—Un paso grande. Dos pasos grandes. Estiren bien los brazos. ¡Fuerza en las piernas y den una vuelta!
La maestra daba indicaciones mientras las pequeñas bailarinas seguían cada una de ellas con gracia y delicadeza.
El salón brillaba y no solo era por la iluminación natural que se colaba por el gran ventanal de vidrio.
Jeongin denominó aquel ambiente como "magia".
Porque si le preguntaban acerca de lo que sus pequeños ojos se encontraban admirando, lo denominaría como un bosque lleno de hadas danzarinas. Sí, así de mágico.
Pero aquel brillante trance en el que se vió envuelto al mirar aquella escena desde la ventana se vió interrumpido cuando un grito de la profesora llamó la atención de todo el grupo.
—¡Lia, concentrate!
—Maestra, es qué hay una persona mirándonos.
Y Yang pegó un brinquito en su lugar al mirar como la niña lo señalaba si más.
Su corazón comenzó a latir como si hubiese corrido una maratón, así que con las mejillas sonrojadas retrocedió temeroso tratando de escapar, chocando inevitablemente con un cuerpo más grande que el de él.
Sintió como unas cálidas manos que reconoció de inmediato sujetaban con cariño sus hombros, para luego observar la gran sonrisa de su madre ya que se había agachado para quedar a su altura.
—Si te gusta, no tengas miedo. Ve a ver un poco.
—Oh, señora Yang, ¿ha traído los vegetales? —preguntó la maestra saliendo de aquel salón el cual el menor se había quedado mirando por un par de minutos.
—Sí, hola maestra Xu. Este es mi hijo.
—¡Qué lindo! Ya está muy grande, ¿cómo se llama?
La mayor trató de empujar al castaño que ahora se encontraba escondido detrás de su espalda, lográndolo después de un par de empujones ya que este parecía una estatua de los nervios.
—Soy Yang Jeongin... Tengo doce años... —dijo el pequeño en casi un susurro a la par que jugaba con la orilla de su playera con pena.
—¿Te gusta bailar? ¿Quieres venir a intentarlo?
Jeongin miró a su madre como si le estuviese pidiendo permiso, ganándose la gran sonrisa de la mayor, quien con determinación colocó una mano en la espalda de su hijo, empujándolo hacia adelante.
—Ve.
Y ese había sido el primer paso.
[...]
El suelo de madera era un tanto resbaladizo al encontrarse solo con sus calcetines.
Después su penosa presentación hacia la instructora, de una manera u otra esta lo había integrado a su clase, posicionándolo primeramente a un costado de la barra de metal junto al ventanal, todo bajo la atenta mirada de todas las niñas de aquel grupo.
La mayor tomó la pierna derecha del chico mientras la alzaba en punta hasta llegar a su cabeza.
Ante aquello, Jeongin se sujetó fuertemente de la barra mientras ahogaba un chillido de dolor, aunque el malestar fuese disminuyendo al pasar los segundos.
—Mantén la otra pierna recta —mencionó la profesora con su gran sonrisa, totalmente sorprendida por la visible flexibilidad del jovencito.
Todas las demás susurraban igual de asombradas, envidiando de sana manera el talento del chico.
—¿Te duele?
—Duele. Rápido, pon la pierna abajo, por favor —imploró Yang ya asustado por mantenerse en la misma posición por varios minutos, pensando que si seguía de esa manera un segundo más, no podría caminar por el resto de su vida.
—Si te dolía, ¿por qué no lo dijiste antes?
—No dolía tanto... podía soportarlo.
La respuesta sonó bastante normal para el mismo castaño, más sin embargo la profesora confirmando sus sospechas miró a la progenitora del niño, encontrándose con la cálida mirada de la mayor, totalmente orgullosa.
Aquel chico tenía un gran talento, y él aún no estaba consciente de eso.
Así que, ahora con una nueva experiencia, Yang Jeongin regresó a su hogar aquella tarde.
El sol se ponía detrás de la montaña, despidiendo con cada metro a la ciudad detrás de él.
Al vivir en el pueblo cercano a la ciudad, su viaje en autobús diario era su rutina, pero ahora venía implementada con cierto dolor de piernas y un par de ojos brillantes, imaginándose un nuevo sueño.
La señora Yang, con su típica sonrisa abrazó a su hijo quien estaba sentado Justo a su lado, apretándolo entre sus brazos y sacándole una risita al de cabellos ondulados.
—Innie, ¿quieres bailar ballet?
La pregunta de su madre le dejó la mente en blanco por unos segundos.
Pero luego, los recuerdos de esa tarde llegaron a su pequeña cabecita, admirando una vez más la fluidez de los pasos al bailar y la fragilidad que denotaba cada movimiento, provocándole escalofríos una vez más, moviendo su corazón al son de la música que aún rebotaba en su cerebro.
Fue entonces que con una gran sonrisa de oreja a oreja asintió frenéticamente hacia la pregunta de su madre.
Y eso fue el comienzo de un todo.
-ˋˏ✄┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈
(Nótese que no aguanté ni un día más para subirles el primer capítulo)
Algo curioso de este cap que quería revelarles, es que el apellido de la maestra de Jeongin es Xu. ¿Por qué? Por dos razones
1. No encontré otro nombre que me gustara
2. La apellidé Xu por Minghao, de SEVENTEENEs que el ballet de él es superior, change my mind
En fin, espero que de verdad les guste mucho esta historia al igual que yo amé escribirla, todo es re lindo y soft
¡Deseo que tengan un precioso fin de semana!
- Ren 💛
ESTÁS LEYENDO
Días de Juventud | hyunin
Fanfiction❝ "Los chicos pobres no pueden bailar". Entonces Yang Jeongin demostró su talento hacia el ballet. "Y los niños ricos no deberían boxear". Entonces Hwang Hyunjin peleó por lo que más amaba hacer. Donde ambos chicos persiguen sus sueños a pesar de to...