IV Ni Sandwich, Ni Queso

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La última vez que Naeun vio a Minhyuk se le hacía rara, casi amarga, incómoda. No era que no hubiera sabido desde el principio que podía ocurrir, pero su corazón había albergado algún tipo de esperanza de que no fuera así. Había ido a la peluquería, se había maquillado con esmero y había a la fiesta en casa de unos conocidos, con Jaehyun y el protagonista de todos sus pensamientos. Hacía meses que salían los tres juntos, solo era diversión, lo habían acordado así desde el principio, pero Naeun había dejado de querer algo que solo fuera divertido. No era que se arrepintiera de nada, solo había algo en Minhyuk que no estaba en Jaehyun, ni en nadie que conociera realmente. Naeun estaba segura que donde la mayor parte de la gente solo veía alguien divertido, caprichoso y guapo, ella veía mucho más. Ni tan siquiera era la forma en que Minhyuk tenía una sensibilidad artística que la dejaba boquiabierta, como colega eso también ocurría millones de veces. Al igual que la mayoría de sus amigos, Naeun era bailarina, admiraba a montones de sus compañeros de trabajo y no por eso sentía que quería una relación de verdad, un futuro con ellos.

De no haber ido a aquella audición no hubiera pensado en aquel día, en la forma en que se había sentado en el mármol de la cocina y Minhyuk se había apoyado en su pecho. Sujetaba una cerveza helada que había colocado pegada a su cuerpo, pero a Naeun no le había molestado lo más mínimo. Había gritado un poquito y se había reído, pero había parado tan pronto como se había dado cuenta de Minhyuk no estaba jugando. Se heló todo su cuerpo al notarlo. ¿Podía ser que Minhyuk sintiera lo mismo que ella?

- ¿Te pasa algo? - preguntó ella separándose un poco para mirarle a la cara. El Minhyuk de siempre hubiera aprovechado para hundir más en su piel la cerveza helada, esperar que gritase más y gritar el triple él.

- He vendido mi alma - dijo Minhyuk. Sonaba como si fuera una broma, pero su cara no era la de una broma -. La he vendido por unos cuantos millones de won.

Naeun apretó los labios en pos de evitar sonreír. No porque aquello fuera mucho dinero, no porque le asustase infinitamente declararse después de aquella noticia. Era aquel tono. ¿Qué significaba que había vendido su alma?

- ¿Podemos recuperarla? - preguntó. Si aquello le devolvía al Minhyuk que gritaba cosas divertidas merecía la pena, aunque.. Si costaba varios millones de won... entonces tal vez tuviera que bailar en demasiados escenarios demasiadas veces antes de poder conseguirlo.

- Solo hay una persona en el mundo que puede devolvérmela ahora que la he vendido y no lo hará - explicó Minhyuk con la cara de nuevo apoyada en su pecho -. Ni tan siquiera el comprador puede.

De nuevo, Naeun apretó los labios, esta vez con cierto dolor. No podía tratarse de ella, así que dolía un poco. Fuera como fuera, antes que nada, Minhyuk era su amigo. Le rodeó con los brazos y le besó en la frente.

- Yo creo que podemos podemos persuadir a esa persona - dijo Naeun. Minhyuk se separó, dio un sorbo a su cerveza y negó de nuevo.

Naeun había querido preguntar más, pero Jaehyun apareció para llevarse a Minhyuk con un tipo que conocía del trabajo. Todo muy oportuno, muy desalentador. Minhyuk desapareció por la puerta de la cocina con una sonrisa enorme, una careta que ocultaba todo lo que acababa de decirle. No sería hasta más tarde en la noche, cuando le daría los detalles.

En su casa, con Jaehyun dormido al lado y mientras ella se quitaba el dos piezas amarillo de cuadros que se había puesto para la fiesta fue cuando se lo contó. Ella había esperado tener un momento agridulce en que Minhyuk le quistase la ropa, se olvidase de la persona en la que pensaba y todo fuera más o menos como siempre, pero no fue de esa manera. Minhyuk se limitó a abrazarla y quedarse quieto, como si fuera a dormir, igual que Jaehyun había hecho al dejarse caer sobre el colchón directamente.

Queso rancio - ShowHyukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora