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"MI PARAÍSO TERRENAL"


Lucy Nanase una vez más era perseguida por su mejor amiga, nuevamente se había comido el último Dorayaki relleno de Nutella qué quedaba en la cafetería, y no planeaba compartirlo con ella.

La rubia corrió entre los pasillos de la escuela, esquivando a personas y saltando para evitar la furia de Mary.

En eso casi se cae su amuleto de la suerte, un llavero con un lindo rubí, y unos piedras blancas en forma de mariposas que había estado pasando de generación en generación en su familia.

—Uh esto no debería de perderlo. —Habló para sí misma.

Su abuela se lo había dado, "Es un amuleto muy especial, tal vez algún día te enseño lo mágico que puede ser, puedes ir a algún lugar mágico"

La Lucy de diez años había quedado impresionada por aquello, pero ahora solo podía pensar en el viaje astral que debió de haber tenido la abuela con dicha piedra, pero el rubí para ella es especial por que su abuela se lo dio con las mejores intenciones, así que lo trata como un amuleto de suerte.

Le dio un beso rápido y lo volvió a ocultar en su mochila.

Ojalá esto sirva de algo, quiero evitar una muerte prematura, cuando pensó que estaba en un lugar seguro, soltó un suspiro y abrió su bolsa donde venia la envoltura del Dorayaki.

Se deleitó con el olor, no había alcanzado a desayunar y esta delicia sería lo primero que llenaría su estómago.

¡Excelente desayuno de campeones!

—¡LUCY NANASE! —Exclamó su mejor amiga Mary corriendo con su zapato en su mano.

Vaya, actuaré como si yo no fuese esa chica.

Claro que aquello no le funcionó porque todos en la escuela podían saber quien era Lucy Nanase, la campeona de natación de la escuela y solo le abrieron paso a Mary para qué llegara a la rubia.

¡Malditos compañeros traicioneros!

Lucy corrió nuevamente hacia un aula vacía esperando refugiarse en una, finalmente se recargó en la ventana para darle una mordida a su Dorayaki, pero una curiosa mariposa blanca llamo su atención distrayéndola.

Una luz momentánea la cegó y ocasionó que diera un paso en falso cuando tropezó y se resbaló por la ventana, agradeció qué solo estaba en el primer piso así qué la caída sólo le dolería un poco, pero soltó un grito al sentir como caía y caía.


Diosito, soy yo de nuevo...

La sensación de vacío seguía ahí y ella estaba segura que vomitaría su desayuno en cualquier momento, ah pero después se despreocupo porque recordó que ni siquiera había alcanzado a desayunar esa mañana.

Nuevamente apareció aquella luz que la había cegado en un principio y finalmente dejó de caer, aterrizando en un arbusto.

Lucy se quejó de las ramas que estaban lastimando su espalda, la cabeza le daba vueltas y ella susurraba algunas maldiciones a los Dioses que seguramente le tomaban su sufrimiento como un gran entretenimiento.

Al menos las plantas habían amortiguado su dolorosa caída, movió las ramas del arbusto que le tapaban la luz y cuando logró adaptarse a la luz, el cielo azul con abundantes nubes blancas le dio la bienvenida.

Serendipia | Kimetsu no YaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora