Una bienvenida nada conflictiva

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Sudadera tiñosa, vaqueros maltrechos y unos zapatos correosos. A eso llama mi buen amigo "vestirse para el destino"

- Pero que snob eres, Hanck. Cada día más pijo

-Ay, bueno, perdona por criticar que te vistas hecho un asco. Pareces el modelo de la temporada Otoño-Invierno de la basura. Te falta un cártel que diga: para más información, consulte en unavidasindetergente.com

Ni se dignó a responderme. Él verá, sabe que tengo razón. Uno siempre se acaba arrepintiendo de no ir arreglado. No arreglado, sino ya decente. Aquello que llevaba era recurrible al Tribunal Supremo, a las Naciones Unidas, al claustro de Howarts incluso. Si yo hubiese sido Voldemourt, me le habría cargado a él antes que a Harry Potter. Muy buena saga la de J.K. Rolling, por cierto.

En fin, llegamos milagrosamente a la puerta del restaurante en el que nos habían citado. Por suerte, todos los Hard Rock son iguales en todo el mundo. O por lo menos todos tienen escrito enorme HARD ROCK en la entrada. Benditas cadenas de restauración. Eso, y que el nombre fuese inglés, nos ayudó mucho. Compréndalo: dos británicos allí solos y con tan solo mis nociones de español (de Harry mejor ni hablamos) para pedir indicaciones... era duro. Finalemente, el restaurante resultó estar a una manzana de nuestro paradero. Aunque claro, esto nos fue consciente cuando ya habíamos dado toda la vuelta a Madrid.

Llegamos y esperamos depié en frente de la puerta. Casi inmediatamente, el hombre que estaba trabajando en la terraza nos vio y nos dijo que si éramos ingleses.

-Han dejado en caja un mensaje para vosotros. Creo que era un conocido de los camareros, así que a nadie le ha importado hacer el favor y ni han preguntado. No puedo deciros quién o cómo era, lo siento mucho- de verdad parecía disgustado-.

-No se preocupe. Es más que suficiente. ¿Cuál es ese mensaje?

-Dijo que os dirijiéseis por esta calle que sube- nos la señala-, y en el segundo callejón a la izquierda estaría.

-Muchas gracias- le doy unas monedas sueltas que llevaba en el bolsillo-. Es por las molestias.

El chico nos miró agradecido y siguió atendiendo el restaurante. Continuamos andando por las calles que nos han indicado. La verdad, sabía que encontrar al señor Kiterson no iba a ser fácil, pero no me lo esperaba así de enrevesado. Me esperaba más una carta a la biblioteca dirigida a la señora Kiterson que la amenazase con la muerte de su marido si no pagaba una lustrosa cantidad de dinero. En vez de eso, estabamos siguiendo todo el rato indicaciones misteriosas que, probablemente, acabaríamos pagando en consecuencias. De verdad, ¿por qué es tan complicado el mundo delictivo?

Llegamos a la callejuela. Estaba bastante oscura para la hora que era.

Era una calle típica de ciudad: medianamente estrecha, atestada de coches estacionados que, probablemente, eran de toda esa gente del restaurante que no había conseguido aparcar más cerca. Edificios altos de portales desgastados y fríos de por vida, dado que era imposible que ningún atisbo de luz llegara a ellos. Ningún tipo de tendedero o tiesto colgaba de las barandillas, que estaban pegadas a las ventanas alargadas por las que sus dueños asomaban a fumar, viendo la cantidad de ceniza que había a nuestros pies. Un gran sitio para reunirse en privado y al descubierto, sí señor.

- Eh, tronco, ¿tú ves a alguien?- dice Harry extrañado-.

- Que va. Vamos a probar a separarnos. Tú ve por la acera de los pares y yo por esta de los impares.

Asiente y cruza al otro lado. Yo empiezo a andar despacio buscando algo en los ladrillos, en el suelo, en lo que sea. No veo nada. Esto me mosquea.

- ¿Ves algo?- me grita Harry desde el otro lado-.

-No, no ha....

Una mano me agarra de la boca y me echa hacia atrás. Me estampa contra una de las paredes y me sujeta fuerte.

- Cállate, inglesillo -era la misma voz modulada de antes. Debido a mi sujeción no podía girarme hacia esa persona, y tampoco la tenía en frente porque me agarraba desde el hueco de mi lado, que era la entrada a un portal.

-Vas a hacer todo lo que te diga, ¿vale? -yo no hice ningún movimiento. Sin embargo, su mano si lo hizo, débilmente hacia un lado. Daba la sensación de que se había girado un momento. Así que, no estaba solo.

Susurro algo al otro individuo. No entendía nada, pero obviamente discutían de algo, por el volumen de sus respiraciones y lo mucho que se movía la mano que me agarraba, que empezaba a molestarme.

De repente, oigo un grito. Un grito de mujer. La dichosa mano sale disparada hacia su propietario y yo me toco la herida que me habían hecho sus uñas al intentar mantenerse ahí.

Me vuelvo y la escena es, cuanto menos, sorprendente. Aun en oscuro, se distinguía claramente a Harry, sobre una figura que se retorcía, agarrándola. Seguramente, se había tirado sobre mi opresor y le había derribado. A su lado, un chica de vaquero y blusa empujaba sin éxito a Harry, intentando quitarlo de encima de su compañero. Medio sollozaba de frustración y (supongo) miedo mientras le suplicaba a Harry en español:

- ¡Para por favor! ¡Para, para!

Solo oyéndola entendí que aquello estaba mal, que esto no se arreglaba así y que, sobretodo, aquella chica no debía estar llorando.

Corrí a intentar que Harry no matase a aquel chico.

-¡TÚ QUIÉN TE CREES PARA HACER NADA A MI AMIGO, EH! GILIPOLLAS DE MIERDA TE PIENSO...!

-¡Para para! -salté sobre él y le tiré a un lado-. ¡Estate quieto!

- ¡Te estaban haciendo daño!

- ¡Solo me han tapado la boca, no me han hecho nada!

Se levantó confuso, pero no le da tiempo a preguntar. Su ex-prisionero le agarra del brazo, le hace una llave y le tira al suelo. Se sienta sobre el sujetándolo y le grita.

-¡PARAD! -decimos en distinto idioma, pero a la vez la chica y yo. Nos miramos y entendemos que somos del mismo bando.

- ¿Pero qué...?- la pregunta, sin grito, ni histeria de Harry no saca de nuestro trance. En su tono solo había sorpresa, estupor incluso. La mujer que le sujetaba, despeinada porque Harry le había quitado su gorro, y con su voz normal, seguía gritándole. La melena pelirroja y rizada le tapaba la cara a Harry mientras ella solo le daba puñetazos.

-¡Guiri de mierda! ¿Quién te crees para hacer llorar a mi hermana, eh submormal?

-Tirate encima- la chica más joven, la que medio sollozaba, me está agarrando con urgencia el brazo.

-¿Qué?

- ¡Tírate encima de ella, no va a parar! ¡Yo no puedo con ella!

Voy hacia el enredo, agarro a la "hermana loca" de la cintura y la pongo depié.

- Estese quieta, por favor.

Me mira a los ojos. Los tiene, aparte de muy verdes, muy enfurecidos. Tras soportar su mirada asesina -pero ningún golpe- durante dos minutos, se revuelve de mí y se cruza los brazos.

-Que no se me acerque el guiri gilipollas.

Harry seguía en shock, mientras que la "hermana buena" se agachaba a su altura a preguntarle por su estado.

- ¿Quienes sois? - me pregunta todavía enfadada la pelirroja.

- Yo soy Hanck y él es Harry. Yo soy un amigo del señor Kiterson y, tras recibir una carta, Harry vio como le metían a la fuerza en un coche, en Londres. Creemos que está en peligro.

Las hermanas se miran tras mi comentario y la "hermana loca" asiente seria.

- Yo soy Clara y ella es Martina -dice señalando a la "hermana buena"-. Somos el contacto español de Simon.

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⏰ Última actualización: Feb 16, 2015 ⏰

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El caso de las golondrinas de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora