Three-shot

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Harry tuvo que contener un suspiro por... ¿tal vez décima vez en el día?

Perdió la cuenta después del quinto.

Sus ojos verdes eran tristes, mientras observaba sus sábanas desordenadas y sus plumas rotas, la tinta estaba esparcida por todo el suelo y los pergaminos manchados.

Mordió su labio inferior y sintió sus manos temblar.

No era la primera vez que le pasaba, no era la primera vez que encontraba sus cosas en mala condición.

Harry sabía que tampoco seria la última vez.

Harry era diferente. Siempre lo fue.

Su madre decía que era 'demasiado bueno para ser real', pero él no se consideraba bueno.

Era demasiado vergonzoso de si mismo, demasiado asustado de un solo soplo de aire, demasiado fácil de malentender, demasiado fácil de herir.

Harry no se gustaba a si mismo y, al parecer, tampoco a sus compañeros de casa.

Estar en Hufflepuff, siendo un Potter, era slgo que no iba con su sangre.

Durante años, siglos, la familia Potter gozó de un gran estatus entre el resto de familias mágicas. Charlus y Dorea Potter, se habían encargado de llevar el nombre de Potter hasta la cima de todo, las bóvedas llenas de oro y las inversiones millonarias que hicieron, lograron hacer lo imposible.

Eran admirables.

Dos grandes Gryffindor con una aguda mente Slytherin.

James y Lily Potter, se habían encargado de seguir con el prestigio del nombre, siguieron levantando la vieja y ancesstral casa con cada logro que añadieron a sus nombres.

Lily, la gran y feroz leona con una mente tan aguda como la de un Slytherin y una sabiduría tan grande como Ravenclaw.

James, un Gryffindor hasta la médula.

Un Hufflepuff no encajaba con la ancestral familia y el resto de personas se encargó de recordárselo.

Su labio volvió a temblar, Harry no lo resistió más. No quiso.

Él corrió.

[●●●]

- Solo digo... que el rosa palo y el rosa pálido son completamente distintos - rodó los ojos - ¿Por qué no pueden entenderlo?

Abraxas Malfoy suspiró astiado mientras escuchaba a Narcissa Black gemir de irritación ante las palabras sin sentido de la heredera Parkinson.

Pansy definitivamente tenía un problema. Eso pensaban ellos.

- ¡Vamos, Pans! - George sonrió y Rodolphus casi escupe su jugo de calabaza ante el apodo - ¡Tienen el mismo color! ¡Es como si yo te dijera a ti que hay diferentes tipos de negro!

Potter. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora