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_______ le dirigió una mirada interrogante.

—¿Qué hacemos aquí?

—Buscamos un lugar seguro en el que puedas instalarte —respondió él con tranquilidad, y se puso en marcha.

—¡Espera! —Le tironeó de la chaqueta—. ¡No puedo quedarme aquí!

Çagatay detuvo y lanzó un suspiro. Sabía que aquel momento llegaría. Se armó de paciencia y la miró a los ojos. Esperaba que ella comprendiera el porqué de aquella situación.

—Es perfecto, nadie podrá imaginarse jamás que tú estás aquí; es precisamente lo que necesitamos.

_______ sabía que los argumentos que Çagatay le estaba dando eran válidos, pero en su cabeza no lograba concebir que él y ella pudieran llegar a convivir bajo el mismo techo; mucho menos después de lo que había sucedido en la habitación de su casa. Era simple: no podía aceptar.

—No puedo; no puedo vivir aquí contigo —dijo por fin.

—¿Por qué no? —Preguntó él mientras dejaba la maleta en el suelo—. Es un lugar que no llama mucho
la atención; hay suficiente espacio para que podamos convivir sin ningún problema y, además, a Sam le encantará tener un poco de compañía femenina.

_______ frunció el ceño.
—¿Sam?

—Sí, ya lo conocerás —dijo y sonrió de oreja a oreja—. Subamos y discutamos el asunto mientras comemos algo. No sé tú, pero yo vengo hambriento.

Volvió a recoger la maleta y comenzó a caminar hacia la entrada del edificio mientras _______ continuaba de pie en el mismo lugar. Aquello no podía estar sucediendo, debía hallar una solución y marcharse cuanto antes.

—¿Piensas quedarte ahí mucho tiempo? —le preguntó él mientras entraba.

_______ se cruzo de brazos para contrarrestar la rabia que estaba sintiendo. Había aceptado ayudarle y dejar que le buscara un lugar donde quedarse por su propia seguridad, pero nunca había esperado que él la llevara a su casa. Podría haberse quedado atornillada allí hasta que el sol que caía directamente sobre su cabeza terminase por asarla y demostrarle así que no estaba de acuerdo con lo que pretendía hacer; sin embargo sospechaba que él era capaz de dejarla allí; sabía que tarde o temprano, acabaría por ceder. Comenzó a avanzar pesadamente hacia él y cuando lo alcanzó junto a la puerta Çagatay se mordió el labio inferior para contener la risa.

—Qué bueno que hayas comprendido lo que es mejor para ti.

Cuando _______ lo miró, sus ojos castaños despedían chispas de cólera.
—Todavía no está dicha la última palabra —respondió secamente.

Caminaron hasta un montacargas enorme que funcionaba como ascensor y él le cedió el paso. Ella entró y se recostó contra la pared en el lado opuesto a Çagatay. Tenía la vista clavada en el techo y evitó tener contacto visual con él en todo momento. Segundos después, el ascensor se detuvo y Çagatay salió primero. _______ echó un vistazo al pasillo, aquel lugar parecía demasiado solitario.

—¿Hay otros inquilinos aparte de ti y del tal Sam? —preguntó mientras caminaba detrás de él.

—Solo hay cuatro lofts en el edificio, solo tres están habitados. Te van a encantar mis vecinos. —Se detuvo y le señaló una de las dos puertas que había en aquel pasillo—. Allí viven Mónica y Jessie, con la pequeña Priscilla; en el tercer piso, viven el señor y la señora McKey y sus cinco gatos. Ya irás conociéndolos a todos.

Según sus palabras Çagatay esperaba realmente que aceptara quedarse en aquel lugar. Sería mejor hablar en serio con él y hacerle entender que aquello no era más que una locura.

No me olvides (Adaptada) çagatay ulusoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora