❝Chapter V❞

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New York: 20:00

Sentí como las miradas de mis compañeros comenzaban a quemarme. Pareciera ser que de alguna manera ellos esperaban una indicación de mi parte, aunque realmente no sabría que decir en estos momentos. Me dediqué únicamente a quedarme en silencio, mientras que me cruzaba de brazos. Me cuestioné constantemente que había pasado la noche anterior, los recuerdos borrosos comenzaban a mezclarse con ciertas cosas de mi cabeza, hasta que lograron generarme un pequeño dolor por la parte frontal de la misma. Suspiré pesadamente, para luego dirigirme hacia mis compañeros.

-Debemos ir fuera de la ciudad.-

Comenté de forma repentina, mientras salía de aquella oficina, y posteriormente de la estación policial, para luego acercarme a una patrulla, subiendo al asiento de conductor de la misma. Esperé por unos minutos, a que mis compañeros llegarán. Ambos subieron sin hacer preguntas, aunque por las expresiones de sus rostros supuse que el tiempo que tardaron no solo se debía a la incertidumbre que pudiesen haber generado mis acciones. Estaba a punto de pedirle la llave al inspector, pero curiosamente, la misma se encontraba en el lugar correspondiente dentro del auto, es extraño. Habría creído que no estaba allí. Intente no darle demasiada atención, quizás solo había sido despiste mío. Encendí la patrulla, silencié las sirenas de las mismas, y comencé a conducir a una velocidad moderada. En media hora, aproximadamente, habría salido de la ciudad.

-¿A dónde vamos?-

Me pregunta mi compañera, expresando luego de un rotundo silencio una mirada áspera, en conjunto a una expresión bastante disconforme. A pesar de estar ubicada a mi lado, pude notarlo perfectamente. Sus manos no dejaban de temblar de forma frecuente. Sin decir nada, continúe mi camino, llegando finalmente a un descampado, oculto en el bosque. En ese lugar, la niebla abundaba, tanto, que de hecho ni las luces de la patrulla podían abrirse paso en el denso ambiente.

-Aquí.-

Dije mientras detenía el auto, estaba seguro de que había llegado a el mismo lugar de ayer. A aquella misteriosa cabaña. Observe por momentos el lugar, procediendo a apagar las luces y el motor de la patrulla. Guardé silencio, pues alli, en aquella zona donde antes se encontraba una estructura sólida, inamovible y desordenada solo se encontraban los escombros de una estructura que fue llevada aparentemente por el paso del tiempo.

-Ayer vinimos aquí.-

Comentó Dambers, mientras bajaba la ventanilla de la patrulla, para luego recargarse levemente sobre la puerta de la misma. Observando el entorno, noté como ella descendía de la patrulla lentamente. Copié su acción, y seguidos del inspector, nos dirigíamos a aquella cabaña, con linternas en mano. El ambiente desolado, oscuro y silencioso brindaba un aspecto tenebroso.

-No es como lo recuerdo.-

Dije, a medida que me adentraba a aquel lugar. Las paredes llenas de telarañas, con marcas de humedad, insectos entre otras cosas provocaban en mi un pequeño sentimiento de inseguridad. Dambers se mantenía cercana a mi, mientras el inspector se mantenía un poco alejado.

-Lo siento.-

Dijo ella mientras caminaba, simulando un susurro perfectamente audible para mi. La observe por unos leves segundos, para luego negar con la cabeza de forma sutil.

-No hace falta.-

Murmuré, llegando a la sala de aquel lugar. A pesar de estar casi destruido, mantenía su forma principal. En si, los muebles parecían nunca haber sido movidos, salvo por algunas cosas que se encontraban fuera de lugar. Observe a mis compañeros alejarse en direcciones opuestas, por lo que decidí seguir mi camino. Me dirigí al piso superior, alli las cosas estaban un tanto más dañadas, sin embargo parecía seguro. Me adentraba poco a poco, en las habitaciones se encontraban algunas cosas desordenadas. Efectivamente, un cuarto parecía ser de una niña. Recordé en ese momento un fragmento de lo sucedido la noche anterior. -Mi hipótesis era correcta- Murmuré de forma casi inaudible, similar a un susurro.
Minutos después, sumido en el silencio escucho el llamado en voz alta de mi compañera, no clamaba por nadie en específico por lo que decidí tomarme mi tiempo para descender, con la intención de dar un último vistazo al piso superior. En pocos minutos, comencé a dirigirme hacia donde ella estaba.

Antinomia(en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora