Capítulo 2

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Eran las 2 a.m y Samantha seguía dando vueltas en su cama, le había dicho a Mónica que le daría una respuesta a su propuesta de trabajar en otra ciudad en horas de la mañana de ese día, si era sincera aún no estaba segura de que decirle, el tema se discutió con la junta directiva que sin ningún problema aceptaron la idea, cosa que le generó sospechas, la sonrisa que le dió Vallejo no era de apoyo, sino de burla, por una parte temía que al no estar presente siguieran confabulando en su contra, pero en el fondo quería aceptar la consultoría y poder escapar de su vida rutinaria por unos meses.
Mónica le envió en un correo algunas fotos de las oficinas donde trabajarían y solo con verlas sabía que el lugar le iba a encantar, por un momento se imagino ahí, disfrutando de la naturaleza y de la compañía de Mónica, si bien su viaje sería de trabajo se había propuesto que en el caso de ir, aprovecharía cada momento en acercarse más a ella, solo esperaba que le diera una oportunidad para hacerlo.

Para la hora de almuerzo ya se encontraba organizando su agenda otra vez, le quedaba una semana para encargarse de sus pendientes y viajar a Valparaiso donde Mónica se encontraba preparando todo para su llegada, o eso le había dicho en su ultimo mensaje, después de enviarle un correo para informar que aceptaba su propuesta y que viajaría para llevar a cabo la consultoría agregó una nota pidiendo su número de teléfono móvil para ponerse de acuerdo con la firma de contratos y ultimar detalles, si, sabía que no lo había pedido para eso exactamente pero lo importante es que minutos después estaban enviándose mensajes y aunque eran sobre trabajo estaba segura que pronto encontrarían otros temas de los que hablar.

El día previsto para viajar había llegado, la emoción mezclada con un poco de nervios que sentía en ese momento no podía compararlo con ningún otro recuerdo que se le viniera a la mente, nunca había esperado un domingo con tantas ansías, Mónica había sugerido que viajara ese día y así tenía tiempo de instalarse en la finca de los Sáenz que era donde iba a quedarse, recalcó que podía quedarse en un hotel pero fue fácilmente convencida por su clienta en que lo mejor era quedarse en la finca por la cercanía entre esta y las oficinas.
No recordaba cuando fue la última vez que había salido de la ciudad, generalmente eran los consultores quienes viajaban para visitar empresas y hacer auditorías, ella solo se encargaba de gestionar contratos y definir funciones, el saber que por unos días estaría fuera de su oficina, en un lugar nuevo y con buena compañía la tenía agradeciendo al hermano de Mónica por llevar a la quiebra su empresa.
Mientras preparaba su maleta sus pensamientos se desviaron a cierta mujer de ojos claros, todavía se preguntaban que era lo que tenía ella que le atraía tanto, quizás esa personalidad misteriosa que la tenía con muchas interrogantes en su cabeza, quería saber cada aspecto de su vida, que hacía en otro país, su comida favorita, que música escuchaba, hasta en que pensaba antes de dormirse, si bien estos nuevos sentimientos la tenían aterrada no podía evitar sentirse atraída por las cosas que podría descubrir.
Después de su correo, estuvieron intercambiando mensajes de texto pero no sabía como hacer para desviar el tema del trabajo y entablar una platica menos formal, nunca había sido tímida en expresar su interés por una mujer pero al parecer Mónica no solo la intrigaba sino también la ponía absurdamente tímida.
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Cuando estacionó su automóvil en la dirección que marcaba su gps su asombro por el lugar que la rodeaba fue bastante obvio, frente a ella estaba una casa de dos plantas estilo cabaña, podía ver en la planta superior grandes corredores donde se observaban muebles y mesas con estilo rústico, la entrada estaba dividida con aceras de concreto y un césped perfectamente cortado, no muy lejos de la casa se veía un lago rodeado por árboles de higüeros y algunas flores, antes de que pudiera seguir observando el lugar la puerta principal se abrió, de ella salió una Mónica diferente a como ella la había visto, esta llevaba unos jeans oscuros que marcaban perfectamente su silueta, un suéter de color gris, tenis y un gorro completaban su atuendo, esta vez no llevaba nada de maquillaje en su rostro; Samantha estaba segura que nunca había visto una mujer más bella que la que la esperaba con una sonrisa en su rostro.

Difícil de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora