió.
—Llegaste tarde anoche —dijo y juntó las manos sobre su regazo.
Çagatay alzó una ceja.
—¿Me estabas esperando?
Ella tragó saliva.
—Brandon y yo trabajamos hasta las once —explicó—. Cuando me acosté, aún no habías llegado.
—Llegué un par de horas después. —Se levantó y estiró los brazos por encima de la cabeza.
—¿Qué sucedió? —preguntó _______ mientras seguía cada movimiento suyo con atención. Su camisa se había levantado al estirarse y parte de su abdomen asomaba por debajo y atraía, de manera inevitable, sus ojos hacia aquella parte de su anatomía. Agradeció cuando él se giró y le dio la espalda.
—Ha vuelto a asesinar —respondió con la vista fija en la ventana.
_______ lo sabía, él mismo se lo había dicho antes de marcharse; sin embargo, volver a oírlo una vez más solo acrecentaba su angustia.
—¿Cómo se llamaba?
Çagatay se dio media vuelta sorprendido con su pregunta.
—¿Por qué quieres saberlo?
—Solo dime su nombre —le pidió.
—Se llamaba Rita Laursen —respondió.
_______ cerró los ojos pero no le sirvió de nada.
—Dime los nombres de las otras tres chicas —dijo con la voz quebrada.
Çagatay avanzó hacia ella y se sentó en la cama.
—_______...
—¡Maldición, Çagatay! ¡Solo dime sus nombres!
Sus ojos castaños estaban húmedos por el llanto y Çagatay sintió que _______ necesitaba hablar de aquello y enfrentarse a los fantasmas de un pasado que, irremediablemente, se mezclaba con su presente.
—La primera muchacha se llamaba Anna Beasley; la segunda era Alison Warner.
—Continúa.
—El nombre de la tercera víctima era Tessa Hodgins.
_______ desvió la mirada y clavó sus ojos en la ventana.
—Ellas no deberían haber muerto... no deberían —susurró temblorosa.
Çagatay se acercó todavía más y sujetó a _______ de la barbilla.
—_______, mírame. —Levantó lentamente su rostro hasta que sus ojos se enfrentaron por fin—. No hay nada que tú hubieras podido hacer para evitar que sucediera.
—¡Pero ellas están muertas y es por mi culpa! —gritó en medio del llanto.
—¡No! —Pasó ambos dedos pulgares por sus mejillas y comenzó a secarle las lágrimas—. No lo es.
—¡Puedes decir lo que quieras, pero nada ni nadie podrá hacer que me sienta mejor! —lo increpó entre sollozos.
Sus manos, que descansaban sobre la cama, se habían cerrado en un puño.
Çagatay tomó entonces sus apretadas manos y se las llevo a la boca. Depositó un par de besos en cada una y clavó sus ojos cafés en el rostro consternado de _______.
—Tú solo eres una víctima más en toda esta historia.
_______ no dijo nada; apenas era consciente de la extraña conexión que tenía con él y de la ternura que le estaba prodigando. Çagatay sabía qué decir y hacer para hacerle sentirse mejor. Su voz grave y dulce provocó que un cálido estremecimiento la recorriera de arriba abajo. La proximidad de Çagatay y el calor que los envolvía y aumentaba segundo a segundo no hacían más que inquietarla.
Çagatay presentía lo que vendría a continuación y, por un instante, se olvidó de todo lo demás.
Sus bocas se buscaron y se encontraron. Aquel beso no fue tan intenso como el que se habían dado dos noches antes pero la misma dulzura con la que iba acompañado era tan irresistible como la pasión que los había estremecido la primera vez.
Incapaz de contenerse, _______ se apretó contra él y amoldó su cuerpo al suyo. Çagatay sabía que debía poner distancia entre ellos pero no podía moverse. Necesitaba beber de su boca hasta la última gota de placer; metió sus manos por debajo de la ropa y le acarició la espalda con movimientos circulares mientras ella se arqueaba más contra él para sentir cómo cada milímetro de su cuerpo entraba en contacto con el suyo hasta quedar completamente pegados.
_______ dejó escapar un gemido y aquel sonido ahogado pareció retumbar en los oídos de Çagatay.
Debían parar, terminar con aquello antes de que las cosas se desviaran por un camino del que ya no podrían regresar. «No puedes.» Dos palabras que sonaban cada vez con más fuerza en la cabeza de Çagatay, dos palabras que evitarían que cometiera un gran error.
Apartó a _______ mientras procuraba recobrar el aliento. La miró en silencio un instante e intentó reunir valor para obligar a las palabras a salir de sus labios.
—Se está haciendo tarde. —Sintió que se le encogía el estómago al mirarla a los ojos otra vez.
_______ retrocedió como si sus palabras la hubiesen golpeado con la fuerza de un puño. Era la segunda vez que él se acercaba para luego apartarse de ella de repente y, de nuevo, se sentía una ******* por haber permitido que volviera a pasar. Tenía ganas de llorar, de rabia y de impotencia, pero no lo haría frente a él. No le daría esa satisfacción.
Lo observó mientras se ponía de pie y se alejaba hacia la puerta.
—¿Qué dices si salimos a correr? —Echó un vistazo a su reloj—. Si puedes estar preparada en veinte minutos.
—Lo estaré en menos de la mitad —respondió tajante.
Çagatay salió y cerró la puerta tras de sí. _______ se apoyó en el cabecero de la cama y se quedó mirando la puerta cerrada.
El corazón aún le latía con fuerza y la temperatura de su cuerpo no había menguado. Aquella situación debía terminar, no era bueno para ninguno de los dos. No tenía sentido y no le encontraba una razón. O quizá sí existía un motivo para que él actuara de esa manera, solo que ella prefería ignorarlo. Algo o alguien le impedían a Çagatay dejarse llevar y entregarse por completo a lo que sentía por ella.
_______ tenía sus sospechas y temía comprobar que eran acertadas.
Cerró los ojos y se humedeció los labios, aún había vestigios de sus besos en ellos; su perfume todavía se podía oler en el aire. Se incorporó y se levantó de un salto; le había dicho a Çagatay que se daría prisa y ya había perdido cinco minutos pensando en él. Debía hacer lo imposible por apartarlo de sus pensamientos y olvidar lo sucedido; de seguro, él haría lo mismo en los brazos de Rachel Parker.
Caminó hacia el cuarto de baño, soltó un par de maldiciones y arrojó el pijama con rabia dentro del cesto de la ropa.
—Creía que un hombre con tu condición física tendría un poco más de resistencia. —_______ se quedó trotando en el lugar mientras observaba a Çagatay, que intentaba alcanzarla un par de metros detrás.
—Creía... creía que corrías solo media hora —respondió con la respiración entrecortada.
—A veces me extiendo un poco más. —Sonrió con malicia—. Hoy es, precisamente, uno de esos días.
Se detuvo hasta que él logró ponerse a la par de ella.
—Será cuestión de que se acostumbre a llevarme el ritmo, detective.
Lo observó mientras se detenía para estirarse y recuperar un poco el aire. Habían dado más de diez vueltas al parque Roeding; sin embargo, Çagatay tenía todo el aspecto de haber corrido una maratón.
Él la miró con indiferencia.
—Prefiero la comodidad de mi gimnasio.
—Yo no cambiaría esto por ninguna otra cosa. —Hizo un par de elongaciones y algo de rotación de cintura—. Deberías hacerlo cada mañana, apuesto a que cambiarías de opinión.
—Lo dudo.
—¿Otra vuelta más? —propuso desafiante.
Çagatay sabía que aquello tenía que ver con lo que había sucedido en su cama esa misma mañana; de alguna manera ella estaba buscando vengarse de él y ni siquiera podía culparla. ¿Qué podía decirle? ¿Que cada vez que la tenía cerca se le aceleraba el corazón y su único pensamiento era hacerle el amor, pero que no podía porque ella era parte del caso?
—¿Por qué no descansamos? Creo que por hoy ya ha sido suficiente.
—Tú quédate a descansar si quieres, yo correré un poco más.
Çagatay levantó la mano.
—Quiero tenerte siempre a la vista, no te alejes y regresa enseguida —le advirtió.
_______ hizo una venia.
—A la orden, mi señor.
Antes de que él pudiera decir algo le dio la espalda y se lanzó a correr otra vez. Él se dejó caer en un banco de madera, la seguía con la mirada. La observó rodear una hilera de árboles y, por un segundo, desapareció del alcance de su vista.
—¡Maldición!
Se levantó de un salto y comenzó a correr hacia la arboleda por donde _______ había desaparecido. El temor le provocaba un dolor palpitante en el pecho. Esquivó a una mujer y a sus dos pequeños hijos y luego a un vendedor de globos multicolores. No lograba verla por ninguna parte.
Se detuvo en medio del parque y comenzó a dar vueltas observando cada rincón con desesperación. Ya no estaba ni siquiera cansado; tan solo se sentía embargado por una terrible sensación de angustia e incertidumbre que se esfumó apenas la vio junto a un expendedor de agua.
Caminó hacia ella. A medida que se acercaba el ritmo de sus latidos se iba acelerando.
—¡Por Dios! ¿Quieres matarme del susto?
_______ se dio media vuelta y lo miró. No había solo preocupación en sus ojos, estaba enojado con ella.
—Lo siento, pero aquel niño me ha pedido que lo ayudara a beber un poco de agua —explicó mientras que con una mano señalaba a un niño rubio que se alejaba en su bicicleta.
Çagatay exhaló un lento suspiro. Estaba exagerando y debía calmarse si no quería que sus nervios terminaran destrozados.
—Perdóname tú a mí. A veces me tomo mi papel de policía demasiado en serio —dijo y esbozó una sonrisa.
—No te preocupes.
Caminaron de regreso hasta el otro extremo del parque y Çagatay invitó a _______ a sentarse junto a él en un banco.
La gente pasaba frente a ellos, algunos corrían y otros caminaban. De pronto, _______ distinguió a un hombre que se acercaba a ellos mientras los saludaba con su mano. Nunca antes lo había visto.
—¡Detective Ulusoy!
_______ notó una marcada cojera en una de sus piernas.
Çagatay lo observó e intentó recordar de dónde conocía a aquel hombre.
—Soy Peter Franklin, nos conocimos el otro día en la redacción del Fresno Bee.
—Por supuesto. —Çagatay estrechó su mano.
_______ relacionó de inmediato aquellos dos nombres. Leslie le había hablado de él.
Peter Franklin sonrió de oreja a oreja.
—¡Qué casualidad encontrarlo por aquí!
—Lo mismo digo, señor Franklin.
—Peter. —Desvió sus ojos miel hacia _______.
—Ella es _______ —dijo Çagatay y los presentó.
—¡_______ Carmichael, por fin nos conocemos!
Çagatay se quedó pasmado.
—¿Qué quiere decir con eso?
_______ decidió entonces intervenir; después de todo, era mejor que Çagatay se enterara de lo que Leslie le había comentado antes de que terminara por apuntarle también a él con su pistola.
—Çagatay, el señor Franklin trabaja con Leslie...
—Eso ya lo sé —la interrumpió.
—Cuando vino a visitarme el otro día, Leslie me habló de él y de su interés en entrevistarme —explicó.
—¿Entrevistarte? —Seguía sin entender mientras observaba el rostro demasiado entusiasta del reportero.
—Así es, detective. Sigo el caso del Asesino de las Flores y supe que el secuestro que sufrió la señorita Carmichael hace cuatro años fue cometido por el mismo hombre que asesinó a esas cuatro muchachas.
—¿Cómo ha sabido todo eso?
—Leslie se le contó, Çagatay.
Çagatay frunció el ceño; no le gustaba nada la idea de que aquel reportero supiera tanto de ella. Sabía que la prensa era muy influenciable y una información dada erróneamente podría perjudicar su trabajo.
—Mi verdadero interés es escribir una novela basada en la historia de la señorita Carmichael —señaló—. Por eso me atreví a pedirle a Leslie que me consiguiera una entrevista con ella.
Los ojos de Çagatay se clavaron en _______. Ella percibió un destello de enfado en ellos.
—Yo no estaba enterado.
—Te lo iba a decir, es solo que se me había olvidado —dijo y se mordió el labio inferior.
—¿Has accedido a ser entrevistada?
_______ asintió.
—Es un favor que Leslie me pidió, no podía negarme.
—Entiendo.
—Podemos encontrarnos donde usted desee, _______ —dijo Peter Franklin con amabilidad.
—Últimamente no salgo mucho.
—Que te entreviste en casa —dijo Çagatay de repente—. Allí estarán cómodos y, además, sabré que estás segura.
—¿Usted está de acuerdo, señor Franklin?
—Llámeme Peter, por favor —le pidió—. Para mí, cualquier sitio está bien.
—Perfecto. —Le devolvió la sonrisa—. Tendrá que ser por las mañanas, ya que por las tardes debo trabajar.
—No hay inconveniente, solo dígame cuándo podemos empezar.
_______ estuvo a punto de decir algo cuando Çagatay la sujetó del brazo y la llevó aparte.
—¿Por las mañanas? ¡Creía que bastaría una sola mañana para entrevistarte!
—¡Solo ha sido una manera de decir! —respondió ella sin levantar demasiado la voz.
—¿Estás segura?
—No lo sé, pregúntale a él —dijo y volvió la cabeza hacia Peter Franklin, que los observaba expectante.
Çagatay así lo hizo.
—¿Cuánto tiempo le llevará la dichosa entrevista?
Peter Franklin se rascó la barbilla.
—No sabría qué responderle —hizo una pausa—. No se trata de una entrevista para publicar un reportaje en el periódico; esto es diferente. Deberé reunirme con la señorita Carmichael en varias oportunidades y así tomar notas para mi libro.
La respuesta del reportero no le agradó en lo más mínimo.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto?
_______ estaba tan llena de dudas como él, pero le había prometido a su amiga que, al menos, le concedería la oportunidad a Peter Franklin de hablar con ella.
—No, pero...
—No tienes que aceptar. —Çagatay percibió el fastidio en la mirada vivaz del hombre que seguía esperando una respuesta definitiva de parte de _______.
—Concédame una entrevista y, si no está de acuerdo, prometo no volver a importunarla.
_______ miró a Çagatay y cuando vio un gesto de aprobación en sus ojos cafés, aceptó.
—Gracias. ¿Cuándo estaría bien para usted?
—¿Le parece bien el lunes? —Era viernes y no tenía ganas de pasar por aquello el fin de semana; prefería aprovecharlo pintando.
—Estupendo, nos vemos el lunes, entonces.
—Bien. —_______ extendió su mano y él la estrechó con fuerza durante un instante.
—Ha sido un placer, _______ —dijo sin soltarla todavía.
—Igualmente, Peter.
Por fin la soltó y tras saludar a Çagatay se marchó por la misma vereda por la que había aparecido.
—Deberías agregarlo a la lista —comentó Çagatay de repente.
—¿De qué hablas? —preguntó _______ mientras alzaba las cejas.
—Hablo de tu lista de conquistas —respondió de forma socarrona.
Ella pasó por alto su sarcasmo.
—No sé a qué te refieres.
—¡Vamos! ¡Primero el tal Brandon y ahora también el reportero!
_______ le dio la espalda. De otro modo le habría borrado la sonrisita burlona con una bofetada. ¿Qué derecho tenía a hacerle un comentario de aquel tipo? ¡Él que tenía un romance con su compañera y no tenía el valor de reconocerlo frente a ella!
—¿No dices nada? —Él se puso a su lado y buscó sus ojos.
—No vale la pena ni siquiera que te responda. —Le lanzó una mirada fulminante y se alejó corriendo mientras él profería un par de maldiciones antes de intentar alcanzarla de nuevo.

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⏰ Última actualización: Oct 08, 2021 ⏰

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No me olvides (Adaptada) çagatay ulusoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora