Harry, la respuesta está aquí

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- I know i stand in line to think you have a time to spend an evening with me.
And if we go some place to dance I know that there's a chance You won't be leaving with me.Then after words we drop into a quiet little place and have a drink or two.And then I go and spoil it all by saying something stupid like...
- Señor Kiterson

- ¡No muchacho, no! La respuesta es I love you no Señor kiterson. Creía que estaba usted más entendido en Fran Sinatra.

- Me sabía la respuesta. Además, esa canción verdaderamente no es suya, sino de un matrimonio anterior a él, aunque sin duda Sinatra la salvó del olvido. Después de él, Robbie Williams y Michael Bublé también tienen versiones muy buenas que... ¡ay no me distraiga!

- Venga chico, sabe que estoy de broma. Creía que, cuando un hombre deja a otro leer su correspondencia, se creaba suficiente lazo para bromear- dice mi risueño jefe, que se rie.

-De eso mismo vengo a hablarle con tanta urgencia. He encontrado una carta un tanto peculiar entre su correo, creo que debería echarle un vistazo.

El señor Kiterson toma el papel que le tendía y nada más leer la primera frase, la sonrisa se le borra de la cara. Baja la música y se sumerge en el contenido que tenía al frente.

-Madre mía...-era todo lo que se dignaba a decir.

-¿Pasa algo señor?- digo yo acercandome a su mesa. Como movido por un resorte, dobla la carta y la introduce en el cajón de su derecha, con prisa y nerviosismo. Dos cosas que no caracterizan a mi jefe precisamente.- ¿Está usted bien?

-Hanck, esta información solo la ha leído usted, ¿verdad?

-Ni si quiera señor, solo he leído la primera frase. Después, entendí que era algo más que un aviso publicitario.

-Bien, bien...-y con eso se levantó, cogió su abrigo y salió del despacho.

-¡Espere!-grito yo siguiendole-. Cuénteme que está ocurriendo. ¡Diga algo!

-Hanck, amigo- el señor Kiterson, muy serio, se da la vuelta y me mira solemne-. Esto me incumbe a mí. Pero hagame un último favor. Deme dos días. Si en dos días no he aparecido por aquí o no he llamado, entre en mi despacho, coja la carta que me ha dado y léala entera. Sabrá que tiene que hacer y como encontrarme.

-¿Último favor? ¡Qué dice! ¿A dónde va?- seguí preguntando yo, pero salió por la puerta sin más palabras que las dichas, que no eran muchas.

Decidí dejar el trabajo hoy con escusa de enfermedad (totalmente creíble, muy malo debo estar para querer irme), e intento seguir al señor Kiterson. En vano. Un inconveniente de una ciudad grande es que las aglomeraciones son de su mismo tamaño. Trato de calmarme. Seguramente no sea nada y me esté imaginando todo. Vuelvo a casa a dormir un rato y a relajarme, todo pasará en un momento.

Una hora. Una hora llevaba en mi piso cuando mi móvil sonó. Lo cojo rápidamente, todo lo rápido que lo encuentro debajo de las sábanas y cojines, que se habían propuesto crear una barricada a su alrededor.

-¿Sí?

-¡Tío, soy yo!- me chilla una voz masculina.

-Harry, hola. ¿Qué ocurre?-digo más tranquilo-.

-No tronco, qué ocurre no. ¡Qué ocurre no!

-Calmate calmate. ¿Qué te pasa?

-¿Qué me pasa? Joder Hanck. Lo que me pasa es que acabo de ver a tu jefecillo ese al lado del Big Ben con unos tipos mazo chungos. Han hablado y luego le han metido en un coche to' caro.

El caso de las golondrinas de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora