"Chapter VI"

1 0 0
                                    

—¿Qué diablos es esto?...—


Frenéticamente me dirigí a cerrar la puerta de mi apartamento, recargando mi cuerpo en ella mientras observaba como algunos huesos cayeron al suelo desde el interior de aquél cofre. Respiré profundamente, tratando de conservar la calma. ¿Qué más habría en ese cofre? me acerqué con lentitud a medida que me arrodillaba en el suelo, tomando aquél contenedor de madera para acomodarlo en el suelo, observando su interior. Algunas hojas de papel manchadas se encontraban en su interior, junto con dos pequeñas bolsas de tela negra. Tomé en primera instancia las pequeñas bolsas, tratando de abrirlas. Estaban anudadas por la parte superior, con lo que parecía ser un cordel rojo. Era algo difícil, parecían contener una especie de esfera blanda. Me rendí de intentar desanudar el cordel, por lo que tome mi cuchillo, aún tenía mi uniforme. No quería dañar las bolsas, así que solamente corte el cordel para luego voltear ambas, sosteniendolas del extremo contrario, apuntando a mi mano libre, la cual fue completamente impregnada de un líquido rojo mientras un par de ojos caían en mis manos. Quedé sin palabras ante ese acontecimiento, de pronto mi cuerpo comenzó a temblar, aquellos movimientos involuntarios provocaron que aquellos órganos visuales cayeran de mi mano. Sentía como mi respiración comenzaba a fallar, de pronto comencé a sentirme mareado. Fue casi instintiva mi forma de actuar. Escapé de esa situación, recargando nuevamente mi cuerpo en contra de la puerta, tomando de uno de mis bolsillos unas pastillas las cuales rápidamente ingerí.

{Apagate, apagate, apagate}—

Mi visión comenzaba a perder claridad, sentía como si mi cabeza fuera a explotar en cualquier momento. Me dirigí a la cocina de forma fugaz, recargando mi cuerpo en la encimera, comenzando a golpear mi cabeza contra el mueble de mármol. Comenzaba a sentir como mi cuerpo fallaba, mis manos comenzaron a cerrarse, hasta el punto de que mis uñas comenzaban a lastimar la piel de mis manos. Golpeé aquel mueble con mis puños un par de veces, antes de tomar mi cabeza entre mis manos, jalando mi cabello con fuerza.

—¡Mierda!—

Me aleje de aquél mueble, caminando lentamente hacia la pared, mi corazón se aceleraba más y más, hasta el punto de que cada latido se sintiera como un fuerte golpe en mi pecho. Me arrodille en el suelo, golpeando este mismo repetidas veces hasta que finalmente, como si nada hubiera pasado, ese periodo de pánico se desvaneció. Mi corazón comenzaba a latir con normalidad, mi respiración se normalizo, pude levantarme del suelo. Sentía mi frente húmeda, y mis manos adoloridas. Me dirigí hacia el baño, para observar mi reflejo. Un pequeño hilo de sangré escurría por mi rostro. Suspiré, para luego comenzar a lavar mis manos. Aun temblaban, aunque era más por el dolor. Posteriormente comencé a lavar mi rostro. Luego de secarme con una toalla, me dirigí nuevamente hacia la entrada de mi apartamento, en busca de aquél cofre. Extrañamente, la puerta de mi departamento se encontraba abierta. Sorprendido por esto, decidí acercarme con lentitud, hasta volver a cerrarla. Observe el cofre por unos segundos, aun no revisaba aquellos papeles, por lo que decidí tomarlos. Sé veían viejos, dañados, manchados. Seguramente estuvieron guardados más de un año. Tenían cosas escritas, aunque debido a las arrugas del propio papel era difícil de entender lo que allí decía. Estaba a punto de comenzar a analizarlos más a fondo, eran varios, seguramente me tomaría tiempo. De no ser porque oí como unos pasos se acercaban lentamente detrás de mi lo hubiera hecho. Por algún motivo no voltee, sin embargo eso no me impidió reaccionar. Pude sentir la presencia de alguien detrás mi, de eso estaba seguro. Aproximadamente a menos de dos metros. El cofre estaba a pocos centímetros de mi. En su interior habían algunas velas, pero me llamo la atención un libro pequeño. Podría ser importante, estaba dudando demasiado acerca de que hacer. Tal vez debería defenderme, o tal vez simplemente tomar el libro y correr. No tenía mi cuchillo, lo dejé en el suelo. Trate de buscarlo con la mirada, pero simplemente no lo encontré. Probablemente aquella persona que estaba detrás de mi lo tenía. ¿Qué podía hacer en esta situación? A juzgar por los pasos cortos que da, tal vez supone que estoy leyendo aquellas hojas. Dirigí mi mirada en dirección a la puerta, pude divisar como una pequeña sombra se hacía presenté, e iba creciendo de forma muy reducida. Respiré profundamente a medida que volteaba y rápidamente me alejaba. Pude ver a una persona acercarse con cierto grado de agresión. Actúe casi por instinto. Efectivamente aquel individuo llevaba mi cuchillo, en su mano izquierda. Por su postura, la forma en la que sostenía el arma y su velocidad no era un simple civil. En estas situaciones, donde la vida de uno corre riesgo automáticamente pareciera que el tiempo pasará más rápido, y aún así, el tiempo para pensar sigue siendo mucho más amplio que en una situación normal. Estaba a punto de atacarme, en este momento sentía que la fuerza de mi cuerpo me abandonaba por momentos, sentía miedo, algo que no era extraño. Aún así, esta vez era diferente. A medida que aquél individuo se acercaba podía sentir un escalofrío escalar por mi cuerpo, una señal instintiva que me indicaba que debía correr. Pude sentir por momentos como el filo de mi propio cuchillo pasaba cerca de mi piel, siendo empuñado por otra persona. Antes de que me diera cuenta, había esquivado aquel ataque, llevándome un daño mucho menor y lejos de fatalidad. Desgraciadamente, eso me alejo de mi única salida. Pelear sería la única opción. ¿Pero como hacerlo? Estaba desarmado, en desventaja de fuerza aparente, con efectos de narcóticos alterando mi control hormonal. Tenía que resguardar esos papeles, pero también debía tomar el libro. Estaba dudando demasiado. Antes de siquiera poder idear un plan, mi cuerpo comenzaba a responder a sus instintos de supervivencia, debido a los incesantes ataques que recibía. Este sujeto era rápido, agresivo, con actitudes impulsivas. Claramente no pensaba al atacar. Esa era mi ventaja. Sin perder tiempo, pude detener uno de aquellos ataques, tomando al agresor de su muñeca, ejerciendo presión en el tendón de la misma, forzando esta a soltar el cuchillo.

  Tras esta acción, de forma brusca golpeé a mi contrarió directamente a su abdomen un par de veces, logrando finalmente alejarlo a una distancia moderada. Ahora, en igualdad de condiciones no sería problemático lidiar con el. Sin perder tiempo, mi agresor se dirigió hacía mi, lanzando varios golpes que a duras penas podía responder. Su fuerza era extrañamente descomunal. Por momentos sentía como si una corriente fría calar por mis huesos. Uno de sus golpes me llevo a estrellarme con un espejo que se encontraba en una pared. Quedé atontado por unos segundos, no podía ver claramente, sentía como mis manos habían quedado lastimadas por algunos cristales que se perdieron. Extrañamente, sentía que algo no iba bien. Aunque no podía explicarlo. Veía como el desconocido nuevamente se acercaba a mi, con la intención de atacarme. Inmediatamente respondí de forma algo violenta, golpeándolo repetidas veces, hasta el punto de llevarlo a estrellarse contra una pequeña mesa de mi departamento. Aprovechando esta oportunidad, sin dudarlo prioricé la obtención de mi cuchillo y aquél libro, y tras tomarlos, decidí correr fuera de mi apartamento. Fue grande mi sorpresa, pues al parecer ese sujeto no se encontraba solo. En el piso donde me encontraba, habían tres personas más. Contando al del interior de mi departamento serían cuatro. El lugar estaba extrañamente oscuro, las luces de pronto comenzaron a fallar, mientras oía como unos pasos se acercaban detrás de mi. Observe por momentos las escaleras, junto con el ascensor a pocos metros de la misma. El edificio era amplió, bien organizado, tal vez una mínima oportunidad de escape se haría presente. Comencé a oír extraños murmuros agudos, provenientes de mi alrededor. No podía ver claramente que ocurría, debido a que la iluminación descendía cada vez más. Solo pude notar como varías siluetas nuevas aparecían. Escapar era la única opción viable.

Recuerdo haber comenzado a correr, no trataba de descender. De hecho, todo lo contrario. Comencé a subir las escaleras, escuchando como varios golpes producidos por pasos incesantes se acercaban a mi. No tome importancia, pues mi único objetivo era escapar. Llegue a pasar por varios pisos, pero algo repentinamente cambió. Cuando me di cuenta, me encontraba corriendo en un pasillo sin fin. Me detuve por momentos, mis perseguidores seguían acercándose. Respiraba agitado, mi corazón latía a una velocidad sumamente peligrosa. No veía salidas, no veía escaleras, solo veía oscuridad. Pude ver a lo lejos, como mis perseguidores pararon por unos segundos, comenzando a caminar hacía mi. El miedo comenzó a invadirme, junto con un dolor de cabeza causado por un agudo sonido que comenzó a retumbar en mis oídos. Corrí, sin más que hacer, como última esperanza. Sentía el suelo temblar, mientras aquella oscuridad se volvía abundante. Choque con algunas paredes y muebles, solo pude sentir eso. Aún así, no me detuve, a pesar de haberme caído un par de veces. Mis perseguidores cada vez estaban más cerca. Creí que era el fin... De pronto, pude divisar un ligero rasgo de luz. Una delgada línea que se encontraba en el suelo. Sin dudarlo, corrí hacia el, chocando nuevamente contra una pared, evocando un sonido de golpe metálico. Una ligera luz se hizo presente a mi derecha, comencé a golpear esa misma con fuerza, escuchando como unos pasos pesados se acercaban a mi, en conjunto con un extraño gruñido que se adentraba en mis oídos. Cada vez estaba más cerca. Podía sentir la presencia de algo detrás de mi. Cuando por fin, las esperanzas me abandonaron, observe por el contorno de mi mirada como una mano oscura se posaba en mi hombro, oprimiendo este con fuerza. Un frío intenso recorrió mi cuerpo, y sin exagerar habría jurado que incluso mi respiración comenzaba a generar ese vapor que se presentaba en climas helados. Cerré mis ojos con fuerza, mientras oía como el gruñir extraño, junto con una helada brisa se acercaban a mi cuello. Abrí mis ojos lentamente, observando frente a mi una estructura metálica que reflejaba de forma tenue una silueta aterrorizante. Temblé de forma exagerada al contemplarla. Era... como una persona desfigurada, con piel completamente blanca, a excepción de ciertas cosas como sus manos y venas, las cuales resaltaban por su piel. Y su mirada, una mirada vacía, y literalmente. Su rostro carecía de rasgos faciales. Cejas; ojos, labios, nariz, pestañas. Nada, solo un simple cráneo cubierto de piel, con sangre que escurría desde aquellos lugares vacíos. Creí que estaba perdido, hasta que pude oír como una campanada brindaba una cantidad de luz suficiente como para darme una última pizca de esperanza.

Antinomia(en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora