1.Viejos Lamentos

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Todavía recuerdo esa noche, la noche en que me desvaneci por primera vez y volví tan solo para contemplar mi execrable y sangrienta obra…
No sé qué fatalidad, broma del destino o mala suerte me llevaron hasta este punto, dolorosa calamidad que se suma a las atrocidades que torturan más a mí ya perturbada alma. ¡Oh Aketzalli! ¿Qué es lo que hice? ¡Maldito! Maldito el día que llegue a este mundo, maldito el detestable linaje que corre por mis venas. No he podido volver a dormir bien desde aquella noche.
Yo no veía la maldad en mí, hasta que conocí la cruda verdad, verdad que aún no puedo digerir a más de 40 años, la noche en que inicio todo, aun con los sucesos actuales también me siento atormentado. Trate de quitarme la vida en tantas ocasiones pero esta maldición no me lo permite, la última vez que lo intente trate de arrojarme por un gran barranco desértico durante una noche de luna solo para romperme los huesos, estuve viviendo dolorosamente cojo por unos años, así como tuve que soportar algunas hemorragias internas, golpes y laceraciones que tardaron mucho en sanar, me dejarían cicatrices, pero no me preocupe por médicos ni medicinas porque sabía muy bien que sanarían sin duda alguna, al fin y al cabo no tengo dinero, y he tenido que sobrevivir comiendo animales y vegetales crudos, en ocasiones en mi “desvanecimientos” consumo a “ciertos”…
Bueno, esto lo hago sin estar consciente de ello, a veces consumo “esto” por una mala suerte que los trae hasta a mí, ya sea por un camino erróneo o mala jugada de la vida, así como decía mi madre “ya les tocaba”, vienen a su ultimo, trágico y sangriento destino… Si bien examines los restos en algunas ocasiones, creo que eran destinos muy bien merecidos…
Harto de comer animales crudos, frutas y verduras, a veces prefiero pasar tiempos prolongados sin consumir alimento, extraño las comidas de mi madre, los platillos tradicionales de los tiempos festivos, pero no puedo acercarme a la civilización por seguridad de todos,  ya que la maldición es fuerte y firme, esta no me permitirá morir hasta dejar descendencia, no importa que tan herido este o que tan grande sea mi nivel de inanición, no puedo dejar este mundo hasta que tenga un primogénito, y no quiero traer ningún hijo a sufrir en este detestable mundo y a heredarle esta horrible vida, no puedo ser tan inhumano como para hacer eso, si bien la única mujer con la quise una vida plena y feliz, y la única que ame, está muerta y todo gracias a mí, el recuerdo de los últimos instantes en que la mire aún me atormenta.
Ojeroso, errante, andrajoso y viejo me mantengo lejos de la civilización, en los viejos bosques de los cerros para no lastimar a nadie, aunque para infortunio mío o de ellos, a veces no puedo mantenerlos a salvo…
Y no solo hablo por las cosas que suceden cada vez que me desvanezco, si no por “Ellos”, los que aún me buscan… Y cada vez que se acercan a mí… alguien muere o sale lastimado, aunque dada la naturaleza de sus apariciones, la muerte es mejor para los que se encuentra con ellos, es un destino un poco más piadoso…
Comprendo que puedo sonar como un cobarde al hablar de suicidio, y como un enfermo mental mencionando que cometí actos terribles, así como cosas que parecen poco o nada probables, así como nada creíbles, no lo voy a negar, después de mis traumas y las cosas que he presenciado he llegado a creer realmente que estoy loco y que todo esto es una horrible alucinación de la que aun día despertare, sin embargo no es así, esta es la realidad, realidad a la que estoy encadenado todos los días y noches, quiero poder admitir de forma humilde que me considero un hombre culto, con buena educación y buenos valores y modales, mismos que me dejo mí amada madre que hoy en paz descanse. A veces presiento que ella ya veía venir esta calamidad aunque al principio no supe el por qué, al final agradezco a Dios que ella ya no esté aquí para ver en lo que me he convertido, la pobre no lo toleraría, sería un sufrimiento muy grande para ella, y tal vez hubiera encontrado un destino más cruel ya sea conmigo o con miss perseguidores.
Nací en 1962 en la Ciudad de México, o al menos eso es lo que yo pensé, yo tenía 17 años cuando mi madre Yolotzin murió por un infarto, ¡Oh bendito infarto!  Ella siempre fue una persona muy nerviosa ahora me doy cuenta de sus razones. Por mucho tiempo creí que ella quedo en ese estado nervioso, deteriorable y paranoico a causa de su profesión, si bien puede sonar racista aunque esa no es mi intención, es increíble que una persona con recursos tan escasos tuviera un título tan grande y poco común para un mexicano, más que un mexicano, una persona de origen indígena, algunos años antes de mi nacimiento y otros posteriores ella se dedicó arqueología e historia universal, siempre creí que las emociones fuerte y las cosas que llego a ver y presenciar fueron la causa principal de su estado emocional, si bien ser arqueólogo requiere cierto esfuerzo físico también requiere un gran esfuerzo mental, formular teorías de las cosas que fueron, algunas de ellas pueden ser aterradoras, algo que no me queda duda es que realmente ella vio cosas turbias, pero esa ya es otra historia.
Muy evidentemente soy su hijo, por lo visto ella fue una mujer con mucho deseos de aprender, una mujer con hambre de conocimiento por lo antiguo y oscuro, una mujer curiosa y valiente al elegir esa profesión, yo me considero igual a ella, curioso y con deseos de conocer e indagar, parte de eso me llevo a esta etapa de mi vida, y aunque no hubiera sido el caso, imperativamente hubiera conocido la verdad tarde o temprano.
Ella me heredo sus pocas pertenencias y cosas de valor, algunas adquiridas durante sus viajes e investigaciones, he tenido en mi cuidado aquellas que tenían alto valor sentimental para ella, y otras de cierto saber oscuro y antiguo que si bien algunas me han ayudado a entender mi actual estado, estas las cuido con alta cautela, entre todas hay una en especial, una muy hermosa reliquia por cierto, pero también es el recuerdo de la desgracia que cayó sobre mí hace ya tanto tiempo. Una de las cosas que la hace especial es el hecho de que no es una reliquia antigua, ni mucho menos de procedencia egipcia, hebrea, griega o medieval como las otras. Esta pertenencia es una pequeña caja de madera con grabados hechos a mano de exquisito diseño azteca, que pretende representar un coyote, además de ello tiene un pequeño detalle que cualquier persona puede pasar por desapercibido, pero yo no, en su tapa tiene un símbolo que no pertenece a la simbología azteca, más bien parece una runa, por mucho años durante mi niñez no le preste atención a ese detalle, hasta que mi horrible destino comenzó, este detalle comenzó  a volverse altamente aterrador, esa runa es idéntica a mi marca de nacimiento que tengo en el hombro, misma que fue generada por esta detestable maldición, básicamente… Nací maldito.
Esta pequeña caja siempre se encontró sellada, siempre sospeche que contenía algo importante, pero mi madre nunca me permitió abrirla, incluso cuando ella murió no la abrí, concentrado en mi perdida y usando mis estudios como distracción los años siguientes, no pensé en ello hasta que estuviera listo, que lastima que tuvo que ocurrir todo esto para que me atreviera a ver su contenido. Contenido que…
Bueno realmente no importa, sin duda puedo decir que este me otorgo cierta satisfacción y revelación, pero también me genero miedo y dudas.
Algo que siempre fue muy chocante para mí fue cierto comportamiento de mi madre, su extraña forma de amarme…
Siempre se mostró muy amorosa conmigo, pero su mirada guardaba algo, a veces me miraba con miedo, a veces con lastima y angustia, a veces como si yo fuera el recuerdo de algo vivido, algo muy doloroso para ella, yo estaba en la típica edad del “¿Por qué?” cuando solía preguntarle en esos momentos:
-¿Qué tienes mami? ¿Te sientes triste?
Cada vez que hacia esa pregunta retiraba su negativa miraba y en su lugar de respondía con una sonrisa y un beso en la frente acompañado de una lagrima, no decía absolutamente nada, solo se retiraba, hubieron ocasiones en que tuve la curiosidad de preguntar sobre mi padre, como todo niño que crece sin uno, por mucho años varias preguntas recorrieron mi mente ¿Quién era él? ¿Dónde estaba? ¿Aún vivía?, le hacía algunas de estas preguntas a mi madre pero igual que las preguntas que le hacía sobre su estado emocional, me respondía con un triste silencio, a veces se le humedecían los ojos a punto de que se le corrieran las lágrimas pero trataba de resistirlas, en otras ocasiones se molestaba, la expresión de su cara era de enojo y al hacerla solo se iba a su cuarto. Con el tiempo aprendí a no preguntar, y aprendí a vivir con esa duda, siempre me quede con aquella intriga. Al momento de morir ella supe que ese secreto se iría con ella a la tumba, o al menos esos creí yo…
Quisiera poder agregar que muy a pesar la tranquila vida que lleve en mi niñez o al menos así es como yo la veo, mi madre siempre quiso estar en movimiento, nos mudábamos casi cada 6 meses, nunca pude hacer mucho amigos gracias a eso, a veces me pongo a pensar, ¿Le tenía miedo algo?
Hubo la ocasión en la que nos quedamos poca más de un año en una vecindad de Tacuba yo tenía 13 años en ese entonces, creo que esta fue la más cómoda de las tantas casas en las que fuimos a rentar, sin embargo, un día le llego una carta con un extraño símbolo en su sobre, ese día mi madre no me permitió leerlo, aunque no creo que hubiera podido leerlo, los caracteres que vi en ella parecían una mezcla de hebreo y romano y hoy en día no se leerlo aún, lo más misterioso de esto que salimos al día siguiente de la casa sin decirle a nadie, no pude despedirme de los pocos amigos que tuve, ni de los vecinos que me trataron con tanto cariño, mi madre parecía un poco asustada, pasaron unos días,  después vi en los periódicos una foto de la vecindad en que vivía, estaba quemada, el encabezado decía: Fuerte explosión arrasa con vecindad al centro de Tacuba.
Si bien la lectura era un poco extensa lo que puedo resumir de esta es que la supuesta explosión fue ocasionada por tanques de gas, según los medios al parecer, esto se volvió un poco chocante para mí ya que no muchos de los vecinos tenían un tanque de gas y vi algunas cosas raras en las fotos, si bien una explosión tiene un origen y una onda de expansión, y la foto no mostraba estos patrones ni dejo huecos ocasionados por el material lanzado no destrozos, más bien parecían quemaduras perfectas y directas, los pocos tanques de gas no lograrían dejar un desastre de este tamaño, pero eso no fue lo peor, en una de las esquinas de la foto, en una de las paredes menos quemadas había un extraño dibujo, ese dibujo era bastante familiar, apenas lo había contemplado unos días antes, era el mismo que estaba plasmado en el sobre de la carta que recibió mi madre, eso me dio cierto miedo y en ese entonces tampoco lo entendía, cuando ella leyó el periódico se asustó tanto que lo único que hizo fue romperlo y tirarlo a la basura con tanta desesperación, y no volvió a hablar del tema, a partir de ese día, no volvimos a quedarnos más de 6 meses en una casa rentada.
Empiezo a creer que desde entonces “Ellos” ya me seguían, aún sigo sin entender por qué me buscan hoy en día, y mi madre lo sabía, aunque con cierto enojo y pesar me molesta el hecho de que me ocultara las cosas, pero no sin cierta comprensión entiendo sus motivos. Muy a pesar todas esas cosas yo la amaba intensamente y perderla significo un gran dolor para mí, aun a más 40 años aun la extraño, con ella siempre tuve un hogar, siempre supe que podía confiar en ella, siempre tuve amor, ahora me siento solo y estoy condenado a vagar por la tierra sin rumbo fijo hasta el final de mis días si es que tienen un final, al igual manera que cierto individuo… El maldito responsable de esto… ¡Desgraciado! ¡Espero que te pudras en el infierno cabron! En verdad lo espero… Aunque creo que el infierno mismo, no sería castigo suficiente para ti. Deberían buscarte a ti, tu puedes decirles más de lo que yo sé, has estado presente desde el principio de todo… No sé qué es lo que quieren conmigo pero aun con cierta morbosidad tengo mucha curiosidad de saberlo, se tal vez el mejor que no lo sepa nunca, solo en tiempo lo dirá…

Iztcoyotl (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora