Capítulo I

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Ésta era la última carta que había enviado a Harry, ninguna había obtenido una respuesta y cada vez me preocupaba más el estado en que Harry se encontrara. Pasé algunos días del verano en casa de Dánae y otros en casa de Draco, solo que nadie sabía que había ido a la casa de éste último. Me cambié el pelo y los ojos de color para parecer la hermana de Dánae para poder quedarme en casa de los Malfoy. Ahora mismo estaba en la habitación de invitados mirando como la lechuza imponente de los Malfoy salía volando con la carta para Harry Potter. También había recibido algunas cartas de Charlie contándome sobre dragones.

—¿Gail? —Me llamó Dánae desde su cama en el otro lado de la habitación.

—Dime —respondí sin dejar de mirar fuera.

—La cena estará en diez minutos, recuerda que aquí los tiempos son tomados bastante en cuenta y que debemos ser puntuales o los Malfoy se enfadarán con Draco —levanté la vista de la ventana y miré la habitación.

Colores oscuros, las mantas negras, las paredes verde oscuro, pequeños detalles en dorado, pero la mayoría del color de la plata, así era nuestra habitación. No nos permitían estar en las habitaciones de los demás, solo la biblioteca, el salón y el parque exterior, no podíamos ir a la cocina, ni a la habitación de Draco, y mucho menos ir a la habitación de sus padres. Tampoco nos dejaban ir al sótano, sitio que mi padre ya había intentado registrar varias veces.

Tocaron la puerta y miré detrás mío, ahí estaba Draco, ¿a él se le permitía entrar a nuestra habitación? Estaba bien vestido, su cabello estaba demasiado peinado, creo que a sus padres no les gusta nada lo que no sea perfecto. Draco me miró y entró a la habitación.

—Si no quieres que te maten con la mirada ponte un vestido, a mi madre le gustan, especialmente si son largos y oscuros, y péinate —me dijo, bueno tenía razón... Mi mata de pelo estaba algo incontrolable hoy.

Cogí un peine y me hice una trenza hacia el lado, como siempre había usado, solo que esta vez era rubia. Tenía que poner todo mi autocontrol delante de los padres de Draco para que mis ojos no cambiasen de color y fueran fríos y azules todo el tiempo, pero ahora mismo estaban de color blanco, poco a poco pude entender mejor como funcionaban los colores, azul claro cuando estaba preocupada, azul oscuro cuando estaba triste, color amarillo cuando estaba feliz, el verde era mi color natural, el plata cuando tenía miedo, el blanco cuando estaba aburrida, y así podía seguir, habían unos cuantos colores que había descubierto.

Volví a cambiar mis ojos mirándome en el espejo, color azul oscuro, lo más frío posible, mi pelo era fácil de controlar así que no tenía que poner tanto empeño en ello, busqué un vestido largo, y encontré uno que me iba a medida, era negro, con algunos detalles dorados, como mi habitación, parecía que iba a un funeral con esto, pero si a Narcissa Malfoy le gustaba...

Bajamos rápidamente al comedor donde nos esperaban tres lechuzas, espero que no viesen mi nombre, cogí mi carta rápido y la guardé en un bolsillo interior de la chaqueta que llevaba, la leería luego en mi habitación. Nos sentamos a la mesa educadamente y la comida apareció como en Hogwarts, nadie decía nada, nadie miraba a los demás, solo comíamos, de vez en cuando echaba un ojo a Lucius Malfoy, el padre de Draco, se parecía tanto a ese... No quiero recordarlo, pero se parecía demasiado a ese mortífago, si fuese él ahora mismo creo que no podría tener tanto autocontrol como es debido, pero lo intentaba con todas mis fuerzas además esa era la última cena que tendría en esa casa.

—Señoritas —nos llamó Narcissa y yo levanté mi mirada gélida hacia ella, esperaba que no se me notase mucho la palidez extrema que tenía en la cara, sentía miedo hacia ellos, eran demasiado... Extraños... —¿Queréis algo en especial para esta noche? Ya que os vais mañana entonces creo que podremos daros algo que queráis.

[Confesiones | Draco Malfoy ] || La cámara secreta #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora