──Septième partie.

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Cuando Jisoo abrió sus ojos, se encontraba nuevamente en aquel cuarto lleno de libros, con Junmyeon caminando entre los pasillos y Lisa dándole la espalda, probablemente dolida.

─Me mentiste. ─ Susurró, tapándose la boca cuando un sollozo se escapó de sus labios. ─Tú sólo querías ver a ese otro hombre

─¿Es que no lo entiendes? ¡Tú eres la otra aquí! Tú eres la mujer, la tercera rueda ¡La que sobra, joder!─ Jisoo gritó, ella jamás gritaba, ella era una chica sensible que solía mantener la calma. Pero se sentía tan rara, tan llena de emociones que ella no entendía, tan llena de dificultades y problemas que se podría haber ahorrado desde un principio.

─¡Pero tu estás casada conmigo! iÉl es el otro hombre!─ Lisa se giró, perdiendo los estribos, y la chica lucía terriblemente fatal a comparación de hacía unos minutos.

─Ella tiene razón. ─ Susurró Suho, escondiéndose entre los libros.

─Yo creí que todo iba muy bien. ─ Lisa no la miraba, no se atrevía, el asco y el dolor le impedían tener coraje para mostrarse ante quien se suponía era su esposa. Ante la mujer que, se suponía, debía amarla.

─Esto no funcionará, Lalisa. ─ Jisoo tomó aire, mirando hacia el techo. ─Tú y yo, somos muy diferentes, tú estás muerta y eres una mujer, como yo, eso no funcionaría de ningún modo.

─Debiste pensarlo antes de casarte conmigo. ─ Balbuceó Lisa, eso sonó como un verdadero reproche y Jisoo finalmente perdió la paciencia.

─¿Por qué no entiendes que esto fue un error? ¡Yo jamás me casaría contigo!─ Estalló, y quizás jamás debió haberlo hecho, porque la culpa la consumió entera al ver a la chica, a su esposa, con su mirada acabada y el anillo en sus manos.

─Lo siento. ─ Susurró Lisa, acercándose sólo lo suficiente para dejar el anillo sobre las manos de la chica viva, antes de girarse y huir de allí, con el corazón destrozado.

Caminó, mucho en realidad, no podía con su propia existencia y eso le daba igual. Se sentó sobre un ataúd, aún mirando al suelo, incapaz de poder observar otra cosa.

─¿Por qué tan triste?─ Una mujer apareció, un sastre que Lisa y Jisoo conocían muy bien.

─Ella tiene razón, somos muy diferentes, Jennie. ─ Susurró, tragando con fuerza el nudo que se formó. ─ Él, el vivo, era hermoso. Con sus mejillas sonrosadas, corazón latente.

─¡Esa tonta no vale la pena! ¡Tú tienes mucho más que eso!─ Rosé apareció, jugando con dos calaveras de ratón. ─Tú tienes una maravillosa personalidad.

Lisa suspiró, cerrando los ojos, tratando de controlar el dolor.

─¿Qué es lo que tiene ese malcriado que tú no lo tengas?─ Inquirió Jennie, sentándose a su lado, tratando de consolarla.

─Lo bello de tu risa no se puede comparar. ─ Canturreó su rubia amiga.

─¡Pero tiene pulso!— Lloriqueó Lisa.

─Valorado sin razón. ─ Aclaró Jennie.

─Excesivo. ─ Murmuró Rosé.

─Y sin valor. Si ella pudiese conocerte mejor... ─ La secundó nuevamente el sastre.

─¿Y el anillo no lo lleva donde debería estar? ¿Tu anillo, Lisa?─ Rosé tomó las manos de la novia y las acarició, sorprendida ante la ausencia de la única prueba del matrimonio.

─No me pertenece, le pertenece a él. ─ Susurró, levantando la vista, observándo la mirada sorprendida de sus amigas, de su única familia. ─ ¿No entienden? Si me quemo con una vela, no siento el calor. Si un cuchillo me atraviesa, no hay dolor. Y su corazón palpita, y yo muerta sé que estoy. Y el dolor que siento en mí. ─ Lisa apoyó sus manos sobre su corazón, tratando de calmar el sufrimiento. ─Anda dime, "no es real" Y yo muerta sé que estoy. ─ Lisa se apoyó sobre el hombro de su sastre, cerrando los ojos, cansada de sentir, del falso vivir. ─Pero aún tengo una lágrima que dar. ─ Susurró, dejándose llevar por fin, llorando como debió hacerlo desde un principio.

Jungkook, por su parte, utilizó una cadena improvisada de acolchados y sábanas, bajando por fin del balcón a hurtadillas. No estaba loco, él había visto un maldito cadáver llevarse a su prometida hacia el bosque, o al menos hacia allí se había desvanecido aquel humo negruzco.

No sabía muy bien qué esperaba conseguir, tan sólo asegurarse de que ese maldito parásito no volviese a su casa y así evitaría a toda costa el matrimonio.

Estaba un poco más interesado en el Lord Kim, o SeokJin, como él le gustaría llamarlo.

─¿Qué hace aquí, señor Jeon?─ El tipo, que vete a saber por qué estaba debajo del gran roble a un lado del panteón, se acercó con una encantadora sonrisa al chico, haciéndolo temblar.

─Buscaba algo, nada importante en realidad, ¿Y usted, Lord Kim?─ Jungkook se sonrojó, tímidamente, y el hombre lo tomó del brazo mientras caminaba de vuelta al pueblo con el a su lado.

─Me acordaba de un error que cometí hace unos años, nada importante tampoco, permítame escoltarlo a su casa, joven Jeon. ─ El Lord no le dio oportunidad a negarse, y el chico tampoco lo haría, ese hombre definitivamente le gustaba.

Mientras tanto, los Kim gritaban y discutían dentro del carro, regañando al pobre Kai, su chofer, de vez en cuando.

─¡Ya casi amanece! ¡¿Dónde podrá estar!?─ Taeyeon ya no daba más, tantas quejas y peleas la tenían agotada. Y JongIn ya no soportaba el manejar, su tos lo estaba ahogando y el pánico se apoderó de él cuando ni golpeándose el pecho podía respirar bien.

Su vista comenzó a oscurecerse y antes de caer inconsciente al suelo, para luego ser arrollado por sus caballos y el carro, pudo ver claramente al prometido de la joven Kim con un hombre, ambos muy juntos y cariñosos.

✧ 𝙚𝙡 𝙘𝙖𝙙𝙖𝙫𝙚𝙧 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙣𝙤𝙫𝙞𝙖 ; 𝘭𝘪𝘴𝘰𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora