❝Chapter III❞

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Habían pasado algunos minutos desde que la conversación de los tres agentes del plantel policial culminó. Pasado aquél mínimo lapso de tiempo, un equipo forense habría llegado a la escena del crimen, haciendo los preparativos necesarios para comenzar el transporte del cuerpo hacía la morgue. Este procedimiento se llevaba a cabo mientras el grupo de tres que anteriormente llegó al lugar se encontraban entablando una conversación acerca de los acontecimientos.

—Cornaro ¿Tienes completá tu teoría principal?—

Cuestionaba el inspector, mientras observaba al pelinegro, quien simplemente decidió asentir. Ante este gesto, el inspector procedió a tomar una postura firmé mientras cruzaba sus brazos para luego observar a sus alrededores de forma sutil. El oficial, estaba pendiente de lo que su superior hacía, por lo que decidió copiar sus acciones, después de todo ahora solamente estaban esperando a que los forenses desplazaran el cuerpo, dejándolos finalmente solos. Por un momento, el inspector se vio forzado a separarse de sus compañeros, recibiendo un informé acerca de la situación. Luego de que el equipo especializado decidiera dirigirse hacía un hospital específico, el inspector se acercaría nuevamente a sus compañeros, observando a el pelinegro para luego suspirar

—¿podrías repetir denuevo tu hipótesis?—

Comentaba el superior, mientras el pelinegro señalaba la entrada de aquella casa, dirigiéndose a esta a un paso lento para luego quedarse de pie cerca de la puerta. Volteando a ver a sus compañeros antes de comenzar a formular una serie de gestos.

—Hay ciertas variables, pero yo diría que estaba siendo sometido a un trato algo rudo. Ingresa por la puerta, de espaldas porque lo empujan. Choca contra la estantería que está allí y provoca que caigan algunos libros.—

Señalaba el suelo de forma selectiva, imitando por momentos la situación ficticia que su hipótesis presentaba. Ante esto, el inspector observaba atentamente, visualizando la escena en su mente, permitiéndole así entender poco a poco la deducción de su compañero.

—Es probable que haya intentado escapar de su agresor, por lo que rápidamente se dirigía a la habitación adyacente, sin embargo sus movimientos fueron torpes, por lo que derribó a su paso más objetos, chocando con esa pequeña mesa.—

Continuaba el pelinegro, simulando un andar torpe y apresurado, caminando cerca de una pequeña mesa que se encontraba derribada.

—Es probable que su hija haya estado en el piso de arriba. Al oír los golpes hubiera descendido, quizás jugaba, o al menos eso pienso ya que había una muñeca tirada cerca de aquí.—

—¿Y el arma que el sujeto poseía?—

—Defensa. Probablemente planeaba usarla, el asesinó lo noto, pero pudo acabar con el antes de que la víctima reaccionará. El agresor nota el arma, y la coloca de tal forma en la que parezca que el accionó el gatillo.—

Finalizaba el pelinegro mientras se elevaba del suelo, observando a sus compañeros para luego caminar lentamente hacia la entrada, llegando a esta en pocos segundos. El inspector, quien habría logrado interpretar casi a la perfección aquella deducción brindada por el pelinegro, únicamente se limitó a observar a su compañera, sonriendo de una forma algo tenue antes de que esta se retirará, siguiendo al pelinegro. Segundos después, luego de dar un pequeño vistazo a el lugar, seguiría a sus compañeros.
El clima se habría vuelto algo más frío, la noche se había hecho más vieja. A estás horas, algo de neblina comenzó a aparecer en aquél lugar, junto con el canto de pequeñas cigarras que eran indetectables a la vista.

—Debemos ir al hospital, Dambers. Me gustaría que verificaras si la víctima tiene heridas físicas.—

Comentó el pelinegro, a medida que se dirigía a la patrulla, ingresando a esta nuevamente por la puerta trasera, quedándose de pie, en completo silencio sin siquiera entrar al vehículo. Por momentos, sus compañeros ignoraron esto, sin embargo el pelinegro parecía no reaccionar, incluso cuando ellos ya estaban por entrar a el vehículo. Al notar esto, el inspector, quien estaba más cerca del oficial menor procedió a tocar su hombro, llamando la atención de este. El joven, reaccionaría por momentos ante aquél estimulo, no obstante solo voltearía a ver a su alrededor antes de entrar al vehículo, quedándose en completo silencio. Su superior decidió hacer lo mismo, y tras encender la patrulla, el grupo procedería a comenzar su viaje denuevo por la ciudad.

Antinomia(en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora