Terapia de familia.

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— ¿Solo son ustedes dos? — preguntó el doctor entrando a la sala.

El cuarto tenía paredes marrones y el suelo estaba cubierto de una alfombra acolchada crema, sobre esta tres asientos de madera.

Rubén y su madre ocupaban dos de estas.

— Sí. — respondió rápido su madre levantándose ligeramente para estrechar su mano con la del doctor.  —Siempre hemos sido los dos, de arriba para abajo. — bromeó para romper el hielo — Hubiéramos podido ser tres pero el idiota se su padre decidió marcharse.

Rubén solo se mantenía callado ante los comentarios de su madre.

— pero creo que el que se haya ido fue algo bueno para los dos, si no, no tendríamos una relación tan sólida entre madre e hijo. —miró a Rubén sonriendo pero este solo agachó la cabeza.

Al verse ignorada, su madre sólo siguió sonriendo hasta toparse con la mirada del doctor.

— Y dime Ana — se dirigió a la madre de Rubén — ¿Qué opinas acerca de la Rubén?

Su madre seguía manteniendo su sonrisa, eso significaba que estaba muy nerviosa.

— Pues, verá... Creo que Rubén podrá superar su enfermedad si él así lo desea, él sabe que yo lo apoyo y mientras más rápido lo logre más rápido podrá conseguir un buen futuro. — asintió ante sus propias palabras.

— Bien, pero no me refería acerca de su enfermedad, si no acerca de Rubén, tu hijo.

Rubén alzó la cabeza cruzando miradas con la de su madre, esperando la respuesta.

— Yo... — su madre trago en seco y sus ojos empezaron a cristalizarse. Le dolía lo que le sucedía a su hijo pero sus ideales no habían cambiando — no entiendo el motivo por el cual él está deprimido o ansioso, incluso la Anorexia no se porque la tiene. Siempre le di todo, nunca le ha faltado nada, ¿entonces porque hacerme cargar con este peso?

Los ojos de Rubén también se cristalizaron, no porque estuviera feliz de la respuesta, por el contrario, nada de lo dijo su madre era lo que esperaba escuchar.

Volvió a agachar su cabeza y mirar hacia el vacío.

— ¿y tú Rubén que opinas?

El castaño suspiro y alzó la cabeza.

— Lo siento... por no ser el hijo que esperabas.

Se levantó y se fue.

Nadie iba o podía detenerlo.

Pero... ¿Cuál era la respuesta que esperaba escuchar Rubén? Ni él mismo lo sabía.

Probablemente nunca iba a escuchar las palabras que deseaba.

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𝐀𝐍𝐎𝐑𝐄𝐗𝐈𝐀 𝐍𝐄𝐑𝐕𝐈𝐎𝐒𝐀 ; RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora