𝐋𝐀𝐒 𝐕𝐄𝐍𝐓𝐀𝐉𝐀𝐒 𝐃𝐄 𝐒𝐄𝐑 𝐔𝐍 𝐏𝐑𝐄𝐅𝐄𝐂𝐓𝐎 | ❝Si iba a estar triste, iba a estar triste en una bañera del tamaño de una piscina muggle mientras olía como un centenar de flores diferentes. Joder.❞
Muchos privilegios vienen con ser un p...
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Diez días después de esa fatídica noche en el salón de los prefectos, las amigas de Sansa no se presentaron a cenar. Sansa no pensó mucho en eso. Era domingo. Lo más probable es que estuvieran trabajando en la tarea que habían descuidado durante el fin de semana. Con ese misterio resuelto, volvió su atención a su comida, ignorando increíblemente a Margaery Tyrell.
Terminó su comida rápidamente y salió del Gran Comedor, ignorando la punzada que sintió en su pecho cuando Margaery no trató de llamar su atención. Regresó a la torre de Gryffindor y se dirigió directamente a su habitación como de costumbre.
Se congeló cuando entró en su habitación. Todas sus amigas estaban allí, sentadas juntos en su cama. Sus expresiones eran una mezcla de determinación, preocupación y desaprobación. ¿Qué querían ahora?
Sansa jadeó cuando su varita de repente salió volando de su túnica y cayó en la mano de Randa, y el temor se enroscó en su estómago cuando Mya envió un hechizo de bloqueo a la puerta.
"Tenemos que hablar", dijo Jeyne con firmeza.
Sansa, nerviosa, trató de recomponerse. “Ehh, ¿tenemos que hacerlo ahora? Tengo tarea."
Mya resopló. "Lo dudo. El ritmo al que vas, probablemente estes un mes por delante".
Sansa en realidad estaba tres semanas por delante, pero eso no venía al caso. Ella no quería hablar. Quizás ellas tampoco la querían a ella. Con suerte, solo dirían lo que tuvieran que decir, y ese sería el final. Sin embargo, ninguna de ellas habló. Simplemente la miraron. Después de un tiempo, Sansa finalmente rompió el tenso silencio ella misma.
"Bien. ¿De qué querían hablar?"
"Estás siendo una perra, San", dijo Mya de repente.
La boca de Sansa se abrió. No había forma de que ella escuchó eso correctamente.
"¿Le ruego me disculpe?"
Mya se inclinó hacia adelante y se apoyó en sus rodillas, la agresión irradiaba cada centímetro de su cuerpo. Abrió la boca para hablar de nuevo, pero Randa la interrumpió.
