Parte 5

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Parte 5.

En un parpadeo las horas se convirtieron en días y los días se volvieron semanas. Y así, en solo un par de semanas, quien fuera rey alguna vez de aquellas tierras tuvo una revelación.

El manto blanco que cubría el castillo se esparcía alrededor de ellos. Aun a pesar del frio de aquella noche y de que la chimenea del salón de lectura era atrayente, Harry tuvo deseos de dirigirse a los jardines y sentarse en el frio banco que estaba junto a la fuente.

Severus había decidido acompañarle con la excusa de que no era prudente que Harry estuviese solo en el frio, aunque realmente se debía a que disfrutaba demasiado de la compañía del otro, y algo en su interior le gritaba que aquella compañía pronto terminaría.

Aun con el grueso abrigo que le cubría el omega tenía el rostro coloreado por el frio, pero eso no le impedía seguir hablando o riendo.

En aquel corto tiempo que habían compartido fue suficiente para conocerse el uno al otro. Harry se enteró por los objetos de que el rey había estado casado, pero que su esposa murió durante la maldición. Aunque ninguno quiso comentarle el por qué nadie parecía estar demasiado apenado por la muerte de Helena. En parte también pudo enterarse de lo que sucedió con los antiguos reyes y, aunque le era extraño pensarlo, también comprobó que aquella bestia tenía más humanidad que muchos que había conocido y, que aun en su condición de alfa y omega, jamás le veía como alguien inferior.

El rey, por su parte, pudo ver que fuera de las puertas de su castillo los omegas no eran tratados como debería, y aquello era una pena, pues pensaba que Harry podría hacer grandes cosas si se le diera la oportunidad; lo veía demasiado brillante para ser solo el omega de cualquier alfa.

Instauraron una rutina sin proponérselo, en donde ambos tomaban juntos las comidas y hablaban largamente durante ellas. Harry solía pasar las mañanas junto a las tazas y a la tetera, con quiénes había hecho una rápida amistad. Las tardes las pasaba junto a la bestia, leyéndolo aquellos párrafos que la maldición no le permitía volver a disfrutar.

Ninguno supo en qué momento los paseos alrededor del castillo se volvieron parte de sus días, pero lo hicieron. A veces Severus rememoraba los poemas que recordaba, y los recitaba con una secreta dedicatoria a su acompañante. Otras veces solo caminaban y hablaban de trivialidades, cosas tan banales de las que el rey nunca pensó llegar a disfrutar, hasta que conoció a Harry.

Y eran de esas cosas triviales de las que hablaban sentados en aquel banco mientras caía la noche.

Severus vio un ligero temblor atravesar el cuerpo de Harry, quien le sonreía abiertamente mientras hablaba. Él no tenía frio, su pelaje era suficiente para mantenerlo caliente aun con el ligero abrigo que llevaba. Tuvo un fugaz pensamiento que le pareció ridículo al instante, pero el cual no pudo deshacer por completo. Harry vio la duda en sus ojos y preguntó - ¿He dicho algo incorrecto?

No supo por que aquella frase le ayudó a aceptar su idea, pero la bestia negó y con un tímido pero firme movimiento acercó al más joven a su cuerpo, envolviéndole suavemente en un ligero abrazo.

-Solo me pareció que estabas temblando, y no sería algo prudente que te enfermes.

Esperó el momento en que Harry se alejara de su abrazo, pues pensó que quizás era demasiado contacto para el más joven. Después de todo, estaba abrazando a un monstruo. Pero contrario a sus pensamientos el omega dejó caer todo su peso sobre él, y posó una de sus delicadas manos en el pecho de Severus, profundizando aquel acto.

-No soy de cristal, puedes abrazarme sin tanto miedo.

En aquel abrazo tan apretado respiró con deleite el olor a vainilla de aquel omega. Cuando deseó jamás volver a tener a nadie más entre sus brazos que no fuera Harry supo que se había enamorado total y perdidamente; y eso era un hecho innegable.

The beautiful boy and the beast (Snarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora