❝Chapter I❞

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New York. 11:00 PM

New York, una de las ciudades más conocidas de EE.UU, con sus edificios luminosos formaba un paisaje espléndidamente moderno. Extrañamente el tráfico escaseaba, las calles estaban tranquilas en todo sentido, fuera de algunos pequeños ruidos provocados por aquellos vehículos que circulaban casi en silenció. De no ser por la mentalidad colectiva del ser humano, esta paz podría disfrutarse por periodos prolongados.
Una noche como cualquier otra, un joven policía apenas recibido caminaba por las oscuras calles de la ciudad, observando a sus alrededores con un semblante curioso, sus cabellos negros contrastaban con la luz poca luz lunar que se mecía sobre la ciudad. Era extraño en cierta forma, pues a pesar de que la luz en la ciudad poseía un fulgor considerablemente elevado los alrededores del policía se encontraban en oscuridad. ¿Tal vez sería una ilusión? Pero no debería ser importante, después de todo no era como si realmente importará el comportamiento de la luz en esta historia, aunque en un futuro si lo podría llegar a ser. El mantenía en su rostro una mirada sería, vacía y desmotivada, llena de incertidumbre. Junto con ello su manera de caminar lenta y su uniforme algo desarreglado y mal acomodado daban a entender que en cierta forma algo le ocurría. Sus pasos hacían eco en las calles, estaba solo, divagando por aquél pavimento que rebosaba de polvo y suciedad. ¿A dónde se dirigiría? La respuesta es simple, en estos momentos esta a dirigiéndose a su departamento, a aquél amplió edificio que se ocultaba entre tantos otros iguales. No tardaría mucho en llegar, sin embargo tomaba su tiempo para finalmente concretar su objetivo de llegar a su habitación. Se notaba que estaba aburrido, después de haberse recibido esperaba tener algo más emocionante que hacer. Después de haber pasado meses en el trabajo, únicamente habría colaborado con casos menores. Particularmente se encontraba trabajando en la sección de investigaciones. Tras completar su carrera de criminología decidió brindar servicio a la central de seguridad social en lugar de actuar de manera privada, al menos por ahora. Sin embargo todo lo que logro observar le resultó sencillo, ya sean desde casos de secuestro a homicidios culposos. Claramente no era lo que habría esperado, al menos no para comenzar.

—Tal vez debería de haberlo pensado mejor.—

comento el con su voz respectivamente gruesa, manteniendo en ella un tono de aburrimiento total. Aunque no se basaba solo en los casos simples, su aburrimiento se basaba en la subestimación que recibía por parte de sus compañeros, después de todo el aún era "principiante" O al menos eso era lo que todos creían. Todos exceptuando a aquélla joven oficial que habría logrado percibir su alta capacitación para el trabajo. Este suceso habría ocurrido hace un mes aproximadamente, el joven pelinegro se encontraba en las oficinas, mientras que otros oficiales estaban trabajando en un caso sobre un homicidio misterioso en un cuarto cerrado. Dos sospechosos, aun no había culpables. Tanto los oficiales forenses, como la joven antes mencionada, y los oficiales encargados de la investigación estaban desconcertados, después de todo no había una explicación lógica para encontrar un cuerpo fallecido hace poco en un cuarto cerrado. Sin embargo, Theo mantenía una firme teoría que era acertada a los hechos que habrían ocurrido. A pesar de que nadie lo tomo en cuenta cuando llego a esa reunión de improvisto, su compañera forense sintió algo de curiosidad por el. Debido a este pequeño motivo, cuando todo termino por ese día decidió visitarlo antes de irse. El pelinegro aun recuerda la expresión que su compañera obtuvo al escuchar su teoría. Estaba sorprendida, perpleja, y con incertidumbre creciente. El caso fue cerrado con éxito, sin embargo el pelinegro pidió a aquélla mujer que no diera el reconocimiento de sus acciones. Después de todo esperaba el momento preciso para una pequeña venganza intelectual.
Ahora mismo, en estas instancias la relación entre aquella oficial forense y el joven oficial de investigaciones , Theo era algo cercana, llegando al punto de quizás tener algún encuentro cuando el aburrimiento era mayor en ambos. Compartían llamadas, y el joven resolvía casos para ella. Suena a una relación de pleno interés, pero particularmente era parte de aquél pequeño plan que divagaba por su cabeza.
Dispuesto a dejar su parloteo mental de lado, aquél muchacho procedía a desvestirse para así cambiar su uniforme por unos ropajes más casuales. La noche habría mantenido su silencio, de no ser por aquélla melodía repetitiva que emanaba de el dispositivo móvil de el muchacho. Era la oficial Dambers. Charlotte Dambers, especializada en estudios forenses. Una mujer de 31 años, rebosante de belleza y de gracia. Era desconcertante para el pelinegro recibir una llamada a estas horas, el que fuera de parte de aquella mujer de piel morena lo hacía aun más extraño. Motivado por la incertidumbre, el joven procedía a contestar a ese llamado.

Antinomia(en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora