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Un escenario entonado en aquel instrumento de cuerda ponía en sentimientos a los que en los asientos de abajo tenían atentos sus oídos escuchándolo.

No había mucho de que hablar de aquel lugar cerrado, todo era simple, el piso de brillante madera, los asientos rojos del fondo y las grandes cortinas de color burdeo tal como la camisa que llevaba puesta el joven intérprete el que hacía las melodías con los delgados dedos de sus habilidosas manos.

Tenía ese misma mirada perdida, sin ver las teclas melódicas, pero lo hacía todo de manera excelente. Aunque en un instante, cerró sus ojos, dejándose llevar por la pasión que sentía en el corazón sobre lo que palpaba en el show. Como si una brisa recorriera su frente y tan solo él fue quien la sintió.

Entre los asientos, justamente uno que quedaba frente suyo, por debajo del telón, estaba aquella mujer con la que vivía, mirando atento al joven de cabello entonado de un color no natural. Símbolo de que él estando creciendo, un estilo de como quería ser. Aunque no por mucho, no. La mujer de la mirada fría no era el ejemplo excelente para Yoongi, ella no era muy aprovante de lo que le apasionaba a él. Puesto que, cuando el recital se acabó, pasando los aplausos, las felicitaciones y los agradecimientos, para que luego todos se estuvieran retirando. Yoongi se fue por detrás del escenario para buscar el resto de sus poseciones que había traído preparando su instancia en el lugar, y su madre se le acercó, con una mirada como si el intérprete en el escenario no había sido lo completamente suficiente.

Se encontraba sentando en un borde de esquina del escenario, con la mochila colgando de su brazo, mirando al vacío. Y la mujer al llegar se sienta junto a él, y le dió aquella mirada la cual Yoongi entendió, este se había puesto nervioso por la supuesta opinión de su madre, y en su defensa sólo le dijo;

—Todos aplaudieron— Dijo y tratando de sonreírle.

Y la mujer mayor sólo replicó —Sabemos que lo haces bien, pero pudiste hacerlo mejor

Tras esas palabras, el sólo sintió como su propio intento de sonreír se apagaba, desilusionado por la desaprovación de su propia madre.

—Vámonos— fue lo último que dijo la doña, para que se levantaran de inmediato e irse del sitio.

Unas horas después, Yoongi se encontraba en un pequeño parque cerca de su casa, aunque no era algo que hacía habitualmente, se iba de escapada para encontrar la tranquilidad que no sentía ni en su propio hogar.

Con unos audífonos puestos, se sentó en la banca más lejana de todo el alrededor del parque, aprovechando que estaba vacía, tiró su mochila y de ella sacó una especie de libreta, un lápiz grafito y comenzó a escribir.

Inhalaba aquel aire semihelado del otoño, muy centrado en su escritura, era capaz de sentir como su mundo se sumaba en paz, aunque este sentimiento era temporal, al llegar a casa probablemente volvería a sentir esta presión de la propia familia.

Ahora lo único que lo quitó de su trance escritor, fue un movimiento que percibió con el rabillo de sus ojos. Levantó la mirada de inmediato, buscando que era aquel objeto vivo, viéndolo a tan solo unos largos centímetros de él, un pequeño caniche color caramelo de pelaje rizado.

Este lo llamaba con señas en sus manos para invitarlo a que se acercara, aunque esto falló puesto que el cachorro chilló y se escondió en uno de los arbustos salvajes, y Yoongi sólo miró extrañado, no quiso tomarse el tiempo de volver a buscarlo.

Unos minutos pasaron, vió la hora del reloj de su móvil y ya era momento de volver a casa, antes de recibir quizás que regaño por no hacerlo antes de tiempo.
Así que tomó inmediatamente su libreta y su mochila para caminar solitario por las calles cubiertas de hojas secas, y toparse frente a frente con su molesta morada.

༄ No innocence in a trapped love † *:・゚↬『KookGi』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora